Día de Revisión

La mente de mi Biblioteca

-¿Me permites entrar? -me pregunto DE NUEVO

Uf, rezongué. -¿Por qué preguntas eso?

-Porque es tu casa. Es de mala educación entrar sin permiso.

No podía creer lo que me estaba diciendo.

-Pero tú eres Mi Guardián. Se supone que estás obligado hacer esto, le dije.

-Eso te enseñan los libros, los estudios o las personas que no han sacado provecho de nuestras visitas, los Guardianes, contestó, hizo una pausa y luego continuó: -Pero nosotros queremos ser invitados no queremos obligar el cariño o el amor que algunos de ustedes podrían llegar a tener por nosotros.

- Me sorprendió su respuesta, así que no venía aquí a juzgarme sino a conocerme, es por eso que se había sentado hablar conmigo  y yo no lo dejé; no lo conocía porque yo no le había dado la oportunidad. ¡Había estado tan equivocada!, esto me puso a meditar, pero lo tenía enfrente y debía contestar:

-Pues, entonces entra.

En el momento que abrió la puerta me arrepentí de haberle dado permiso. Todos los libros que tenía en los estantes, en el escritorio y por todas partes me daba vergüenza que los viera. No quería que viera ninguno, no quería que viera de qué estaba llena mi mente; y luego vino a mi mente: ¿Y las fotografías en las paredes?, un frío corrió por todo mi ser, estas mostraban todas mis imaginaciones, eran tan vergonzosas, no eran dignas para que él las viera. Había tanta basura en ese lugar, ¿me había preocupado por revisar la biblioteca siquiera?, eso es lo que me pregunté en ese momento, cómo no lo hice; entonces vino a mi mente: ¿Por qué debía existir un feriado como este donde él podía ver todo mi yo?

Seguí su mirada mientras iba mirando libro por libro, la desviaba rápidamente como si solamente con el título él se sintiera incómodo. Vi como el que tenía ganas de irse; ahora era él, pero, esto era bueno o no, pensé. Se marchó sin decir una palabra, sin darme una mirada. ¿Qué estaría pensando de mí ahora?, eso me intrigaba, me angustiaba, ¿por qué no dice algo?