7

96 9 0
                                    


No sabía hacia dónde quería llevar ella todo este teatro. ¿Qué quería de mí? ¿Por qué se empeñaba en ser mi amiga? No merecía siquiera un segundo de su atención, no obstante, Lauren insistía en acercarse a mí. Caminábamos la una al lado de la otra sumidas en ese molesto silencio que solía acompañarnos. No podía negar que la cercanía de la morena alteraba a todos y cada uno de mis sentidos, sin embargo, era el tipo de sensaciones que siempre había evitado. No podía sentirme atraída por una mujer, ni en un millón de años. ¿Qué pensarían mis padres al respecto? ¿Llegarían a odiarme al igual que el resto? ¿Dejarían de reconocerme como su propia sangre porque les traería vergüenza una hija “desviada”? Apreté el paso sólo para alejar de mi mente esas hirientes voces que mi propio subconsciente generaba. Eran una tormenta que me asustaba a diario con los relámpagos de mi auto aversión y me empapaba de sentimientos tan oscuros como mi alma. Quizás la verdadera razón por la cual nunca había tenido amigos era por el miedo que tenía de mostrarles mi forma de ser y terminar más rechazada de lo que ya era.

- Camila, espera. – La voz rasposa de Lauren incendió mis tímpanos con la calidez que no deseaba experimentar y menos por ella. Sus esmeraldas me escanearon en otro acto que me desesperó a niveles desconocidos. No quería ver su rostro porque sabía que esa parte de mí que llevaba años reprimiendo, estaría expuesta. – Aún tenemos tiempo de sobra para llegar a la escuela, no tienes que correr.

- De todas las personas en el Instituto, ¿por qué yo? La marginada, la que nadie quiere tener cerca, la idiota deprimida… - Inquirí con un nudo aferrándose a mi garganta.

- ¡No, Camila! Deja de lastimarte así. – Prácticamente gritó, colocándose a un palmo de distancia de mi cara. – Estoy segura que detrás de ese personaje que te has encaprichado en interpretar, existe alguien sumamente especial, sólo que nadie ha llegado a conocerte por tu miedo. No sé a qué le temes, en verdad, pero estoy aquí para ayudarte a luchar contra esos monstruos que tú misma has creado.

Primero una lágrima descendió lánguida, luego otra y así le siguieron varias más, salpicando mis mejillas con la conocida humedad salada. De repente, me vi envuelta contra un cálido cuerpo que parecía creado exclusivamente para abrazarme. Mis latidos se alteraron en mi caja torácica, no obstante, una calma antes inaudita para mí, me sobrecogió. Se sentía raro. Una parte de mí se desesperaba por estar lejos de ella, del mundo, de la vida… Pero otra, tal vez la única que aún conservaba un hilo de cordura, imploraba por abrazar a Lauren hasta el fin de los días. El contacto con su cuerpo era simplemente diferente. Podría calificarse de sublime. Aspiré con cierto disimulo el olor a almendras que desprendía su larga melena azabache, notando cómo un ligero cosquilleo se apoderaba de la punta de mi nariz.

- ¿Me darás una oportunidad? – Susurró contra mi cuello, como si yo fuese lo suficientemente fuerte para sostener mi propio peso sobre unas débiles rodillas, que no hacían más que tambalearse debido a la cercanía de la ojiverde. – Sólo quiero ayudarte, Camila, no seas tan dura conmigo.

- ¿A cambio de qué? – Pregunté, todavía unida a ella y sin intenciones muy claras de alejarme.

- De tu amistad. – Estuve a punto de protestar, de decirle que ser mi amiga no traería más que desgracias a su rutina, sin embargo, Lauren me sostuvo con más fuerza entre sus brazos, rozando sus labios en el lóbulo de mi oreja a medida que hablaba. – Sé que la verdadera Camila va a ser la amiga perfecta, por mucho que intentes negarlo. No tienes que mostrármela completa de un tirón, iremos poco a poco. Tú impones el ritmo, yo te sigo. Pero no sueltes mi mano, Camz.

Sus orbes esmeraldas colisionaron con los míos en un estallido de promesas y temores que no éramos capaces de discernir, no obstante, dejé que esa calma pasajera que se dispersaba por mi sistema marcara el inicio de esta extraña relación.

Can't Save YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora