Capítulo 16

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–¿ En serio crees que vas a poder huir imbecil?

Me mandó a callar y me dio una bofetada, mi corazón seguía acelerado, solo podía oír como su teléfono no paraba de sonar.

– Te dije que no quería a nadie, no sabes lo que has hecho niño , voy a tener que matarte.

Mi corazón no dejaba de estar acelerado, podía ver cómo todos los autos de la policía iban detrás de nosotros y fue cuando vi una soga en la parte de atrás, el estaba muy nervioso como para darse cuenta de que yo la cogía despacio y fue cuando de un momento a otro lo cogí con la soga por el cuello, el trataba de quitarme de encima de él mientras conducía, el auto iba dando vueltas a raíz de lo que ocurría adentro hasta que provocamos un choque.

Estaba aturdido, solo sentía como los autos de los policías se acercaban y alguien que me preguntaba si estaba bien, a lo que respondí que si, mire hacia atrás y allí estaba el todo golpeado por el choque y esposado como tenía que ser, he visto pocas miradas de odio como la de el a mi persona en ese momento . En ese momento se acercó la agente O'Donnel para felicitarme por mi valentía , explicándome que mi madre había llegado a la escena porque habían creído que era necesario que ella supiera todo lo que iba a acontecer.

Ya llegamos a la casa, todo estaba bien y realmente me sentía muy agotado el día había estado más que cargado, a medida que me iba quedando dormido sentí como alguien se me acercaba y se acostaba en la cama conmigo, es normal después de todo lo ocurrido estar un poco paranoico y abrí los ojos de inmediato, pero para mí sorpresa era mi chico que se había quedado observándome .
– Eres valiente mi niño.
Solo pude sonreír en ese momento mi cuerpo se sentía increíblemente agotado, el se acostó a mi lado y dormimos como sino hubiese ocurrido nada.

Apenas podía creer todo lo que había ocurrido, pero bueno como muchos dicen todo ocurre por una razón y ahora sin ese demonio íbamos a ser felices.

Días después me acordé que tenía amistades que trabajaban en el penal y me comunique con ellos para ver si podía visitar a ese señor, amistades de los cuales con una ayudita pueden hacer favores, como por ejemplo agregarle al cargo en el juicio lo del casi incendio de la casa, el iba a pagar todo lo que había hecho y de eso yo me encargaría.

– Daniel puede entrar a ver al fiscal– me dicen.

Entró y allí está ese señor,el fiscal Alberto Padilla uno de los más reconocidos en el país, gordo como si fuera un luchador de zumo y con olor a grasa ardiendo, pero allí estaba para pedir favores mejor dicho para pagarlos.
– ¿Danielito como está ?Me dijeron que quería verme por lo del caso de su padre, viene a ayudarlo.

– No fiscal, primeramente ese señor no es mi padre y segunda lo que deseo es hundirlo, quiero agregarle un cargo, el incendio de la casa .

– Pero Danielito yo no puedo hacer eso, nosotros trabajamos de forma correcta.

Y se me quedó mirando como quien espera que le ofreciera lo que en ese momento el tanto quería, en ese momento era como una bestia hambrienta y deseosa de algo que le quitará esas ganas, abrí mi bolso un paquete y se lo puse en la mesa, me quedé observándolo, era sorprendente la actitud de las personas cuando les das dinero, sus ojos desquiciados se dirigían a el paquete como si primero lo abriera con la mirada y sus manos después todas sudorosas se hacían cargo de destrozarlo hasta que comenzó a ver su recompensa de billetes verdes y se me quedó mirando.

– Se hará todo lo que usted desee Danielito, es más haremos mucho más  para que esté usted satisfecho.

– No espero otra cosa de usted fiscal, por favor que todo sea rápido,es un placer hacer negocios con usted.

Y me estrecho la mano diciéndome también que estaba autorizado a entrar a verlo como yo quería, sonreí y me dirigí con un oficial hacia una habitación con una mesa donde estaba él, allí con las manos esposadas a la mesa luciendo un uniforme naranja y rapado, en estos momentos yo era el tigre y el mi presa, estaba disfrutando tanto este momento, incluso podía decir que verlo tan mal era excitante para mi.

– No te esperaba a ti hijo de la gran puta.
–¿ Verdad? Soy tan impredecible, pero ya me ves, estaba preocupado por mi papito y vine a verte– me pare a reírme a carcajadas

– Vine aquí solo para decirte que te vas a pudrir aquí adentro de eso ya yo me encargue.

Mientras le hablaba daba vueltas alrededor de él como quien jugara a atrapame si puedes y realmente lo pasaba genial, ver su cara de furia, de repulsión hacia mi persona.

– ¿Y tu y el incendio que tú provocaste ?

Me vire hacia él y le arroje el bolso mío hacia la cara cogiéndole rápido, lo cogí por el cuello.

– ¿Incendio?Ahh el que tú provocaste bien, te van a juzgar por eso– me dirigí hacia la puerta y llamé al oficial, el comenzó a gritar barbaridades indescriptibles mientras yo me reía.

El oficial llegó, le dije que ya tenía que ya había acabado, mi padre me pidió que me acercara a él y así lo hice esta vez solo pude sentir como en cuestión de segundos me escupiría, yo me heche para atrás y el oficial presente le dio un golpe como reprimenda a lo que había acabado de hacer, mientras me retiraba solo veía esos ojos de animal herido que tenía ese desperdicio de persona.

Salí de ese lugar corriendo no quería volver a estar allí, más nunca era un lugar tan desagradable, tan solo quería acabar con esta persona que tanto daño nos había hecho, me dirigí hacia casa y mientras manejaba vi el teléfono sonar, era mi chico y suspiré, necesitaba tanto un abrazo suyo en este momento, cogí la llamada y me preguntó sobre cómo había ocurrido todo.
– Bien mi amor, así como queríamos, ya voy de camino a casa, estamos libres de ese ser.

Durmiendo con el enemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora