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Jueves, 16 de septiembre


Horacio no supo cuánto tiempo había permanecido allí tumbado, en el suelo de la cocina. Aunque para él apenas habían pasado unos minutos, en realidad habían pasado horas. El joven gamma se fijó en el cielo rosado y naranja que podía ver a través del gran ventanal e hizo un esfuerzo por ponerse en pie, tambaleándose al principio, pues sus piernas dolían por estar en la misma posición durante tanto tiempo.

El gamma caminó hasta el fregadero, en donde había un trapo que Chris usaba para limpiar. Abrió el agua y lo mojó por completo para limpiar lo que había ensuciado. De nuevo en el suelo pero esta vez de rodillas, comenzó a frotar. No sabía si eso sería suficiente pero al menos lo habría intentado. No quería que Chris tuviera que limpiar su orín por él.

Subió a la segunda planta, dirigiéndose a la habitación del beta. Era la primera vez que entraba, por lo que la recorrió con curiosidad, sin sorprenderle el hecho que esta fuera más amplia que la suya. Se adentró en lo que supuso que sería su vestidor, quedando algo exhausto al ver tanta ropa. ¿Qué podría ponerse que no fuera de gran valor para Chris? Horacio rebuscaba entre las perchas, jamás había visto ropa tan bonita y se sentía mal al pensar que tendría que cogerle alguna. Hasta ahora Collins le había dado ropa cómoda con la que poder recuperarse pero no era lo mismo. Finalmente escogió unos vaqueros negros, una camiseta blanca y una parka de color caqui junto a las primeras deportivas que encontró. Decidió asearse, pues no sabía cuándo podría volver a hacerlo.

Todo fue apresurado, incluso su momento en la ducha. Cuando terminó de vestirse, ni siquiera se molestó en secarse el pelo. «Tengo que irme antes de que vuelva Chris», pensó. Cuando el gamma estuvo a punto de abandonar el cuarto, vio su reflejo en el espejo de este y no pudo evitar detenerse. Sus orbes verde y café hacían contraste con su piel caramelizada, al igual que su pelo castaño. Su abuela siempre le había dicho que era guapo, ¿de verdad lo era? El blanco de sus ojos había pasado a ser rojo por culpa del llanto y sus ojeras no mejoraban gracias a las pesadillas. Su rostro se veía cansado, terriblemente cansado, e incluso había perdido todo ápice de color en sus mejillas.

Con un semblante triste, Horacio ocultó su cabeza bajo la capucha de su abrigo tras cerrar la cremallera. Un cubrebocas negro lo ayudaría a pasar más desapercibido al ocultar gran parte de su cara. Se dirigió a la cocina y abrió la mochila que había escogido para meter algún que otro alimento y botella de agua. Se sentía un miserable por estar haciéndole eso a Chris pero, ¿qué otra cosa podía hacer? ¿Quedarse y arriesgarse a que él también muriese por su culpa? El castaño abrió de nuevo el cajón en donde se encontraban los cuchillos, vacilando al ver el que había escogido para atacar a Viktor. Tragó con dificultad al recordar la escena y desvió su mirada hacia el reloj. No le quedaba demasiado tiempo, por lo que escogió el que más afilado parecía, escondiéndolo en el hueco del cinturón, por la zona de su espalda. Comprobó que este quedaba oculto gracias a su chaqueta y puso rumbo a la puerta que daba al mundo exterior.

Gamma ❇ Volkacio / Hollins [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora