ABRIL 1996
Un buen barista, conoce de buen café. Y así como el buen café, así se asemeja la vida; o al menos, así puede apreciarlo mi joven alma, podría apreciarlo en los pequeños detalles, en los pequeños momentos, en las personas que día con día pasaban por mi pequeña cafetería que con un hilo de esperanza y búsqueda de un aire nuevo forme.
Así como el buen café, la vida esta llena de aroma.
En mi cafetería, me gusta mucho los aromas a chocolate o cítricas, en lo personal, son mis notas favoritas, y no solo para mi; si no para la mayoría de mis clientes. Así como ello, también entre mi lista de aromas favoritos, puedo resaltar el aroma fresco y floral de un robusto y lleno ramo de rosas rojas que te dan una primera cita, así como también disfruto mucho el aroma mágico de la lluvia aproximarse, cuando corres de la mano de ese acompañante quien junto a ti, busca donde cubrirse, mas que por preocupación a mojarse las prendas, parece mas un juego de niños de escapar.
Recuerdos dulces me imagino. Y hablando de sabores, también el buen café contiene acidez.
Que contrario a lo que uno puede imaginar, esta acidez en realidad es un sabor agradable e intenso para el paladar ¡Así también como la vida! El dulce y aromático pay de manzana que mi madre preparaba cada que llegaba con buenas notas del colegio me lo recuerda, no solo por el apetitoso sabor, si no que, acompañado de este, venia un gratificante sabor de victoria en aquella jalea y en aquel pan horneado, un sabor de satisfacción y trabajo bien hecho que me hacían sentir que podía dominar totalmente el mundo con tan escasos e ilusos once años.
Y como olvidar que el cuerpo, también caracterizan al buen café. Es la clave de todo, es la consistencia que se tiene a la boca, la persistencia, la plenitud para el sabor, la sensación de este.
Sensación. ¿Es probable que la sensación de nervios y alegría al casarme fuera una de ellas? O quizás no es suficiente, lo asemejaría al efecto que obtienes cuando vas en una montaña rusa que sube y baja con tanta fuerza y adrenalina que no tienes tiempo de digerir todo lo que pasa en tan pocos segundos. Si, eso podría ser.
Como se puede apreciar, así como el café, así se asemeja la vida. Aromas que persisten en la memoria, sabores que transportan, cuerpos que sienten y recuerdan. Aun que, el mal café, también lo equipara a los momentos malos.
El café puede tener un aroma peculiar, una esencia a quemado que da esa alerta. Una fragancia que persiste en la nariz de notas malas e intensas. Casi igual a la vez que pude percibir un perfume diferente en la casa, un perfume en aquellas prendas de la persona que alguna vez compartió piso conmigo. También su sabor es amargo y desagradable, así como el sabor de las mentiras... Y sin duda alguna, su sensación te recorre como un escalofrió a través de la columna por la horrible textura en el paladar, así también como la sensación del engaño y la farsa. Una horrible experiencia que te obliga a abandonar la degustación o en mi caso, abandonar el falso sabor ilusorio de la unión.
No solo son simples palabras, de todas las tazas de la vida, tuve el desfortunio de probar el mas aspero de todos; quizas en ese momento era muy joven y la sola idea de contraer nupcias tan joven me parecía un gran sueño, un mágico y memorable final feliz, pero seamos claros; eso... Es solo un fantástico y traicionero cuento de princesas.
Mi travesía fue grande para atravesar el cambio del duelo, con mis ánimos en una pequeña maleta, montada en un brillante Volkswagen golf del 90 y con la frente como un radar en busca de una esperanza para mi destrozada alma, por más mínima que esta fuera.
Desde California hasta Nevada, de Los Ángeles a Carson City. Algún pequeño rumor había llegado a mi que aseguraba que la ciudad no tenía buenas cafeterías, suponía como un reparo al alma que quizás debía renovar mi nuevo destino con mi talento, así también y como recompensa, Carson City me repara a mi con sus paisajes anaranjados y deserticos.
Ahí comenzó todo y claro, ahí fue donde lo conocí.
La taza más rara que pude haber experimentado en mi vida, que podía ser dulce y experimental pero también amargo y áspero, a veces agradable y apacible y a veces también desagradable y revoltoso.
Un hombre en particular, fuera de lo común. De brillantes y largos cabellos color oro que cada que se asomaban por mí cafeteria resaltaban del decorado color madera caoba, de voz ligeramente grave pero reposada y armoniosa y con una mirada de ojos como el océano Atlántico, intensos, penetrantes, que hacían mantenerle la mirada como congelados, anclados a ellos pero que reflejaban una cierta melancolía que parecía lo había acompañado por años y años.
Johnny, era su nombre y se había vuelto de forma tan inoportuna y sorpresiva, en mi nuevo "café" por conocer...
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La Catábasis de Johnny || Johnny Lawrence
FanfictionCada persona tiene un secreto. Y cada ser humano tiene una historia que contar y un propósito que lo alimenta. ¿Cuál es el secreto que atormenta al pobre Johnny? Era la pregunta que rondaba todos los días por la mente de Faith Soledo, después de que...