04.Consecuencias.

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4Consecuencias

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Consecuencias.

Habían sido fracciones de momentos completamente inconscientes en los que ella había podido dormitar, aún con la hoja pegada a la piel de su estómago

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Habían sido fracciones de momentos completamente inconscientes en los que ella había podido dormitar, aún con la hoja pegada a la piel de su estómago. El silencio evocado por la situación extraña y oscura lograba que el sonido de su propia respiración fuera tan fuerte en sus propios oídos que le llegaba a molestar. En un breve momento de lucidez, Tabitha escuchó al gato de Paige del otro lado de la puerta. La iluminación del pasillo siempre permanecía prendida, por lo que pudo ver su sombra reflejada en el reducido espacio en la parte inferior, mientras maullaba en un vano intento por conseguir atención.

    Aquello fue lo único que Tabitha sintió como real durante toda la noche. El ruido del animal deseoso por compañía la sacó del terrible temor que había decidido instalarse en su cuerpo sin ninguna intención de irse, y la mantuvo consciente de sus alrededores por el resto de aquella noche. 

    Ninguna había cerrado las cortinas de la habitación, que daban al patio trasero del hogar. Por esa razón, los primeros rayos de luz de la mañana avanzaron sin control por la habitación. Su rostro se vio iluminado a los pocos instantes de la salida del sol, y miró hacia el exterior aún acurrucada contra su propia figura. La franja anaranjada en el horizonte era apenas una línea casi inexistente en ese momento, pero la oscuridad del universo había sido opacada por la estrella y su fuerza. Poco a poco, el cielo se convertía en un celeste pastel, e iluminaba todo aquello que permanecía completamente desconocido en la oscuridad.

    El padre de Paige golpeó la puerta varios minutos después. Ni su voz animada y sus palabras amables pudieron conseguir que las muchachas salieran del terrible temor y la desesperación que se había albergado en cada una de ellas. Las cuatro adolescentes se sentaron en el suelo en los mismos lugares en los que estaban, y se miraron entre sí varios instantes en silencio. Andrea había llorado casi toda la noche, y aquello la había obligado a dormir un par de horas, sin importar el miedo que sentía. Sin embargo, su rostro seguía enrojecido, y sus ojos hinchados. 

    Fue difícil poder crear una mentira lo suficientemente concisa y segura para protegerse y proteger al resto. Ninguna se animaba a cruzar más palabras de las necesarias, y la evidente carencia de sueño las mantenía perdidas dentro de sus propias mentes. Pero había sido suficiente decir que lo que había hecho era ver una gran maratón de películas románticas —de aquellas que Andrea amaba demasiado—, las suficientes como para llorar durante la noche. El padre de Paige creyó la mentira mientras subían al coche de la familia, y aunque las recibió con una amplia sonrisa, feliz de poder llevar a su propia hija y sus amigas a la escuela, no obtuvo nada más que caras pálidas y apagadas.

WITCH CLUB | Peter ParkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora