Capítulo IV

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*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y el libro completo en Patreon.com/chispasrojas.


Capítulo IV. Torre Gris

Darien cargó un montón de provisiones en su caballo. El mandoble en la espalda, y un par de recipientes metálicos por si era necesario cocinar a la intemperie. Llevaba yesca y pedernal, vendas, y algo de ropa.

Jungkook aún no podía creerse que fuera en serio. ¿Realmente iba a acompañarle hasta la ciudad humana más cercana? Él apenas había salido de Epiro, nunca más allá de los campos de trigo y de los prados llanos y verdosos de aquellos campos. Pero como el amanecer se acercaba, y no quería que nadie le descubriera abandonando Epiro, Jungkook tomó sus cosas y montó finalmente en Sombra. Tiró de las riendas y se pusieron en marcha, abandonando el poblado por la salida Noroeste.

—¿Qué hay de Thalía? —formulaba Jungkook, en lo que su caballo trotaba levemente junto al del rubio—. ¿Qué ocurrirá con el sol de su melena?

—Thalía, oh, Thalía —canturreó—. Nuestro amor puede esperar... un poco más...

Jungkook esbozó una sonrisa burlona. Sabía que haría lo que fuera para retrasarlo, pero después de lo que le había dicho cuándo tomaban cerveza, pensaba que era mejor no presionarle. Él no era la persona más digna para decirle qué hacer o no, en esas tierras desconocidas del amor.

Darien dejó una nota para su familia. Un escrito que decía: «volveré todo lo pronto que pueda e incluso un poco antes de lo que pueda. Os explicaré todo lo posible, incluso lo imposible, si es que lo imposible es posible».

Mientras abandonaban Epiro, el azabache sentía como su corazón se desmoronaba como un castillo de arena. No fue fácil tirar de las riendas del caballo para que alzara el trote; trató de evitar mirar atrás, esperó que sus ojos no se empañaran mientras abandonaba finalmente el hogar. Pues volviera pronto o no, sentía que todo cambiaría desde entonces.

El trayecto hacia Torre Gris, la ciudad humana, llena de comerciantes, mercaderes, y alojamientos taberneros, les tomaría un total de doce horas.

En el fresco de la madrugada, Jungkook se levantó la capucha para cubrirse el rostro. Pensó en sus padres, en sus hermanos, en lo feliz que había sido. Esperaba que Lysa encontrara un espacio para ella en Epiro, que Morgan trabajara en la herrería si eso era lo que quería, o pudiera ser el escudero de quien deseara serlo. Y mientras el camino se abría ante su cabalgo, la tristeza se desvanecía lentamente como la niebla, una inexplicable emoción y decisión bombeaba sus venas.

Darien encontró cierto encanto en el camino, atravesando los campos de cultivos, las explanadas de trigo alto, observando como el sol dorado se alzaba en el horizonte. Pensó que nunca venía mal un poco de aire fresco. A veces, cambiar de aires también ayudaba a aclarar la mente: y Jungkook necesitaba que alguien vaciara la suya de todas las hadas y duendes.

A mediodía, se detuvieron bajo la sombra de unos árboles y almorzaron algo sencillo, bebieron de sus cantimploras, contemplando un pequeño riachuelo.

—Ten —Darien partió un trozo de pan y se lo ofreció.

Jungkook lo tomó arqueando una ceja.

—¿Lo has traído? —dudaba—. El pan de queso.

—¡Claro que sí! ¡Y mirad que vistas! —señaló al campo, luego de dar un gran y crujiente mordisco—. ¡Mnh! ¡Está empezando a gustarme esta locura!

Dynasty I: Viajeros del Alba ⋆ Kookv [Chispasrojas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora