La naturaleza no se equivoca
¿O sí?
Las lágrimas gruesas se deslizaban por sus mejillas, mientras el chiquillo soltaba pequeños rugidos de frustración. Sentado en el piso a los pies de la cama y abrazando sus piernas en la penumbra de su habitación, se mecía ligeramente tratando de consolarse a sí mismo. El coraje que sentía en ese momento lo estaba ahogando, y se desbordó en forma de llanto.
—No es justo, no es justo, no es justo —murmuraba una y otra vez desconsoladamente.
Itzel, su hermana gemela le observaba desde el umbral de la puerta.
—¿Estás enfadado conmigo?
—¡Sí! ¡No!... ¡No sé!
—Sabes que no es mi culpa... yo no lo decidí así —dijo la niña adentrándose en la habitación y sentándose en el borde de la cama.
—Ya sé...
Ambos chiquillos habían entrado por fin en la edad del celo, revelándose así su jerarquía en la sociedad. Itzel resultó ser una alfa, y Pedro un omega. Y es que la forma en que lo descubrieron, no fue en lo absoluto agradable.
Estaban en el parque, no era muy tarde, apenas anochecía cuando Pedro comenzó a sentirse agitado, se había mareado, y antes de que cayera al piso notó como alguien lo había abrazado por la espalda, iba a agradecerle a la persona que le había ayudado, cuando reparó en que le apretaban más contra el cuerpo ajeno.
—Que rico hueles —escuchó una voz masculina en su oído, mientras sentía como lo olfateaban en el cuello y detrás de las orejas.
De pronto notó una mano acariciándole el trasero por encima de los shorts.
—¿Te estás humedeciendo para mí precioso?
Lo odiaba, lo odiaba tanto. Más allá del miedo, se sentía confundido, asqueado y rabioso, ¿Cómo se atrevían a hablarle así? ¡A tocarle así!
—¡Suéltame cabrón!
Empezó a patalear y dar puñetazos detrás de su cabeza intentando asestarle al hombre, pero no parecía surtir ningún efecto.
—Así que tienes garras gatito. Así me gustan más —se burló el hombre mordiéndole ligeramente el hombro.
El miedo comenzó a hacer acto de presencia ante la impotencia, cuando de pronto sintió una sacudida brusca, y el hombre soltó un grito de dolor.
—¡Auxilio! ¡Un pervertido! ¡Tiene a mi hermano! —chilló Itzel, para nuevamente provocarle otra sacudida a su mellizo.
La niña golpeaba al hombre con un bate de beisbol por la espalda, pero la fuerza no era propia de una chiquilla de 12 años, ni de la complexión de Itzel, bajita y flacucha, en lo absoluto. Era la potencia de una alfa.
—¡Por favor auxilio!
Itzel gritaba asustada sin darse cuenta siquiera de la fuerza con la que asestaba sus golpes.
—¡Esa niña se robó mi bate!
—¡Hey! ¡¿Qué está haciendo?!
—¡Tiene a un niño!

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Instinto Natural
Fiksi PenggemarOMEGAVERSE AU La naturaleza nunca se equivoca. Pedro es un chico intrépido y fuerte, junto a Itzel son los herederos de la nación de México, sin lugar a dudas su destino es el mismo que el de su hermana, ser un alfa que le traerá prosperidad a su pa...