Camila y yo llevábamos casi cinco minutos en aquel abrazo que se había convertido en uno de los pocos gestos cariñosos que había recibido en los últimos meses. Se sentía tan bien tener sus delgados brazos rodeando mi cuello y su respiración chocando en mi piel hasta convertirse en un jadeo amortiguado cuando la abracé más fuerte. Fue ella quien cortó la unión al escuchar un carraspeo a nuestras espaldas. Una pequeña rubia acomodó sus gafas de lectura en el puente de su nariz mientras se balanceaba en sus zapatos de tacón. No parecía ser estudiante de bachillerato pero tampoco aparentaba ser mucho mayor que nosotras.
- Buenas tardes. – Saludó con una sonrisa radiante. – Soy Allyson, la ayudante de la señora Sullivan. Ella me pidió que les informara que vamos a cerrar la biblioteca.
- ¿Tan pronto? Aún no son las 3:00 p.m. – Inquirí confusa.
- Llegaron unos libros nuevos y quiere organizarlos lo antes posible.
- Oh, entiendo. ¿Puedo ayudarlas?
- Una ayuda extra no viene nada mal. – Volvió a sonreír. – Estaremos en la recepción clasificando todo, ¿de acuerdo?
Asentí emocionada. Saltaría mi clase de Español, aunque realmente no la necesitaba porque mi abuela me había enseñado el idioma desde que era una niña. La idea de pasar la tarde rodeada de libros me encantaba. Me giré para recoger mis cosas, topándome con la mirada perdida de Camila. Mierda. Había olvidado que no estaba sola.
- ¿Qué harás ahora? – Se encogió de hombros, ocultando su rostro detrás de una espesa cortina de cabello. Lo poco que había avanzado lo estaba perdiendo en un raudo parpadeo. – ¿Tu próxima clase es muy importante o prefieres quedarte? – Volvió a responder con un encogimiento. Necesitaba escucharla para no involucionar más en nuestra relación. Alcé su mentón con mi dedo índice hasta encontrar sus ojos. - Podemos ir por unos helados a la salida.
- No quiero molestarte, Lauren.
- No me molestarás, Camz. – Apreté sus mejillas con cuidado de no lastimarla, logrando que una tenue sonrisa se vislumbrara en sus labios. – Tal vez no sea lo más entretenido del mundo pero es menos aburrido que estar una hora prestándole atención a un pizarrón lleno de garabatos ilegibles.
- Ya lo comprobaré. – Dijo antes de morder su lengua y arrugar la nariz en lo que me había parecido la mueca más tierna que una persona pudiera esbozar jamás.
Camila terminó entendiendo bastante rápido cómo funcionaba la organización de los tomos en sus respectivos estantes. Incluso intercambió algunos diálogos aislados con Ally que se mostraba como una persona bastante comunicativa. Una hora y media después la bibliotecaria estaba anotando tres libros a mi cuenta y agradeciéndonos por haberlas ayudado. La chica mayor nos acompañó hasta la salida donde la esperaba su novio Troy recostado en una camioneta negra. El chico la alzó en volandas, repartiendo besos por todo el rostro sonrojado de Ally.
- ¿Quieren un aventón, chicas? – Ofreció la rubia, aún encima de su novio.
- No, gracias. Iremos a la heladería Hamilton’s que está al doblar. – Explicó Camila. – Pueden venir con nosotras si así lo desean. – Me quedé atónita al escuchar la soltura con la cual la latina estaba interactuando . Me encantaba la expresión relajada que tenía en ese momento.
- Lo siento, Camila, hoy invitamos a unos amigos a cenar. Podemos quedar para el viernes que viene. ¿Qué les parece?
- Por mí está bien. – Acepté con el inminente deseo de que Camila accediera también.
- Entonces la semana que viene nos veremos.
Nos despedimos de Ally y Troy con efusividad. Ninguna de las dos parecía ser el tipo de persona que mostraba sus sentimientos abiertamente, sin embargo, la algarabía había derrumbado nuestras barreras expresivas. Quizás el motivo de su felicidad radicaba en que alguien había sido amable con ella sin juzgarla. El mío, en cambio, se debía a ese cambio momentáneo. Se sentía increíble esa aura relajada que transmitía Camila, como si la chica que me profesó odio otrora hubiese desaparecido. Bien sabía yo que tenía que andar con cuidado si no quería que su furia arremetiera contra mi persona.
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Can't Save You
FanfictionCamila le tenía miedo a la vida. Lauren había sufrido demasiado. Y por locuras del destino, dos almas rotas se habían encontrado para juntas intentar rearmar sus pedazos.