En 1910, la península coreana fue anexada por el imperio japonés a través de un polémico tratado que dió inicio a un periodo de dominio nipón.
Este suceso ocasionó que muchas familias japonesas económicamente poderosas decidieran trasladarse a Corea debido a que eran tierras más extensas y baratas además de que había mayor posibilidad de encontrar esclavos para explotar a precio mucho más bajo que en Japón.
La familia Minatozaki decidió comenzar una vida en Corea después del nacimiento de su primogénita Minatozaki Sana. Sus cercanos allegados, la familia Myoui, se habían mudado a Corea recientemente por lo cual si no querían perder el futuro trato de unir en matrimonio a su hija con el primogénito de dicha familia, Kai Myoui, debían seguirlos y mudarse también, cosa que fué bastante buena para la familia Minatozaki ya que la vida en Corea realmente era mucho más accesible.
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La pequeña Sana iba creciendo y viviendo una infancia realmente buena al lado de su familia en Corea, recibía educación en casa por tutores que sus padres habían contratado y aprendía Coreano para en un futuro poder utilizarlo en el país que ahora habitaba, no le faltaba nada, a sus cuatro añitos ya contaba con una enorme fortuna por heredar, sus padres eran amorosos con ella, se divertía jugando con sus nanas y mayordomos junto a la inmensa cantidad de juguetes que poseía mientras vivía una vida plena desconociendo la pobreza y maldad que había fuera de su enorme mansión. Pero a pesar de prácticamente tenerlo todo nunca humilló a sus siervos entendiendo que a pesar de ser sus empleados eran sus mayores y les debía respeto.
La niña era feliz y nunca se había sentido sola debido a todo el amor que recibía hasta que comenzó a sentir la falta de compañía de alguien de su edad con quien jugar, solía ser acompañada por Mina algunas tardes de juegos pero eso no era suficiente, comenzó a entristeserse al ver a su amiga jugar al lado de su hermano haciéndola desear algo parecido, si bien su padre le decía que ella era la reina de la casa ahora sentía la necesidad de alguien con quien compartir ese reinado, quería tener a alguien pequeño en su casa con quien jugar como Mina tenía a su hermano.
Sin embargo continuó creciendo sola, a pesar de vivir rodeada de toda la fortuna y lujos que sus padres poseían seguía sintiendo ese enorme vacío que solo un compañero o compañera permanente podría llenar, quería a alguien que pudiera estar en su casa sin límite de tiempo como lo tenía con Mina, siempre que jugaban y se divertían llegaba el triste momento de la despedida cuando Mina se iba a casa a continuar jugando ahora con su hermano mientras Sana se quedaba sola deseando algo parecido.
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Sana a sus doce años ya no mantenía esperanza alguna de que sus padres le concedieran un hermanito, creía estar condenada a estar siempre sola, eso hasta que escucho a su padre hablar con una de las criadas en la sala de la casa.
—¿Ya tiene once años? Esa es una buena edad para que comience a trabajar, Sana está creciendo y ahora necesita una criada para ella sola en vez de sus nanas de la infancia.
—Pero señor, mi hija aún es muy joven para trabajar.
—Tonterías, quiero a tu hija mañana temprano aquí contigo para comenzar a trabajar ¿Como era que se llamaba?
—Park Jisoo, señor.
—Quiero a Park Jisoo mañana por la mañana aquí lista para comenzar el trabajo.
Sana no podía creer lo que acababa de escuchar ¡Tendría una criada como su madre y la señora Myoui! Definitivamente tenía que contarle a Mina, seguro moriría de envidia al enterarse.
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DESPUÉS DE LA MUERTE // SAHYO [OS]
Hayran Kurgu-¿Crees en la vida después de la muerte?- Sana preguntó. -Claro que no Sana, eso es ridículo- Respondió riendo la coreana. -¡No lo es! Que tú no lo creas no significa que sea ridículo- Se defendió dando una palmadita en el hombro de la contraria. +...