Capítulo 18

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Apenas podía creer que hoy me caso con ese muchacho que al principio me pareció el típico chico lindo con la cabeza hueca, pero no fue así, es aquel que desde ya hace más de un año me ha acompañado en cada situación que me ha tocado vivir, unas más complejas que otras, tan solo me acuerdo cómo fue nuestro primer beso,como me beso y yo me quedé sin palabras, la primera vez que hicimos el amor.

La celebración se efectuaría en la casa de la playa de mis suegros, yo estaba en un hotel cerca de dicho lugar, la razón porque tenía que arreglarme, estaba realmente nervioso, no podía creer lo feliz que era, este era uno de mis sueños, poder casarme con alguien que realmente me hiciera feliz.

En ese momento mi mamá llama a la puerta, dándome el traje que usaría en esta ocasión, uno blanco, sin duda estaría resplandeciente, mi madre me dijo que no me demorará tanto y yo acepté con la cabeza.

Me iba a dar un baño, entre a la ducha  y mientras el agua caía sobre mi cuerpo, podía acordarme de todo lo que había pasado en este tiempo desde que llegué a este lugar, paso de todo, tanto bueno como malo, podía reírme a carcajadas de acordarme como a Nate le caía mal Kevin y cuando esté me vio cuando cambie mi aspecto cuando mi compañero de habitación me ayudó. El agua caía por mi cuerpo y mis labios se ponían en forma de sonrisa.

Salí de la ducha y vi mi traje allí en la cama bien estirado, seque mi cuerpo con esa toalla de tamaño pequeño típica en baños de hoteles, fui poniéndome la camisa y me imaginaba cada momento de mi entrada al altar, podía visualizarlo,era tan hermoso.

Alguien llama a la habitación por el teléfono que tenía el cuarto, era la recepcionista para decirme que ya abajo me esperaba una limosina que me llevaría al altar. Cogí una de esas chocolatinas que dejan en la mesa junto al minibar y baje.

Cuando llegue al auto me abrieron la puerta y allí estaba mamá, tan arreglada y con una sonrisa de oreja a oreja, hace tanto tiempo no la veía feliz y eso era muy bueno, al parecer la boda iba a ser de ella con tanto colorete que se había puesto, me encanta mi madre, ella a medida de que avanzábamos notaba que mis manos temblaban como una hoja que se desprende del árbol en otoño.

– Mi niño todo estará bien, no hay porque estar nervioso– acto seguido cogió mi mano y la apretó como tratando de tranquilizar mi nerviosismo.

Llegamos al lugar, ya era momento de salir y ver a todos, mi mamá salió primero y me ayudó a salir. Me quedé perplejo con la belleza del lugar estábamos a pocos metros de la orilla del mar, donde se podía oír con claridad el sonido de las olas del mar,habían arreglado todo en una arboleda que estaba allí todo tan especial, tan lindo.

Apenas que sonó la marcha nupcial comencé a caminar con mi señora madre de la mano y podía ver cómo todos se quedaban mirándome, todos mis amigos , los amigos de mis amigos y la familia de el que sería mi marido y yo.

Y fue cuando mire hacia al frente que lo vi a él, tan hermoso, tan varonil e incluso tan nervioso como yo , me iba acercando cada vez más al altar donde   harían oficial nuestra unión, una vez ya al lado de mi prometido me quedé mirandolé como quien se queda deleitado viendo un cuadro de algún célebre artista, podía observar sus ojos exaltados, su cara algo sudada y desde aquí donde estaba podía jurar que oía su corazón latir.

–¿Nate usted acepta a Daniel como su legítimo esposo hasta el resto de sus días? El aquel momento en cuestión de instantes dijo el si más expresivo que nunca había dicho.

Cuando me hicieron la pregunta a mi, me quedé mirando su belleza al mismo ritmo de que podía sentir el batir de las olas en las rocas, estaba todo en silencio, se podía respirar paz y esto sin duda era lo que yo tanto buscaba para mi.

–Si, acepto.

– Ahora se pueden besar– Inmediatamente nuestros labios se unieron en señal de confirmación de lo que habíamos acabado de hacer. Tan solo se podía reflejar en nuestro rostro nuestras sonrisas de felicidad.

Después de terminar la ceremonia, Nate ya de mi mano me llevo al lugar que habían preparado para el baile, la cena y esas cosas y era realmente magnífico, lleno de candelabros y con un punto hasta bohemio, algo que me encantaba nuestro lugar estaba incluso más cerca del mar.

Comenzamos a bailar cuando comenzó a sonar una canción que nos hizo mover el esqueleto, tan solo podía ver toda la energía de la cual en ese momento estábamos rodeados, todos riendo, tomando, se veía que todos eran felices.

Tome un momento a solas para estar en la orilla del mar , sentir el agua en mis pies y respirar ese aire tan puro y tan limpio, mire mi mano y tenía un anillo que me hacía señor del compañero que había escogido para que estuviera a mi lado para toda mi vida. Fue cuando sentí sus brazos que me daban calor agarrando mi cintura.

– ¿Que haces nene?¿Estas feliz?

Yo me vire hacia él y con lágrimas de felicidad en los ojos le miré y le dije como si no me quedara nada por dentro.

– Estoy feliz bebé, te amo–automáticamente el me abrazo, como si hubiese adivinado que era lo que necesitaba y quería en ese momento.

Todos en la fiesta se nos quedaron mirando y fueron corriendo al agua a bañarse, a jugar o simplemente a seguir bailando al compás de la música.

Mi madre se nos acercó junto a los padres de Nate para decirnos que ya estaba la limosina lista para llevarnos al hotel, nos montamos estábamos deseosos de disfrutar de nuestra primera noche como esposos.

Al entrar el lo hizo conmigo en sus brazos y al llegar me arrojo a la cama y se tiró encima de mi.

–También te amo mi amor– se podía decir que ese había sido el día más feliz de mi vida.

Durmiendo con el enemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora