S de Seth

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Fuego, ardiente, acogedor o letal y peligroso.
Hielo, algo hermoso y transparente, duro pero en las manos correctas se derretía, era frío y letal también.

El pelinegro jugaba con su encendedor en la esquina de su habitación, a penas le llagaba la luz, pero a él le gustaba, se sentía extraño. Se levantó y tomó una lata de grafiti, y comenzó a hacer una gran S en la pared de su habitación.

—Cariño, debes irte ya—Le aviso su tía asomándose por la puerta, ella era su única familia en ese momento.

El no dijo nada, como siempre. Encontraba totalmente patético irse a otro lugar a aprender a ser un soldado o guerrero, o como sea que lo llamaran, y solamente ir hasta allá para servirle a alguien más.

Su tía miro con expresión divertida la pared.

—¿S?—Le preguntó ella.

—Si, de Seth.

Jugando con su encendedor, Seth caminaba por las oscuras calles de Londres, sin expresión alguna. Pronto se iría, y todo lo que conoció lo dejaría atrás. Muchas veces se había metido en problemas, y su tía siempre había estado para el, y el se sentía un poco decepcionado de que no pudiera hacer nada para agradecerle.

Seth Lemaire, frío como el hielo y peligroso como el fuego. O eso era lo que sus compañeros de clase decían, el no los conocía, y no le importaba en lo más mínimo hacerlo.

El chico miro por ultima vez su ciudad, y se marchó, no sabía que haría en esa escuela, tampoco sabía que pasaría si no asistiera, tal vez por no cumplir por la condición, la reina lo mataría, pero ¿que reina? No conocía a ninguna reina del reino de algún lugar desconocido. Tal vez todo era una mentira, tal vez todo era una burla, pero ¿Por que había salido vivo ese día? ¿Por que estaba acá y no en una tumba tres metros bajo tierra? ¿que había pasado el día que murió? Nunca lo sabría sino asistía allí. Y como siempre, a Seth le gano su curiosidad.

(•••)

-Nombre?
-Seth Lemaire, tiene diecisiete años, nació en Londres, falleció el cuatro de enero por una avalancha y los resultados de su prueba fue hielo, agua y fuego. Es un ilumins.
-Mira a la cámara niño.
El chico a duras penas fue a la silla que estaba allí ¿Desde cuando su vida había cambiado tanto? ¡Ah!, ya lo recordaba, cuando fue a esquiar solo al área más peligrosa de aquellas montañas.

"Grandioso Seth"

¿Por que nada le podía salir bien en esa puta vida?

-Té guiaré a tu nueva habitación niño. ¿Me acompañas?

"¿Acaso tengo otra opción?"

Caminaron por unos largos pasillos hasta salir de la residencia, aquella era oscura, algo parecida a una cárcel y nada comparada a la que estaba un kilometro más allá.
Era un campo inmenso, y habían varias personas leyendo alrededor. Tenía en frente de el una mansión, si se podía llamar así, más bien, un castillo. Todo de color blanco y grandes puertas, y el interior era aún más sorprendente, era amplio, tenía columnas y un techo alto con detalles espectaculares, se preguntara a sí la biblioteca era igual de sorprendente. Caminaron por un largo pasillo y subieron unas escaleras, el chico con su dedo índice acarició la baranda de esta, parecía de cristal, siguieron subiendo hasta que en una parte llegaron a una puerta color marfil.

—Bienvenido a los ilumis, este es el área de los que tienen más de un poder, espero que te hagan sentir en casa, ahora serán tu nueva familia.

El guardia se marchó sin decir más, dejó a Seth frente a esa puerta, el sin más rodeos la abrió.

—Hola ¿Como te llamas?—Le pregunto una chica pelirroja.

El solo la ignoro, tal vez fue muy cruel pero prefería eso que fingir que en serio quería hacer amigos aquí. La chica rodó los ojos y se alejó.

—Bueno...soy Hale.—se presentó un castaño con tono simpático.—Te mostrare tu nueva habitación.

Al estar instalado, Seth le tiro en la cama a dormir, estaba agotado. Pensó en todo lo que ocurrió, su tía, en qué tal vez nunca la volvería a ver, ella estuvo para él en momentos difíciles y ahora la había perdido, era la única persona que lo apoyaba. Recordó cuando estaba solo sentado en una banca del parque, su mejor amigo se había ido sin decir nada, y sin él, ya no tenía a nadie más. Su tía lo apoyó en todo, no sabía cómo agradecerle, lo saco de la cárcel cuando lo pillaron robando en una pequeña tienda, lo cuido cuando estaba enfermo, ella era como una madre para el, y ahora tal vez nunca más la volvería a ver.

Alrededor de unas dos horas, Seth despertó, vio el reloj que estaba colgado en una esquina del cuarto y daban las ocho quince. Se paró dando un gran bostezo y se preparo para salir de la habitación, ósea, se puso su uniforme, este era raro pero no le desagradaba tanto, una camisa blanca con el escudo de la escuela, que era blanco negro con un triángulo bordado en el centro.

Salió de la habitación dispuesto a ir a la biblioteca. Así que quiso preguntarle a alguien en donde se encontraba esta.

—¿Sabes donde está la biblioteca?—Dijo hablando un poco seco.

La chica le dio las indicaciones y él fue directo a su destino. Al doblar en un pasillo chico contra alguien.

—Fíjate por donde...—Seth no pudo terminar la frase porque se quedó perplejo al ver a la persona con la cual había chocado.

--¿Seth? —preguntó un chico rubio de ojos color miel.—Dios mío.

—¿Elliot?

El rubio abrazó a su viejo amigo con fuerza, no se habían visto cerca de unos dos años, cuando Elliot desapareció de repente, resulta que ahora estaba aquí, con el, ya no estaría solo.

—¡Joder! ¡Cuánto tiempo! Estás más alto ¿Y tú piercing en el labio?

—Se infectó y lo saque, así después de todo este tiempo aquí estabas, ¿por que mierda no me dijiste nada? ¿Sabes cuánto tiempo pase buscándote?

—Lo lamentó, fue repentino, me caí del árbol que trepábamos antes y no fue muy lindo, desperté vivo y con una carta en mi mano que tenía instrucciones, estaba asustado, tome el primer tren y me marché, lo siento. El punto es que ahora mi don es de tierra, ¿y como llegaste hasta aquí?

—Te lo contaré todo, te lo aseguro, pero ahora quiero ir a la biblioteca.

—La primera puerta a la derecha.

The strangers -Tan igualmente diferentes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora