Capítulo III

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*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y el libro completo en Patreon.com/chispasrojas.


Capítulo III. La Fuga

En el atardecer de Gaia, Jungkook encontró a Darien fuera de la panadería, cargando con dos sacos de semillas.

—Tengo algo para ti —Jungkook le sorprendió de espaldas.

Y al dar media vuelta, observó una funda de cuero. Él le entregó el mandoble que había forjado en la herrería, como si no fuera gran cosa. Darien se lo agradeció, adoraba los mandobles y aún no tenía un arma de su propiedad. Cuando le preguntó por qué lo hacía, el pelinegro simplemente encogió los hombros.

—Es un regalo —desvió su mirada—. Te prometí que te daría algo en tu cumpleaños, y ya han pasado algunos meses...

—Ah, truhan —exhaló—. Pues sí que te lo tenías guardado. ¿Y ahora cómo te devuelvo esto?

—Tendrás que darme una hogaza de pan todos los días hasta fin de año —bromeó Jungkook.

Los dos se echaron a reír, y Darien lo aceptó encantado. Sin darle más importancia, se lo llevó dentro de casa y luego Jungkook le ayudó a cargar los sacos hasta la despensa trasera de la panadería, donde el horno aún calentaba hasta hacerles sudar.

Después se despidieron, prometiéndose verse en la feria. En el regreso del pelinegro a casa, pasó por el pequeño establo y acarició el hocico del caballo que de su familia. Era negro, con manchas marrones. Se llamaba Sombra y tenía algunos años.

Jungkook se detuvo allí, contemplando a Sombra. Se preguntaba si debía llevárselo cuando se marchara, porque aún tenía la idea en la cabeza y sentía que debía hacerlo al alba.

—Chico —oyó una voz familiar.

El joven giró la cabeza y encontró al viejo Torgo, aproximándose.

—¿Has cerrado ya? Supongo que no querrás perderte la deliciosa cerveza negra que traen de Malva —Jungkook sonrió levemente—. ¿Irás con mamá?

En el hombro, Torgo llevaba una cinta de cuero, que seguidamente deslizó del mismo y le ofreció. Jungkook parpadeó unos segundos, bajó la cabeza y vislumbró la empuñadura de plata con volutas, envuelta en cuero negro, por la parte donde se ceñían los dedos.

Por lo que brillaba esa empuñadura, sabía que era nueva, al igual que la funda y el recio cuero.

—Ten. Es tuya.

—¿Qué? —volvió a mirarle con desconcierto—. ¿Por qué?

Ni siquiera necesitaba que lo dijera, para saber qué era lo que le estaba ofreciendo. Era esa espada, la misma que forjaron el día de antes con una aleación de Adamantina y acero. Jungkook la había estado mirando esa mañana mientras la empuñaba, la deslizó en el viento, sintiendo el peso de la hoja en su mano. Y era su mejor espada; la más valiosa que habían creado.

—No. No puedo aceptarla, padre —negó de inmediato—. En Torre Gris te la quitarían de las manos ofreciéndote dinero.

—No quiero dinero, hijo. Nuestra vida es humilde, pero he ganado suficientes reales durante los últimos años, también a costa de tu duro trabajo —decía Torgo—. Has trabajado, todo este tiempo, sin pedir ni un solo pago a cambio. ¿Por qué crees que conseguí el lingote de Adamantina? Se te iluminaron los ojos cuando viste que lo traía conmigo de vuelta.

Dynasty I: Viajeros del Alba ⋆ Kookv [Chispasrojas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora