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Son las nueve de la mañana, estamos abordando el avión, Noah tiene agarrada una de mis manos mientras con la otra sujeto mi maleta marrona. El pequeño de ojos grises me sonríe.

Los chicos están delante de nosotros por unos metros, Allek ha estado muy alejado de todos, cuando aparece solo habla con los demás ignorándome.

Pronto me iba a cansar de esto.

—¡Tia Jenny!— me llama Noah, lo miro con curiosidad — ¿Quieres?— me ofrece de su jugo de fresa, le sonrío y me agacho un poco para que me dé, él con unas risitas me da de probar. Me levanto y le agarro la manita para seguir caminando.

Hasley y Helen salieron más temprano, así que deben estar dentro del avión.

Nosotros entramos en una fila, allí hay algunos adolescentes riendo entre ellos. Uno de ellos cruza su mirada con la mía manteniendo su sonrisa divertida, parece el mayor de ellos, le sonrío y él se sonroja y desvía la mirada. Los adolescentes que van con él empiezan a burlarse.

—Tia Jenny, ¿Los conoces? — preguntó Noah, yo negué mientras le revolvía el cabello.

Sigo caminando, le entrego mi boleto a una chica que está alado de la puerta del avión, ella nos sonríe. Subo las escaleras con Noah, entramos y vemos a los chicos recibiendo el número de los asientos. Luis me sonríe y se va con los chicos. Parece que hoy es el día de evitarme, ¡Genial!

—Hola, ¿El pequeño  viene contigo?— asiento, ella alza sus cejas en asombro— ¿Eres su madre?

Niego rápidamente.

—No, no. Soy su... Tía. Sí, aquí está su mamá. — ella asiente y me da un número para mí, llevo a Noah con Helen y luego me voy a donde indica el número. Hay tres asientos. Vacíos.

Tiro mi bolso en uno de los asientos, agarro la maleta y trato de guardarla arriba, pero cuesta para que entre. suelto unas exclamaciones, batallo con la maleta pero no entra.

—¿Te ayudo?— pregunta alguien, giro mi cabeza y veo a el chico que ví antes de entrar, asiento y me hago a un lado.

La maleta entra con facilidad. Él me mira con una ceja enarcada mientras yo abro mi boca con asombro.

— La maleta no quería entrar, lo juro— balbuceé, él sonrió y me miró divertido — Quiero decir, eh... Gracias.

—No hay de qué, Soy Klarson— me tiende su mano.

—Soy Jenny, un gusto.

Él sonríe.

—Bueno, eh... Creo que aquí es dónde tengo que sentarme — dice él mirando uno de los asientos.

—¿Enserio?— pregunté. Él asintió.

—Sí, bueno... Eso es lo que dice aquí — señala el pedazo de cartón donde nos habían dado los números. Asiento y dejo que él se siente alado de la ventana.

Yo le doy una sonrisa amable a lo que él responde con una tímida.

Me siento alado de él, coloco mi bolso negro en el asiento de alado.

Cuando las turbulencias cesan, una música resuena en todo el avión con el volumen adecuado.

La voz suave de Gianluca Grignani inunda el avión:

«Yo pienso que...
No son tan inútiles las noches que te dí»

Un pequeño dolor en mi pecho se hace presente cuando sé de qué tratará la música.

«Te marchas y qué...
Yo no intento discutírtelo, lo sabes y lo sé»

«Al menos quédate solo esta noche, prometo no tocarte, estás segura.

Todo Por Ella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora