Al bajar, mi madre no se encuentra sola: tía Joyce ha regresado.
Está última tiene una sonrisa que no llega hasta sus ojos, por lo que sé que algo no está del todo bien.
—Hola, cielo— Las delgadas manos de mamá me toman por las mejillas, plantando un sonoro beso en mi frente— Joyce menciono que vino un amigo a estudiar contigo— me dice entusiasta, juntando sus manos.
Está encantada ante la idea de que haya socializado con alguien, eso es seguro.
-Estoy muy bien, hoy todo fue tranquilo en la escuela, saque 9.4 en un examen y ¡Oh, claro! Estoy obligada a compartir oxígeno más tiempo del necesario con un chico mimado que se cree el próximo Adam Sandler- Sonrío forzada, tomando aire al terminar.
La mirada de mi madre decae con un poco de enojo en su expresión, mientras noto como Joy masajea sus sienes, negando con la cabeza.
—Me alegra por ti— es todo lo que me responde, girando sobre su eje, en dirección a la cocina— Voy a servir la cena— es todo lo que dice antes de desaparecer de nuestra vista.
Antes de poder dirigirme al comedor, una mano me toma por la oreja, jalando de ella, evitando cualquier movimiento de mi parte.
—¡Auch, Joyce!— exclamo con dolor cuando da un jalón más fuerte.
—Tía Joy para ti, jovencita maleducada— me riñe, acercandose lo suficiente a mi oído para que mamá no escuche— Tu madre no ha tenido un día precisamente bonito como para que tú vengas con tu odiosidad a terminar de fastidiarlo— Por fin afloja su agarre, liberandome lentamente.
Escudo mi oreja con mi mano, protegiéndola de cualquier movimiento que pueda hacer en mi contra.
Sus palabras son como alcohol en la herida, causando instantáneamente una profunda vergüenza ante mi actitud; un pequeño dolor expandiéndose en mi pecho con el pasar de los minutos.
Mantengo mi postura firme ante la mirada suave que me dedica mi tía cuando conecto mis ojos con los suyos, intentando que no lea entre líneas mi expresión.
Sin decir más, ocupamos nuestros lugares en la mesa, una frente a la otra, mamá no tarda en unirse a nosotras, contribuyendo al silencio denso que creé con mis comentarios venenosos.
Es que la jodo sin esforzarme mucho...
Me mantengo comiendo perdida en mis pensamientos incoherentes, mientras que mamá y Joyce mantienen una seria conversación a la que no le presto atención.
—Voy a terminar unas tareas, con permiso— las interrumpo, levantándome de mi lugar. Ambas mujeres me miran, una confusa por mi arrebato y otra tan fría que me hace preguntarme si aún es por mi o es por el tema en el que estaban tan concentradas— Espero tengan buena noche, hasta mañana.
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Odiosamente Enamorada © [PAUSADA]
Teen FictionCuando te conviertes en paciente de un psicólogo, tu perspectiva de lo que creías correcto, o lo que pensabas era real, cambia, mejora. ¿Por qué pasa esto? Porque somos humanos, personas con emociones, a veces muy inestables, las cuales de vez en cu...