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Jueves, 16 de septiembre


Luces rojas y azules, un megáfono que pedía a la curiosa muchedumbre que se marchara. Ningún vehículo se movía por miedo a hacer daño al muchacho cuyas rodillas parecían estar pegadas al asfalto, chillando a todo aquel uniformado que intentara acercarse.

Un coche negro fue el único que se atrevió a conducir, haciéndose hueco como buenamente pudo hasta quedar a escasos metros del ojo del huracán. La puerta del piloto se alzó hacia arriba, dejando ver a un joven embutido en ropas negras dirigirse hacia los hombres que analizaban cómo manejar la situación. Antes de que alguno se atreviera a recriminarle algo, el de cabello gris alzó su voz.

— ¿Qué ha pasado, agentes?

— Vuelva a su vehículo, por favor.

— Conozco a esta persona — añadió, señalándolo con su barbilla —. ¿Qué ha pasado?

— Eso es lo que nos gustaría averiguar — comentó otro.

— Déjeme su identificación, si es tan amable.

El susodicho rebuscó en los bolsillos de su pantalón hasta encontrar su cartera, de dónde sacó su documento de identidad. Dos de los tres policías quedaron ojipláticos al ver el brillante y característico sello que únicamente se le otorgaba a las familias líderes mientras que el tercero trató de disimular su asombro cuando comprobó la información de la tarjeta.

— Viktor Volkov, ¿hijo menor de la familia Volkov? — susurró, recibiendo una tímida sonrisa por parte del nombrado —. Sentimos no haberlo reconocido antes.

— Oh, no, por favor. No se disculpe, no es culpa de nadie. Mi rostro no es tan conocido — río brevemente, haciendo que los otros también lo hicieran —. El chico de ahí es el hermano de un buen amigo mío. Él está enfermo y se escapó de casa, hemos estado buscándolo durante un buen rato.

— ¿Enfermo? — preguntó el policía, devolviéndole su DNI.

— Sí, tiene esquizofrenia — inventó —. Espero que puedan tratar esto con discreción...

— Sí, sí, por supuesto. Entendemos lo que ha pasado, el pobre muchacho se habrá llevado un susto.

— Por favor, entréguele esto al conductor al que causó molestias. — Viktor le dio una tarjeta blanca —. Es mi bufete de abogados. Dígale que se ponga en contacto con ellos y le compensaremos por su tiempo.

— De acuerdo, señor Volkov. Discúlpenos usted, de nuevo.

— No hay nada que disculpar, gracias a ustedes por su gran trabajo.

Con una angelical sonrisa, Viktor se despidió de los agentes. Miró a Horacio, quien también lo miraba. Ahora le tocaba la parte más difícil.

Un conductor impaciente comenzó a tocar el claxon, haciendo que los ojillos del gamma se cerrasen con fuerza y que sus orejas volvieran a esconderse entre sus manos. Volkov caminó hacia él aparentando una seguridad que no tenía, pues no sabía cómo iba a reaccionar aquel chico. Horas antes había intentado asesinarlo, ¿quién le decía que no iba a volver a hacerlo?

Gamma ❇ Volkacio / Hollins [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora