Capítulo 11: pirueta cruzada

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Vernon por fin había recibido el permiso por parte de su padre para salir los fines de semana, por lo que Chan aprovechó aquello para llevarlo a una de sus partes favoritas del bosque, un poco lejos del castillo.

Caminaron cerca de media hora, tomados de la mano con la excelente excusa de que podrían caerse debido a la nieve o a las ramas que había en el suelo a su paso.

Ambos miraban el manto blanco cubriéndolo todo, señalando una vez en dirección a un gato montés, que se parecía un poco a un gato doméstico; su hermoso pelaje café combinado con rayas negras, que paseaba tranquilamente, solitario, a unos metros de distancia. Lo observaron sin hacer ruido, aunque sabían que esos animales eran bastante ariscos como para acercase a los humanos.

Siguieron su paseo con tranquilidad, hasta que finalmente llegaron a un enorme claro, con menos nieve gracias a los árboles altos y ramas extendidas casi creando un techo encima de ellos. Se detuvieron, tomándose su tiempo para admirar todo a su alrededor.

–Es muy lindo aquí –susurró Vernon, sin soltar su mano y girando su rostro por todos lados, queriendo verlo todo. Desde las copas de los árboles muy por encima de ellos hasta los arbustos que creaban una especie de barda entre los gruesos troncos y el inicio del circulo casi perfecto de nieve en el que se encontraban.

–Me gusta venir aquí cuando estoy cansado incluso de la pista de hielo –respondió Chan, admirando los brillantes ojos del mayor.

–¿Estás cansado de patinar o sólo de la pista? –Preguntó éste con cierta sorpresa, pues el menor siempre le había dicho que el patinaje era para él un medio para quitar el estrés de su cuerpo.

Chan se encogió de hombros.

–Ambos –respondió con un poco de nerviosismo, mirando hacia el suelo y las huellas que sus zapatos habían dejado hasta llegar allí–. Lo que pasó ayer... creo que necesitaba un pequeño descanso de todo eso. El entrenador Jihoon entendió, así que tengo todo un fin de semana para mí, para usar y pensar un poco... intentar relajarme.

Parecía un poco sorprendido y perdido.

–Es el descanso más largo que te has dado, ¿cierto?

–Sí –le dio la razón–, aunque supongo que era necesario. Además, voy a cambiar la canción que presentaré en las finales. Apenas en la madrugada se me ocurrió eso y aunque nunca había hecho esto de cambiar de casi último momento la canción de mi presentación, creo que es lo que necesito.

Vernon lo miró por unos segundos, notando la incertidumbre que desprendía su mirada.

–Hey –lo llamó, jalándolo suavemente de la mano y acercándolo a su cuerpo–. No tienes que agobiarte con todo esto –comenzó a decirle, acercando su mano enguantada y acomodando el gorro blanco que llevaba, en donde unos pequeños copos ya habían caído, así como sobre su flequillo–. Todos cambiamos de opinión todo el tiempo, es normal. Y quizás para ti ya no haya mucho tiempo desde ahora para poder ensayar como te hubiera gustado o como estás acostumbrado, pero yo creo que sí lo hay. Tal vez no sepa mucho sobre patinaje, pero sí confío en ti y en tus habilidades, me las has demostrado todo este tiempo que has practicado frente a mi. Sé que podrás crear una coreografía digna del primer lugar en las competencias. Pero para hacer eso debes confiar en ti mismo, o si no, nada va a salir como tú esperas.

Chan pareció repetir sus palabras en su mente, por lo que terminó sonriendo después de un tiempo.

–Creo que el hecho de que alguien, tú específicamente, confié en mí de esta manera, ayuda a que yo mismo crea que lo puedo lograr. Así que gracias.

Ambos se miraron por largos segundos, contemplándose. Sus manos unidas, la otra de Vernon en el pequeño rostro y la de Chan recargado en el pecho contrario.

Y aunque tenían ambos una gruesa chaqueta y un esponjoso abrigo respectivamente, jamás se habían sentido tan cerca el uno del otro.

Aquella mañana estuvieron en aquel claro, divirtiéndose, corriendo de un lado al otro mientras hacían una pequeña guerra de bolas de nieve que termino en empate, tirándose al suelo a crear extrañas figuras que estaban lejos de ser ángeles, riéndose de aquello, platicando sobre lo que se sentía el cambio de ambiente tan radical que Vernon había tenido, lo que se sentía para Chan llevar toda su vida patinando.

Por primera vez se encontraron a ellos mismos profundizando en esos temas como nunca antes habían hecho con nadie.

Los siguientes días y semanas, Chan se la pasó enfocándose casi por completo en la escuela y la nueva coreografía que estaba haciendo junto con el entrenador Jihoon, quien sólo le daba ciertas indicaciones, pues Chan siempre había disfrutado del p...

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Los siguientes días y semanas, Chan se la pasó enfocándose casi por completo en la escuela y la nueva coreografía que estaba haciendo junto con el entrenador Jihoon, quien sólo le daba ciertas indicaciones, pues Chan siempre había disfrutado del proceso de crear una presentación casi completamente por sí mismo, por eso ensayaba con tantas canciones a la vez.

Vernon, todo ese tiempo, fue la única otra cosa en la que Chan se enfocaba, pues era quien lo escuchaba cuando tenía algún problema, cuando las cosas se salían de control él lo comprendía y lo intentaba calmar, siempre consiguiéndolo.

Cada vez que Chan necesitaba apoyo moral o solamente sentarse en su cama, sin hacer nada y mirar al techo, el mayor estaba dispuesto a acompañarlo, sosteniéndolo de manera emocional o quizás también física.

Era quien lo acompañaba en casi todos sus ensayos, siendo la única excepción la inmensa cantidad de tarea que a veces tenían.

Todo aquello, la emoción, la presión, la nerviosismo y las clases, hicieron que el tiempo pasara más rápido de lo que Vernon jamás creyó, pues cuando se dio cuenta, la competencia de Chan y la mitad del año ya se estaban acercando.


Calling me || chansolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora