— ¿Cómo ha ido la semana?
— Bastante bien, la verdad.
— ¿Ha vuelto a tener alguna crisis?
— No, bueno la otra noche tuve una pesadilla, pero no se si eso cuenta como una.
— Podríamos decir que si, cuéntame ¿que ocurría en esa pesadilla?
— Bueno ¿Recuerda lo que le conté que soñé estando en coma? Aquel sueño que me veía a mi misma sujetando una manta mientras lloraba.
— Si, la recuerdo.
— Era parecido, del mismo estilo, me veía a mi misma desde fuera, como si estuviera viendo una película.
— Y que ocurría en la película.
— Me levantaba de la cama, iba a una habitación, una habitación de bebe. Pero cuando mi imagen se asomo a la cuna... no había nada. Despertaba a Eric y los dos se ponían como locos a correr por la casa buscando al bebe que había desaparecido.
— Tuvo que ser agobiante.
— Lo fue...
— ¿Por qué presiento que no termino ahí el sueño?
— Pues bueno, mientras ellos estaban como locos yo mire por la ventana...
— ¿Qué viste?
— A un hombre, vestido de negro, con el bebé en brazos. Y parecía como si me pudiese ver. Mi otra yo y Eric no podían verme ni oírme, pero este hombre me vio, y me apunto con una pistola. Al dispararla fue cuando me desperté.
— Entiendo. Las pastillas que le recete para dormir, ¿le han servido el resto de días a parte de esta noche, o no ha sido una excepción?
— Si, no he tenido pesadillas a parte de aquella noche, me funcionan muy bien.
— De acuerdo, entonces continuaremos con la pauta que tenias. El TEPT es un trastorno complicado y se tarda un tiempo en que mejore, es importante que continue con la pauta hasta que se lo indique, y hable esto con alguien de confianza. Recuerde que esto es un proceso y que no esta sola en el. Tiene a su marido, a su mejor amiga...
— Liss
— Liss, efectivamente, y también me tiene a mi.
— Muchísimas gracias doctora.
— No se merecen ¿La semana que viene a la misma hora?
— Pensaba que las sesiones serian cada dos semanas ¿Cree que estoy peor?
— No, nada de eso, solo creo que acortar el tiempo entre sesiones le ayudara a liberar las tensiones y el estrés.
— De acuerdo, pues hasta la semana que viene, muchas gracias.
ERIC
— ¡Llegue!— oigo a Hanna gritar desde la puerta, así que bajo al recibidor.
— Hola preciosa ¿Como ha ido?
— Bastante bien.
— Me alegro, ¿le contaste lo de la otra noche?
— Si, pero me ha dicho que continue con la misma medicación, supongo que al ser aislado cree que debería continuar por si vuelve a pasar.
— Puede ser.
— La semana que viene tengo la siguiente sesión.
— Perfecto, creo que estaré libre y te podré llevar.
ESTÁS LEYENDO
El hijo del socio de papá
Novela JuvenilAlgo se cuece en la empresa de los padres de Hanna. La joven, cerca de alcanzar los veinte años y a las puertas de acabar su grado en empresariales en la universidad de Harvard, no tiene ni idea de lo que sus padres tienen preparado para ella. Por o...