Capítulo 17

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Pasamos por tantas cosas, la mayoría de ellos fueron malos momentos, la verdad fue que Jack se comportó como un idiota durante todo ese tiempo. Me trató mal, me humilló, me hizo sufrir.

Había pasado un mes y no sabía nada de él. La última vez que lo vi fue el día de la graduación, en la montaña. Lo peor de todo fue que en vez de alegrarme porque ya no iba a tener más contacto con él, me entristreció, y la verdad no  tenía clara la razón.

El pidió una oportunidad para demostrarme que era diferente pero yo lo rechacé y le dejé en claro que lo odiaba.

Estar todos los fines de semana en mi casa sola, era súper aburrido. Estudiaría en una universidad en España, me habían aceptado y yo estaba súper emocionada. Dos años fuera estudiando lo que tanto amaba, lo que me apasionaba desde que era pequeña.

Trabajaba la semana completa en un restaurante, me pagaban bien y con eso podía pagar mis gustos. Mi papá se había convertido en un hombre importante. Se había ganado la confianza, el respeto y el amor de todos en la empresa, por tal razón, lo subieron a puestos más importantes y los tres estamos orgullosos de él, porque sí, mi mamá también lo está.

—Camille, sabes que te voy a extrañar mucho.— Mencionó Perla abrazándome.

Pues sí, ese día viajaría a España, todos estabamos en el aeropuerto.

—Perla, voy a volver.— Contesté riendo.

—Quiero ir contigo, por favor.— Rogó ella arrodillándose frente a mi.

—No hagas esto por favor, el avión me espera, además, tu vuelo sale en dos días.— Miré a todas partes tratando de alejarme de ella.

—Ya mi amor, ella debe irse.— Lucas la ayudó a ponerse de pie y la abrazó para que yo pudiera irme.

—Adiós, los amo a todos.— Grité mientras me alejaba.

Ya me había despedido de todos, pero Perla había sido la más afectada.

—Camille.— Escuché mi nombre y me quedé paralizada.

Al girarme lo vi, Jack estaba allí parado con una rosa.

—¿Qué haces aquí?— Le pregunté confundida, el bajó su mirada y caminó hasta mi. Colocó la rosa en mis manos y me miró.

—No podía permitir que te fueras sin antes poder verte, lo pensé mucho pero no fue suficiente con verte de lejos.— Sonrió triste y miré la rosa en mis manos sin poder creerlo. —Espero que todo te vaya bien y que regreses saludable.

—No era necesario que vinieras a despedirte.— Le dije sin poder mirarlo, no sabía que más decir o cómo actuar.

—Lo sé, para ti no es necesario pero para mi sí, porque sabes que estoy enamorado de ti y este será el último día en vernos.— Me dijo sosteniendo mi mentón y haciendo que lo mirara a los ojos. —Hasta nunca, Cam.

Jack dió media vuelta y se fue, dieron el último aviso de vuelo así que entré al avión y me senté en mi asiento correspondiente, al lado de un chico de mi edad.

—Bienvenida, compañera de viaje.— Sonrió el chico agitando su mano libre.

—Muchas gracias.— Sonreí para después suspirar.

—Espero que no te moleste si te hablo mucho, soy muy sociable.— Dijo el chico apretando sus labios.

—Tranquilo, no me molesta.— Negué acomodandome en mi lugar. —¿Tú a dónde irás?— Pregunté para dejar de pensar en lo que había ocurrido.

—A España, ni modo que a China.— Contestó elevando una de sus cejas.

—Eso ya lo sé, me refiero a que parte de España.— Aclaré algo sonrojada.

—A estudiar en la universidad, quiero ser ingeniero.— Contestó el mientras miraba por la ventanilla.

—Yo igual, iré a estudiar.— Dije sonriendo.

En el avión había conocido a Carlos, sí, así es su nombre. Es un gran chico e iríamos a la misma universidad. También me enteré que vivía cerca de mi casa, bueno, no muy cerca pero sí, más o menos media hora para llegar, algo así.

No había llegado a España y ya tenía un compañero, era increíble como pasaban cosas inesperadas. En pocos minutos me había quedado dormida en el avión, pues no había dormido bien las noches anteriores.

Sentí que me movían suavemente y cuando abrí mis ojos me encontré con la gran sonrisa de Carlos. Lo raro es que ya no estábamos en el avión, estábamos en un taxi, ¿taxi? ¿Cómo era posible eso?

—¿Qué hacemos aquí?— Pregunté fuera de tiempo.

—Es que estabas tan dormida que tuvieron que cargarte hasta el taxi.— Contestó Carlos encogiéndose de hombros.

—Que vergüenza, lo siento mucho.— Sentí mi cara arder y me soplé con las manos.

—Tranquila, te trajo un chico joven y guapo, dijo que no pesabas y que eras muy guapa.— Abrí los ojos exageradamente y Carlos comenzó a reír como loco.

—No debí confiar en ti.— Empujé su hombro y comencé a reír negando con la cabeza.

Después de calmarnos bajamos del taxi y nos encaminamos por el gran portón que daba paso a la Universidad de España. Era muy grande y me sentía bastante cómoda, era de mi gusto.

—Debemos ir a una charla, allí nos darán la información necesaria para nuestro comienzo.— Informó Carlos mirándome de reojo.

—Primero debemos preguntar en donde es la charla.— Giré a todos lados buscando algún guardia o alguien que trabajara allí, pero no había nadie, solo estudiantes.

Después de algunos minutos llegamos a la charla y nos ubicamos silenciosamente ya que la misma había comenzado. Nos indicaron los distintos horarios que habían, las clases obligatorias para cada profesión, nos explicaron las instalaciones y más. También nos informaron sobre nuestros dormitorios, eran para dos y los dormitorios de los chicos estaban separados a los de las chicas.

—Bien, espero poder verte seguido, aunque no estudiemos lo mismo.— Sonreí ante el comentario de Carlos.

—Por supuesto que sí, amigo.— Lo abracé y el sonrió para después separarnos.

Nos despedimos con las manos y cada uno se dirigió a su dormitorio correspondiente. Cuando entré para ordenar mis cosas encontré a una chica muy sonriente, al parecer ya me estaba esperando.

—Gracias Dios por no mandarme una rubia de ojos azules.— Suspiró la chica y se acercó a mi. Me quedé inmóvil ante su comentario. La chica me dió una vuelta completa y me examinó completamente. Era flaca, alta, de ojos azules, piel blanca, pelo rubio y largo. Me sorprendió que no quería compartir habitación con una chica como ella. —Perdón, es una falta de respeto recibirte así, sin presentarme.— Sus cachetes se ruborizaron un poco y volvió a suspirar. —Mi nombre es Chloe Gray, es un gusto.— Sonrió.

—El gusto es mío, soy Camille Miller.— Apenas pude contestar y sonreír.

Chloe era una gran chica, agradecía tener una compañera como ella. Mi viaje a España estaba saliendo mejor de lo que esperaba.

Razones para odiarte ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora