Hoy era el día en el que viajaríamos a Antofagasta con el Erick.Estaba nerviosa,pero no a niveles extremos,sin embargo estaba segura de que a penas me subiese a ese avión,mi cuerpo se tensaría y mi mente se llenaría de falsos escenarios negativos que no pasarían.
Me encontraba esperando a que el Erick terminara de guardar las cosas necesarias en su mochila,para poder irnos al aeropuerto.Eran exactamente las cinco de la mañana,nuestro vuelo saldría a las diez.Decidimos que era una buena idea llegar con tantas horas de anticipación,ya que uno nunca sabe con qué percance se puede topar,y así podríamos hacer todo lo que debamos hacer,tranquilos.
— Ya estoy listo.—habló.—¿Tú estai lista?.
— Siempre lo estoy.—presumí.— Y siempre es antes que tú.
— Ahora nomás,mentirosa.— bufó.
— Mentirosos serán tus cocos,vamos.— dije naturalmente.
— Que eres ordinaria.—rió negando.
Salimos por la puerta con nuestras maletas y bolsos de mano,caminamos hacia el auto,guardamos todo en la maleta,y cada uno se sentó en su asiento correspondiente para así llegar al aeropuerto.
— Igual encuentro que es como muy temprano pa' llegar.— me quejé.
— No lo es,está bien así.— negó.— Así no nos atrasamos ni nada.
— ¿Te habían dicho que eres como una señora?.— me reí en su cara.
— ¿Qué?.—rió desentendido.—No,¿por qué?.
— Fíjate,solo una señora llega cinco horas antes al aeropuerto.—aclaré.
— Ah.—sonrió.— Instinto de madre leona po.
— Así veo.—estallamos en risas.
El camino hacia el aeropuerto se nos hizo muy corto debido a que todo el tiempo se nos fue en hablar y reír de las estupideces que decía el Erick.
Al llegar,bajamos nuestras cosas y nos encaminamos hacia la entrada tomados de la mano. Se me había olvidado lo que significaba salir con el Erick; los paparazzis y periodistas nunca faltaban.
— ¿No te agobia esta wea?.—dije molesta por los periodistas que invadían nuestra privacidad.
— Ya me acostumbré.—encogió los hombros.— Al principio era raro,ahora me importa un...
— ¡ERICK!.—se acercó una chica de nuestra misma edad,supuse que era una hincha chilena.
— Hola.—sonrió amistosamente.
— Te amo.—dijo,y sin más,se acercó a la boca del Erick dejando un sonoro beso en esta.
— ¿Qué mierda?.— caminé hacia ella.— ¿No vei que está acompañado?.
— Fer.— intentó detenerme él.
— Si vi.— contestó indiferente.— Pero mucha carne pa' muy poco perro.— dijo irónica.
— Ey,amiga.— se metió el Erick.— ¿Por qué tanta mala onda?.
— Porque vo' vai a ser mío.—guiñó su ojo.
La sangre me hervía y quería pegarle un puro charchazo a la mal nacida,sin embargo,preferí conservar mi poca dignidad restante,junto a mi salud física y mental.
— Ya...Fer,vamos.— ordenó.
— Chao.— la miré despectivamente de pies a cabeza.— Maraca.— dije antes de darme media vuelta.
