𝗼𝗰𝗵𝗼

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Celestina 🌀

Lo miró expectante, con temor a su reacción.

No sé en qué estaba pensando hace un momento, sólo me deje llevar por el momento, por la magia de sus labios sobre los míos, queriendo experimentar por primera vez, cómo sería hacer... Eso, por amor y no por obligación.

Él tenía la mirada desencajada, ví como sus ojos se cristalizaban, conforme avanzaba la lectura de aquel documento.

Volteó a verme.

—¿Tienes...?– pregunto, tímidamente.

—Cáncer de hígado, muy avanzado– hablé, mientras lo veía tratar de guardar la compostura.

—¿Cuánto tiempo?– murmuró, aguantando el aire.

—máximo un mes.

Se quedó helado, analizando mí rostro.

Baje la mirada y empecé a lagrimear.
Yo quería evitarnos esto, quería apartarlo, pudrirme sola, sin tener que manchar a Villamil con todo este fango.

—Lo siento mucho– murmuré.

—¿Por qué te disculpas?–inquirio, con los ojos puestos en una de las recetas.

—Y-yo te mentí Juan Pablo, te oculte cosas, deje que sintieras cosas por mí, sabiendo que tarde o temprano te lastimaria– agaché el rostro, hundida en mis palabras, cerrando los ojos, para armarme de valor y continuar— me queda muy poco tiempo y aunque hubiera podido tener unos últimos días felices a tu lado, jamás me perdonaría el hecho de dejarte a ti, sufriendo.

Y una lágrima traviesa, recorrió mí desierta mejilla, seguida de dos, tres y una lluvia completa de ellas.

—Celeste... –note, cómo había dejado los sobres en la mesa, tomando mí rostro con sus manos— te amo.

Mí respiración se aceleró, mí pulso se detuvo, casi sin esperar otra reacción, mí cerebro, mí corazón y mí boca se prepararon para decir lo que yo no quería aceptar.

—Yo también.

(...)

Y volteó, lentamente, al sentir el sol, golpeando mí rostro.

Nunca me ha gustado el sol mañanero, siempre termina quitándome en medio del sueño, procedo a tratar de voltearme.

Cuando trato de darme la vuelta, me doy cuenta de que no estoy sóla.

𝐂𝐄𝐋𝐄𝐒𝐓𝐈𝐍𝐀 | [ 𝗖𝗢𝗠𝗣𝗟𝗘𝗧𝗔 ] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora