Capítulo 1

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Era el día de comenzar una nueva vida, experimentar nuevas cosas, conocer nuevas personas, tener nuevas amistades, tratar de ser feliz.

Me levanté bostezando y me estiré para luego dirigirme al baño. Después de haber estado lista bajé a la cocina. Allí me senté en la mesa del comedor y me quedé observando a mi padre. ¿Qué haría yo si lo perdiera? Sería tan duro para mí perderlo como ya había perdido a mi madre.

—Buenos días, papá. Huele muy bien lo que estás preparando.— Mi papá al escucharme me miró y sonrió para seguir con lo que estaba haciendo.

—Buenos días, cariño. Quiero prepararte un rico desayuno para tu primer día de escuela.— Mi padre sirvió dos panes y un revoltillo en dos platos, uno para él y uno para mí.

—Se ve delicioso, muchas gracias, papá.— Le di un beso en la mejilla cuando me entregó el plato con el desayuno.

El desayuno de mi padre había quedado riquísimo, al terminarlo, dejé todo limpio y junto a él salimos de la casa y nos montamos en el auto. Gracias a las palabras de mi padre antes de salir de la casa, dejé de estar tan nerviosa. Al llegar me despedí de mi padre y bajé del auto.

Me quedé mirando algunos segundos la escuela, era grande, muy bonita, de dos pisos y con un patio gigante. Entré y fui directo a la oficina de la secretaria donde me dieron los horarios, me dijeron en que grupo estaría, que clases tendría y con que maestros.

Guardé los papeles en mi mochila para poder ir en busca de mi primer salón. Después de algunos minutos lo encontré y entré, habían pocos estudiantes, pero poco a poco fueron llegando.

Todo había estado bien hasta que llegó la hora de la clase de educación física, en lo personal, odiaba bastante esa clase. Prefería estar en una silla leyendo cualquier libro o haciendo cualquier trabajo.

Teníamos que dar 20 vueltas a la cancha entera. Daba lo mejor de mí para poder terminar esas vueltas que me faltaban, por lo menos no era la única que iba atrás, aunque ya habían estudiantes que habían terminado.

Con mucha pena tuve que aceptar mi derrota por no haber terminado las 20 vueltas ya que me había quedado sin aire y tuve que sentarme para tomar un poco de agua.

Que desastre.

—Hey Cam, ¿qué pasó? No terminaste las veinte vueltas.— Perla se sentó a mi lado.

—No pude, Perla. Di lo mejor de mí, pero no estoy acostumbrada, además, esta cancha es bastante grande.— Suspiré para tomar un poco más de agua de mi botella.

—Chicas, ya pueden ir a su próxima clase.— La profesora nos sonrió y se fue con los demás estudiantes.

Fuimos al baño de la cancha y después de haber estado listas, fuimos al salón de español. Entramos y nos sentamos juntas. Después de una hora salimos del salón, bajamos al primer piso y fuimos al baño.

—Camille, ¿qué te parece si comenzamos a correr todas las mañanas? Así te acostumbras y podrás terminar las veinte vueltas que hay que dar en educación física.— Perla sacó de su mochila un labial y se lo untó.

—Me encantaría, pero no vivo muy cerca.— Dije observando como guardaba su labial y se giraba hacia mi.

—Entiendo, tu mamá te tiene que traer.— Mencionó Perla y bajé la cabeza.

Razones para odiarte ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora