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—Demonios — susurraste alarmada mientras te agachabas entre todos los alumnos que estaban en el pasillo
Ellos te veían con el ceño fruncido, a ti te daba igual, tan sólo no querías que aquél hombre te viese.
Tú salón quedaba justo donde él estaba y ya estabas por entrar.
Miraste a la puerta que quedaba a unos cuantos pasos.
—Que sea lo que dios quiera — susurraste para después pararte
Pusiste un libro a lado de tu cara y caminaste rápidamente.
Sí, no te veías para nada sospechosa.
Te dirigiste rápidamente a las sillas de enfrente y te sentaste. Suspiraste de alivio.
¿Qué hace Leon aquí? Hace casi 1 año que lo veía — pensaste
Tú y Leon se habían conocido en Raccon City, él llevaba ya años trabajando en la estación y tú estabas de turista, prácticamente. El punto es que sufriste un pequeño accidente de tránsito, en el momento fueron policías y los médicos. Lo de Leon y tú fue fugaz, te fuiste sin dejar una palabra, él se había quedado confuso.
Tú no eras tonta, sabías que Leon nunca te vería como algo más, así que sólo le hiciste un favor. Quizás estabas algo equivocada.
Escribías tranquilamente, cuando oíste que tocaban la puerta de tu salón, más no volteaste.
—Dejen de escribir, muchachos — oíste a tu profesor — Como vieron, hoy a venido el presidente de visita, y por ende, todo su...equipo de...cuidado — rió nervioso — así que pasarán a ver qué todo está bien
Suspiraste para después soltar el lápiz.
—Adelante, por favor
Te recargaste en su silla y te cruzaste de brazos. No quisiste voltear, sólo esperábas que fuese rápido aquél movimiento.
Cerraste los ojos, tenías un poco de sueño. Aún seguías en la mudanza de tu nuevo departamento y habías tenido días muy cansados.
—Creo recordar que no se podía dormir en clase — oíste
No querías abrir los ojos.
Por más que pasara el tiempo, no olvidarías aquella voz varonil.
Abriste los ojos.
Leon tenía si típica chaqueta negra, su peinado seguía siendo el mismo.
Él te miraba con una pequeña sonrisa de lado, media socarrona.
—¿puedo revisar tu mochila?
Asentiste varias veces.
Respiraste ondo para después descruzarte de brazos, ahora movías tu dedos con cierto nerviosismo.
