Mi travesía había concluido por fin, en mi suave y cómoda cama. Cuando lleve a la señora Allen, en el último tramo del camino estaba un poco más dormida que despierta, de vivir en la misma casa, juro que habría reacomodado mi Volkswagen Golf para que ella pudiera dormir ahí y no tener que despertarla, sin embargo, también debía descansar y mi camino de regreso a casa era por unos minutos un poco más larga ahora.
Sin embargo y sintiendo que aún tenía un poco más de tiempo, pude ayudarla a entrar a su casa y dejarla con bien dentro de esta. La señora Allen era viuda, hacía años que su esposo había fallecido por problemas derivados del cigarro, por ello, vivía sola; a medida de que fui conociéndola, genere una especie de sentimiento de protección hacia ella y por esa misma sensación, procure y procuro que este con bien.
Ella siempre lo agradece con una hermosa sonrisa en su rostro y siempre me despide, con la promesa de verme mañana. De las veces que tengo la oportunidad de llevarla a su casa, siempre me conmueve esa última despedida de ella para el día siguiente, aun más porque puedo decir que lo siento como algo muy fraternal; aún más cuando te enteras que la pobre mujer no tiene ni un solo hijo que la visite.
Puedo decir que me llena el corazón hacer estas buenas obras a la primera persona que me recibió con los brazos abiertos a la ciudad. Aun y a pesar del tiempo que me lleva.
Sea como sea, emprendí mi camino y llegue a mi complejo de apartamentos, aparque mi auto, subí a paso veloz hasta llegar al 4to piso donde se encontraba el mío, me coloque mi pijama mas cómoda y me apresure a cenar para no tener que dormir tan tarde. Por lo general, en las noches y como para generar una especie de ambiente ligeramente ruidoso en mi solitario apartamento, ponía de fondo las noticias locales para así no tener que agobiarme, a veces las escuchaba de fondo mientras hacia otras cosas y mayormente, cuando me sentaba a comer, cambiaba el canal y veía algún programa de juegos con participantes en la búsqueda de ganar un millón de dólares, desde mi SEMP de 10 pulgadas que pude adquirir en una venta de garaje, no era lo mas moderno pero aun podía reproducir bien los canales. Sin embargo esa noche no podía sacarme de la cabeza aquel intento frustrado por visualizar al misterioso sensei del dojo en la plaza comercial, comía de manera estática, hundida en lo mas profundo de mis pensamientos y imaginando como seria aquel lugar de poder verlo mientras que de fondo y sin prestar una mínima de atención la televisión se reproducía en mi improvisado comedor.
No era que las demás personas que Allen me conto no me importaran, pero existía algo en ese Johnny que me intrigaba, si la señora Allen tenia tan buena opinión de él entonces probablemente si era un buen sujeto aun que el hecho de imaginar que practicaba y aleccionaba a los demás sobre karate me daba una ligera impresión de que podía ser un egocéntrico tipo que presumía de fuerza y valentía. Quien sabe, debía conocerlo antes de caer en ideas.
Los minutos pasaron a toda velocidad mientras merodeaba en lo mas recóndito de mis pensamientos, mi cena se había desvanecido de mi plato sin yo darme cuenta y mi programa de juegos había terminado, seguido de un par de anuncios comerciales y para dar paso a la pantalla de cierre de transmisiones del canal con su típico logo y su música instrumental con paisajes fantásticos, seguido de una pantalla estática en a colores acompañado de un ruido blanco que me saco de inmediato de mi transe.
Mire a mi reloj de pared, las doce en punto, un poco tarde pero con las horas justas para descansar.
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La Catábasis de Johnny || Johnny Lawrence
FanfictionCada persona tiene un secreto. Y cada ser humano tiene una historia que contar y un propósito que lo alimenta. ¿Cuál es el secreto que atormenta al pobre Johnny? Era la pregunta que rondaba todos los días por la mente de Faith Soledo, después de que...