09.Un espiral de problemas.

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09.Un espiral de problemas.

Tabitha no pudo decir nada por un instante, tampoco moverse. Repentinamente, era una estatua; no respiraba, y hasta había dejado de parpadear. Pero su corazón palpitante era lo único que demostraba que seguía con vida. Estaba allí, aún consciente, y al lado de Spider-Man.

Cuando sus sentidos empezaron a regresar, no pudo evitar pensar en el dicho: «te comió la lengua el gato». Sólo instantes atrás había enterrado al gato de su mejor amiga, y no podía evitar pensar que había dejado allí abajo una parte suya que se conectaba con su habilidad linguística.

Estaba segura de que el héroe decía algunas palabras. Aunque la máscara parecía bastante estática, podía notar un suave movimiento que alargaba el mentón y probablemente representaba sus intentos por comuncarse. La castaña sólo atinó a negar con la cabeza, y extender una mano hacia adelante en señal de que espere. Aún tenía que hacerse a la idea de lo que estaba ocurriendo.

—Lamento haber entrado así; creí que me verías al llegar. Era una sorpresa, o bueno, un intento de sorpresa. Mejor digamos que era una forma de llamar tu atención —se expresó con cierto nerviosismo. Se había levantado de la cama, y daba pequeños pasos en círculos mientras intentaba explicar—. Incluso podríamos decir que fue una forma graciosa de introducirme. Ahora veo que fue una idea tonta.

—¿Qué estás haciendo aquí?

La castaña habló en un murmullo; no porque su madre se encontraba durmiendo en la habitación contigua, sino más bien porque tenía miedo. Aunque el temor no era el mismo que al estar frente a la bruja, Tabitha se sentía imposibilitada a hacer nada más que someterse ante el peligro.

—Vi el hechizo... el que estaba en checo —explicó. Parecía más consicente del estado de alarma de la muchacha, y bajaba la velocidad de sus palabras—. El que me llevé de aquí el otro día, ¿recuerdas?

Tabitha asintió, tan impactada como atemorizada. Apoyó las manos sobre la colcha de su cama, y clavó las uñas en el material antes de poder formar palabras otra vez.

—¿Vienes a matarme?

—Claro que no, ¿por qué pensaste eso? —Soltó apoyando las manos en su cintura, pero ella no lo miraba. Tabitha no centraba sus ojos en ninguna parte, y se encontraba perdida—. ¿Tabitha?

Como si fuera la primera vez que la castaña escuchaba su propio nombre, elevó sus ojos marrones a su acompañante. Estaba pálida, pero un poco más presente en la situación.

—¿Sabes mi nombre? —Temblaba. Su labio inferior lo mostraba, y dificultaba sus palabras.

—Por supuesto, tuve que investigarte —cruzó sus brazos, intentando mostrar un porte seguro.

—Escucha, no quiero causar problemas. Nada de esto... yo no quería causar esto —su voz era un pequeño hilo casi inexistente, pero al menos podía formular un pensamiento bastante coherente—. Es mi culpa, lo sé. No debí tomar ese libro, lo lamento.

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⏰ Última actualización: Jan 17 ⏰

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