𝘀𝗶𝗲𝘁𝗲

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Villamil 🌀

Son las siete de la noche, no ha llegado nadie más en un buen rato. Entonces decido hacer aquello que he pensado toda la tarde. Voy a resignarme, a mostrarle mí amor y que ella decida que hacer. Voy a amarla, aún cuando ella decida ser...
Celestina.

Me aproximó lentamente a la puerta, tocando.

Una
Dos
Tres veces

Oigo el sonido de sus tacones chocar con el suelo y el corazón se me detiene. Abre la puerta y me sonríe, o bueno sonreía, pues deja de hacerlo al ver qué soy yo quién ha tocado su morada.

—¿Qué haces aquí Villamil?
—¿Esperabas a alguien más?
—Creí haberte dicho que no volvieras

Suspiré un momento y la observé con detenimiento.

—Y yo recuerdo haberte dicho que te amaría, aún si decides... Seguir siendo Celestina.

Bajo la mirada, en un afán de tristeza..

—Villamil, no hagas dramas
—No puedo dejar de hacerlos, te lo prometí

Me sorprendí, cuando ella se lanzó a mis brazos, mientras las lágrimas caían por sus mejillas.

Estaba confundido... ¿Qué tenía?

—¿Qué tienes Celesti..?- traté de preguntar, antes de que me interrumpiera

—Celeste, soy Celeste.... Y yo... Villa, voy a morir- soltó de golpe.

Me quedé estático, limitándome a abrazarla, sentir sus sollozos en mí pecho y sus lágrimas empapando mí camisa, mientras procesaba lentamente sus palabras y tejía mil teorías en mí cabeza.

¿Le debía dinero a alguien? ¿Tenía alguna enfermedad de transmisión sexual?
¿Quería... Suicidarse?

Acaricié su cabello y bese lentamente su cabeza.

Necesitaba respuestas

—Celeste... ¿V-vas a morir?- pregunté, casi en un susurró

No me respondió.

Secó sus lágrimas y se acercó lentamente, chocando sus labios con los míos. Tardé en reaccionar, parecía un sueño...
Un extraño sueño. Tomé sus mejillas, correspondiendo su beso, acelerando mí respiración, uniendo nuestros alientos. Ella llevó sus manos a mí camisa, jugando con los botones, recorriendo mí cuello con sus dedos. Acaricié su espalda, llevando mis manos a su cintura, apegandola a mí.

Sentí que sonrío y se despegó de mí beso, para después dirigirse a la puerta y cerrarla. Volvió hacia donde estaba y me dirigió a lo que entendí, era su habitación.
Yo seguía en shock, sin entender muy bien lo que sucedía. Regreso hacia donde estaba y volvió a besarme, esta vez desabotonando mí camisa, tratando de sacarla. Parpadeó un par de veces antes de comprender.

Me embriague en sus besos y traté de dejarme llevar. Acaricié su falda de piel, tratando de bajar su cierre, y al no poder hacerlo, abrí con pesadumbre los ojos.

Fue entonces cuando note las botellas de Brugal, las mentitas que le regalé y las cortinas, que daban a la calle.

Recordé cuando la conocí, recordé cuando la lleve en su casa. Verla ahí, pensar que era otra persona. Recordé lo sucedido en el bar, un mes atrás.

Ella... era una prostituta...

Me separé de ella, mirándola a los ojos, notando su expresión confundida, sus labios rojos y sus ojos llorosos.

—Celeste...
—No digas nada, Villamil.
—Necesito saber que eres realmente

Ella retiro la mirada, cercioro a sus costados, y suspiró, mientras le señalaba un sobre, colocado en la mesa de noche.

Él lo tomo rápidamente.

Cáncer.

Uno muy avanzado.

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𝐂𝐄𝐋𝐄𝐒𝐓𝐈𝐍𝐀 | [ 𝗖𝗢𝗠𝗣𝗟𝗘𝗧𝗔 ] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora