Capitulo 8. La Ausencia

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El sábado de esa semana, Johnny no llegó, tampoco lo hizo el día siguiente en domingo. Quizás creía que no lo había visto llegar o probablemente estaría lo bastante ocupado para darse un tiempo de tomar un exquisito café o charlar un poco conmigo; espere en momentos fuera de la entrada de mi establecimiento a poderlo encontrar y tan solo saludarlo... Nada, el dojo no abrió sus puertas en aquel fin de semana que se volvió eterno.

Las últimas horas de domingo fueron extrañas y haciendo un último intento por siquiera encontrarlo, resultaron inútiles.

Me marché esa noche sin más, preguntándome sobre Johnny y que fue de ese fin de semana, preguntas que poco a poco se hicieron menos intensas a medida que corrían mis últimas horas en mi casa antes de ir a dormir, degustando una infusión de té manzanilla y lavandas con la televisión de fondo, me formulaba respuestas lógicas a su abrupta ausencia.

<<Es probable que cierre los fines de semana...>>
<<O tal vez, solo quería relajarse después de defenderme de aquél delincuente...>>
<< Quizás, solo salió de vacaciones. >>

Continuaba en mi cascada mental mientras la T. V. cambiaba su programación e iniciaba el intro de "The X Files". Al estar un poco más tranquila por mis razonables explicaciones, eche un vistazo al reloj, el tiempo exacto para dormir.

Sin más apague el televisor y entre en mi habitación, sumergiéndome entre las sábanas y frotando mi rostro contra la almohada, la noche era realmente tranquila y pacífica, lo cual agradecía bastante pues ayudaba mucho más a calmarme. Era necesario, no podía atender mi amada cafetería con los nervios sobre mis hombros, el sabor de mi delicioso café dependía de mi ánimo y mi calidad podía venirse a abajo de solo dejarme llevar; después de todo ya lidiaba con un pequeño inconveniente refiriéndome a mi pobre brazo.

~~~

Llegué a mi cafetería en punto temprano y sin un minuto de retraso, como de costumbre, siendo fiel a mi responsabilidad.

Abrí la puerta, recibiéndome sin fallar el sonido de la campanilla cercas del marco y me adentre en el establecimiento, más que lista para iniciar un nuevo día. Entre cafés y malteadas, las horas parecían volar tan rápido que cualquier otro día; y es que por más que hiciera mi trabajo con mi velocidad normal, la imposibilidad de mi brazo complicaba un poco las cosas, por fortuna la mayoría de mis clientes, por no decir todos, eran pacientes y podían ver mi situación con comprensión.

Me encontraba tan inmersa en mis labores que no pude percatarme de la visita de Allen al establecimiento justo después del ultimo par de mi tanda de clientes matutinos antes de que llegase la tarde.

Al terminar de servir los últimos expresos americanos, pude verla, con un rostro tan consternado como preocupada; nunca había visto a Allen así pero entendía y sabia porque se debía, fue de las primeras que al notar mi auto estacionado en la mañana que ella llego al punto comercial, sentía que algo no iba bien conmigo, horas después a raíz de los chismes de los locatarios gracias a una que otra cámara de seguridad, le informaron a Allen lo que pudieron ver el día de mi ataque... Al menos eso fue lo que ella me conto cuando al salir de mi barra, le di un enorme abrazo y la tranquilice, invitándola a sentarse como de costumbre en mi local. 

La señora Allen no paró de hablar tan sobresaltada en aquellos minutos, en verdad veía una preocupación genuina, casi al borde del llanto. Mientras la miraba esperando que terminara de liberarse por completo de sus nervios, pensaba... En ¿Qué debí de hacer para que aquella señora mayor me tomara tanto cariño? Lo agradecía por supuesto, era un gesto conmovedor que me ayudaba cada vez mas a romper con aquellos miedos que el ataque dejo en mi, existía gente que me cuidaba a pesar de estar tan lejos de mi hogar y en una ciudad totalmente nueva y desconocida para mi. 

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⏰ Última actualización: Feb 18, 2022 ⏰

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La Catábasis de Johnny || Johnny Lawrence  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora