S I E T E

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Intento pensar en que más decirle a la chica junto a mi, pero mi mente solo tiene un tema rondando por ella: papá hablando con Joyce

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Intento pensar en que más decirle a la chica junto a mi, pero mi mente solo tiene un tema rondando por ella: papá hablando con Joyce. Vagamente sé de lo que le está hablando, el mismo tema que ha repetido por cinco años, lo que tanto le molesta.

Al pasar los minutos, la voz de mi padre se escucha cada vez más fuerte a través de la gruesa madera.

—¿¡Es que acaso no entiende!? ¡Iktan está a punto de entrar a la universidad! Necesita concentrarse en entrenar, en sus notas. ¿Está viendo ésto, doctora Queen? Esto es patético, una nota inaceptable para mi hijo— Logro imaginar la expresión de mi padre, seguramente arrojando sobre el escritorio de Joyce la hoja de examen para demostrar cuan enojado se encuentra; logró encontrar el dichoso examen en mi cajón, probablemente al espiar en mi habitación, otra vez.

Bufo ruidosamente, hundiéndome más en mi asiento, cruzando los brazos sobre mi pecho.

—Vaya...— exclama en un suspiro Gris, atrayendome mi mirada hacia ella— ¿en serio está tan furioso solo un por una mala nota?— no me pierdo la diversión plasmada en su rostro, pero decido dejarlo pasar.

—Para él no es solo una simple nota— Aprieto mis manos sobre mis antebrazos.

—Sea lo que sea, estuvo mal lo que hizo— comenta. El simple hecho de decirlo con ese tono despectivo me enoja; se perfectamente que estuvo mal lo que hizo, pero sigue siendo mi padre. Me levanto de golpe sin meditarlo mucho, volteando a verla.

Se sobresalta ligeramente, sus ojos conectando con los míos. Su mirada profunda detiene mi impulso de contradecirla de golpe.

Conozco ese tipo de mirada.

Sus ojos se cargan con familiaridad por unos segundos, como si para ella ya fuese común que alguien reaccione de esta manera al hablar, contradiga su opinión o se enojen por sus comentarios, esto antes de volver a su fría expresión.

Inhaló profundamente, frotando mis pulgares con mis índices antes de sentarme de nuevo.

—Es mi padre, al fin y al cabo, sabe lo que es mejor para mí— le digo entre dientes, mirando en sentido contrario a dónde ella suelta una risa seca.

El silencio vuelve a reinar entre nosotros.

—Lo mío es la música— suelta en un susurro. Estoy pensando en que responder al respecto cuando vuelve a hablar— Joyce lo descubrió al mes que empezó a tratarme. Supongo que tiene tiempo contigo también— la miro expectante por una explicación— me refiero a que frotas tus dedos para calmarte— señala mis manos sobre mi regazo, dónde aún mantengo mis dedos frotándose.

Escondo mis manos en los bolsillos delanteros de mi suéter, carraspeo incómodo.

Bufa con burla, volviendo su mirada a la blanca pared frente a nosotros.

—Tener un ataque de pánico es una mierda, ¿no?— Susurra.

Ataque de pánico o ansiedad. Sí, es una verdadera mierda.

Odiosamente Enamorada © [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora