Capítulo 20

776 101 10
                                    

Emelina había llegado temprano en la mañana a casa de Sergio, encontrándolo en la sala que era su refugio secreto, mientras él acomodaba una cucaracha disecada de manera delicada en el insectario para no romper sus patas, ayudándose de pinzas y una lupa.

Ella se sienta enojada de manera descuidada cerca del insectario, sin preocuparse de que su vestido se arrugue

— Creo que hoy has despertado molesta con el mundo — decía Sergio sin mirarla, colocando al insecto ya en su lugar y levantando la vista — Ni siquiera has dicho Hola.

— Hola — respondía enojada Emelina — ¡Ah!... es que me quiero morir, por favor, ayúdame y corta mi existencia, que ya no puedo con la vergüenza.

Sergio comienza a carcajear y deja la lupa y las pinzas a un lado, cerrando la tapa de cristal del insectario.

— Qué cosa tan espantosa te pudo pasar para que estés así de afligida.

— Lo peor de todo... arruiné un momento hermoso y romántico con Sebastián — Emelina estaba sonrojada por la rabia, hablando como si estuviera haciendo un berrinche

— No me digas que se te escapo un gas cuando estabas con él — vuelve a carcajear Sergio

— No... nos besamos ayer, luego de que te fueras

— Uh... qué terrible, debe de ser tan asqueroso besar a Sebastián, yo de imaginar besándolo, la piel se me eriza — Sergio hacía expresiones de asco, para nuevamente estallar en risa

— No te burles, de verdad fue horrible. Nuestros dientes chocaron y al besarlo comencé a boquear como un pez, como si tratara de comerlo... fue tan patético. Arruine nuestro primer beso — Emelina ocultaba su rostro por la vergüenza, quería llorar al recordarlo

— No es tan malo, ya vendrán nuevas oportunidades — hablaba Sergio con una ternura en su voz al ver como su amiga sufría por algo como eso.

— No creo que Sebastián quiera besarme nunca más. Ayúdame.

— ¿Quieres que le diga que te vuelva a besar y que esta vez lo harás bien? — pregunta Sergio, mientras abría un libro de entomología, para buscar al escarabajo que atraparon y colocar el nombre correspondiente bajo de él.

— No seas ridículo. Dame consejos.

— ¿Consejos? Déjame pensar — Sergio ponía sus dedos sobre su barbilla como si estuviera meditando sobre el tema, actuando estar concentrado — Debes de practicar mucho.

— Ja, ja, ja... qué graciosos, solo te burlas de mí — Respondía molesta Emelina

Sergio volvía a reír, acercándose a su amiga y dándole un pequeño pellizco en la mejilla.

— No me estoy burlando, es solo que eso se da naturalmente, no lo pienses tanto...

— Pero si lo pienso, estoy segura de que Sebastián me ve como una tonta

Sergio le toma una mano para que se levante.

— Él no piensa eso. Mira, te ayudaré para que te sientas mejor. Cierra los ojos

Emelina le miraba con sospecha.

— No, pondrás algún insecto adentro de mi boca.

— Ah, bueno... si no quiere ayuda — decía Sergio alejándose.

— No perdón... pero no hagas travesuras ¿Sí?

— Me dices eso como si no me conocieras — le decía aquello con una ligera sonrisa.

Emelina cierra los ojos y siente como algo redondeado con piel suave le tocaba los labios, sorprendiéndose y abriendo nuevamente los ojos, para ver que Sergio le había colocado una manzana en los labios, que estaba en el plato de frutas de la mesa, para que ella lo besara.

Un Amor Tan TraviesoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora