Cuando te conviertes en paciente de un psicólogo, tu perspectiva de lo que creías correcto, o lo que pensabas era real, cambia, mejora.
¿Por qué pasa esto? Porque somos humanos, personas con emociones, a veces muy inestables, las cuales de vez en cu...
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—No, nada de eso Joyce M. Queen, claramente mis ojos decían: ¡No!— alargo la 'o', resaltando mi punto, mientras ella cierra la puerta principal, riendo.
Luego de que los "caballeros" se retiraran, mi tía dedico el resto de la hora laboral que le quedaba a leer unas anotaciones de un bullet verde pino, mientras hacía unas nuevas en una carpeta; por mi parte, tuve que repasar las clases que hemos visto en Química Avanzada hasta ahora, marcando las páginas que realmente han sido de utilidad.
Estúpido Iktan.
—¡Lo siento!— La risa que suelta me deja en claro que no lo siente en serio. Escucho sus pasos tras de mí, entrando a la casa. Gracias a la ausencia de auto en el aparcamiento sé que mamá no está en casa, por lo que le reclamo a la señora traicionera que "dice ser mi tía" con libertad.
—Como no— blanqueo mis ojos— ¡Ahora no podré librarme de él!— exclamó con exasperación, dejándome caer en el sofá. Tomo mi cojín favorito del sofá continuo, abrazándolo con fuerza.
—Bien, prometo a la próxima prestar más atención a tus ojos de huevo frito— Junta sus labios, formando una trompa chistosa; sé que lucha por no reír de su misma ocurrencia.— Ya zanjado ese asunto... ¿Por qué no me mencionaste que conocías a Iktan? Pude juntarles como equipo en las actividades de fin de año, así fueses participado.
Sus ojos entrecerrados pretenden reprocharme, pero falla cuando mi carcajada la sorprende, hasta a mí me toma desprevenida.
—¿Conocerlo? ¿juntarnos como equipo? De ninguna manera; en primer lugar, no era algo relevante como para mencionarlo— respondo, jugando con los hilos sueltos del bordado de girasoles sobre el objeto en mis manos— ¿¡Cómo iba yo a siquiera imaginarme que ese ser era tu paciente!?— Joyce me mira de manera extraña, supongo que por mis gestos exagerados al elevar los brazos al aire— Ni siquiera en la escuela se rumorea que tenga algún problema, mucho menos que vaya a terapia— aclaro, cruzando los brazos a la altura de mi pecho.
—La consejera de la escuela lo sabe— señala mi tía, cruzando sus piernas elegantemente.
—Era de esperarse...— susurro para mi misma— Bien, en segundo lugar: que lo conozca de vista y nombre no significa que seamos amigos— la señalo con mi dedo, dejando en claro mi punto.
—Ahora podrán serlo— Mueve en un gesto sugerente las cejas, aunque su mala coordinación de gestos causa que parezca más sorprendida que coqueta.
Sonrío con burla hacia ella.
—Agh, tía, por Dios que no. Ni como tú loca mente se está imaginando ni como amigos; Iktan Sandoval es un ser arrogante, pedante, odioso y más adjetivos negativos que en este momento no se me vienen a la mente.— Dejando el suave cojín sobre el sofá, me levanto, caminando hasta la cocina. No pasa mucho tiempo para tener a Joyce aquí, apoyando sus codos sobre la isla, juntando sus manos.