Capítulo 15

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Faltaba una semana para que llegara el día más esperado, la graduación. Todo ese tiempo fue muy duro para mi. Jack no dejaba de buscarme y la verdad me incomoda mucho.

—Camille.— Jack saludó sonriendo.

—¿Qué haces aquí?— Le pregunté confundida observando a mi alrededor.

—Te vi sola y pensé que necesitabas compañía.— Dijo cruzándose de brazos y colocándose a mi lado.

—Jack, estoy cansada de repetirte lo mismo todos los días.— Le dije y lo miré de frente. —No quiero que me hables, no quiero nada de ti.

—Entonces no lo sigas repitiendo, yo jamás me cansaré de hablarte así que pierdes tu tiempo.— Respondió elevando sus hombros como si no le importara nada.

—No lo puedo creer.— Suspiré cruzándome de brazos, Jack solo rió suave logrando que lo mirara mal.

—¿No te irás a casa?— Preguntó y asentí.

—Estoy esperando a que llegue mi papá.— Le dije y formó una o con sus labios.

—Se que te molesta pero esperaré contigo.— Me mostró una sonrisa y me encogí de hombros.

Por más que le dijera que no, por más que le pidiera que se fuera él se quedaría hasta que llegara mi padre. Así que solo me quedé observando a mi alrededor, hasta que mi teléfono comenzó a sonar.

—Papá, ¿ya vienes de camino?— Pregunté.

—No querida, lo siento mucho.— Contestó y mordí mi labio. —Tengo que quedarme un poco más en el trabajo así que no podré buscarte, perdóname por eso.

—Tranquilo, de todos modos hay un amigo que me puede llevar.— Jack arrugó su frente un poco y asentí a lo que digo mi padre. —Nos vemos.

Terminé la llamada y guardé mi celular suspirando.

—¿Qué pasó?— Preguntó Jack confundido.

—Nada, ya me voy.— Contesté y comencé a caminar a mi casa.

—Espera, ¿te irás caminando?— Me alcanzó y siguió caminando a mi lado.

—Sí.— Asentí.

—Le dijiste a tu padre que te podía llevar, vamos.— Jack señala el estacionamiento y niego.

—Dije que un amigo podía llevarme, no tú.— Le di una media sonrisa y se detuvo frente a mí.

—Soy el único que está contigo, en ese caso soy tu amigo y el único que puede llevarte.— Responde y niego.

—Ni loca me montaría en tu auto para que me lleves.— Le pasé por el lado y seguí caminando.

—Entonces vamos caminando.— Dice alcanzándome y me detengo frente a él.

—¿Y qué pasará con tu auto? No lo puedes dejar ahí.— Señalé el estacionamiento y Jack sonrió. —Busca tu auto y vete a tu casa, yo me iré caminando.

—Cam, te llevaré a tu casa y luego regresaré por mi auto para irme a mi casa.— Jack comienza a caminar y arrugo mi frente.

—No voy a dejar que hagas eso.— Le digo y se detiene. —No puedo permitir que camines hasta mi casa y que después regreses caminando a buscar tu auto, llegarás muy tarde y cansado a tu casa.— Suspiro. —Y algo malo podría pasarte.

—Estás.— Se gira a mi. —¿Preocupada por mí?— Pregunta y trago negando.

—Iremos en tu auto.— Comienzo a caminar al estacionamiento y Jack trata de alcanzarme. —Pero ni una sola palabra porque si no me bajo y camino sola.

—Está bien, no diré nada.— Llegamos a su auto y me abrió la puerta.

Lo miré y señaló el asiento, entré a su auto y me acomodé para amarrarme. Jack se montó y puso su auto en marcha. Durante el camino fuimos callados escuchando algo de música, solo hablamos para decirle dónde vivía.

—Así que aquí vives.— Dijo y nos bajamos del auto después de apagarlo.

—Sí.— Asentí acercándome a él. —Muchas gracias por traerme.

—Es un placer poder hacerlo.— Sonrió y suspiré.

—Ahora ve a tu casa y descansa.— Le dije y caminé hasta la puerta.

—Gracias por permitirme traerte.— Me gritó y lo miré.

—Fue chantaje.— Solté y reímos.

—Entra y descansa.— Se despidió con la mano y asentí.

—Cuídate.— Abrí la puerta y entré.

Jack encendió su auto y me acerqué un poco a la ventana para observarlo mientras se marchaba. Cuando lo perdí de vista suspiré y decidí prepararme algo de comer. Después me di una ducha y me quedé usando mis redes un rato hasta que un número desconocido me llamó.

—Bueno, ¿quién había?— Pregunté después de contestar.

—Ya llegué a mi casa, ¿comiste algo?— Abrí mis ojos y me senté en mi cama.

—¿Jack, eres tú?— Pregunté sorprendida.

—Lo siento, pedí tu número para guardarlo por si algo pasaba.— Respondió.

—No está bien, digo.— Mordí mi labio. —No pensé que lo tuvieras pero da igual.

—¿Y? ¿Comiste?— Volvió a preguntar.

—Sí, ¿y tú?— Bajé la mirada.

—No tengo hambre.— Respondió.

—Tienes que comer.— Dije en forma de regaño y lo escuché reír.

—Solo llamé para avisarte que había llegado y para saber si comiste, ya no te molestaré más.— Dijo y asentí.

—Claro, estoy algo ocupada, adiós.— Colgué sin permitirle decir ni una sola palabras más.

Respiré profundo y me acosté a observar el techo de mi habitación.

Razones para odiarte ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora