Capítulo VIII

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*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y el libro completo en Patreon.com/chispasrojas.

Capítulo VIII. El Príncipe de los Elfos

Con una espada corta en una mano y el hacha Nirvana en la otra, Ronan se anotaba la muerte de un Troll mientras el cabello grisáceo se le pegaba a la nuca. Ya había luchado contra media docena de esos en sus tiempos, cuando Toril y él defendían la Ciudad de la Montaña de Hierro de los Enanos, tras la caída de la capital de Idris, en Valinor. Y si alguien le preguntara sobre los Trolls, él hubiera opinado abiertamente que estos eran bien tontos, si bien algo fatigosos e increíblemente latosos de matar.

El segundo Troll iba hacia él, cuando un enorme mandoble apareció bajo la criatura y se clavó en su estómago. Bingo. Ronan vislumbró un cabello rubio oscuro y desaliñado del tipo, los anchos hombros y la embestida robusta de alguien que parecía conocer. Era Darien, el necio bravucón que perseguía a Jungkook desde Epiro, entre la fascinación por él y la autocrítica por ser tan estúpido.

Poco le importaba a Ronan sobre su excelente acometida, cuando vio a Ventisca a unos metros; salió corriendo hacia su fiel felina criatura y le abrazó un costado, alegrándose de que estuviera intacto. ¡Gran y fiera Ventisca, por supuesto que lo estaría!

El cuerpo del Troll, sin vida, comenzó a tambalearse peligrosamente, y Darien emitió un gritito de auxilio. La espada se le había encasquetado en el interior de la zona abdominal, y de un movimiento hercúleo, sacó la hoja como pudo, rodó hacia un lado y el gigantesco cuerpo finalmente se desplomó sobre el suelo, levantando las hojas y el polvo.

—Ah, Ventisca. Sabía que volverías, ¡y veo que traes compañía! —le decía Ronan a su querido león blanco.

Darien observó la hoja ensangrentada de su mandoble, se levantó del suelo como pudo y le arrojó al Enano el clamor de su voz.

—¡Cretino! ¡Casi me aplasta! ¡Podíais haberme ayudado!

Ronan le miró sonriente, magullado, ensangrentado, cubierto de sudor, e inexplicablemente satisfecho.

—Voy a deciros que alguien se alegrará de veros, pero ese no seré yo.

—Oye, acabo de salvaros el culo de Enano de ese enorme Troll —reclamaba, limpiando la hoja con su capa—. ¿De nada? Estoy perfectamente, ¡gracias por su preocupación!

—Regla número uno, jovenzuelo, dos Trolls jamás podrían con un Enano —decía Ronan con orgullo—. Lo tenía todo bajo control.

—¡Bajo control! —exclamó con una carcajada irónica—. Uno se cernía por la izquierda, otro por la derecha. Y Ronan, El Valiente, luchaba contra todos y cada uno de ellos, hasta que la Paz llegó al reino de Valinor.

—¿Qué hacéis, comadreja? —el Enano arqueó una ceja.

—Preparar cómo será mi relato cuando llegue a buen puerto.

—Maldición, confieso que compraría con gusto sus escritos. Si es que sabéis escribir a puño y letra.

Darien se pasó una mano por el pelo.

—Vos, señor Enano, sois digno de mi irritación —exhaló.

—¿Su brazo está bien? —formulaba Ronan, más amable.

—Excelente —contestó bajando la voz, y de repente parecía cansado—. Dos días buscándoos, sin pena ni gloria, casi muero de frío bajo esa tormenta. Suerte que ese león apareció para guiarme.

Dynasty I: Viajeros del Alba ⋆ Kookv [Chispasrojas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora