doce • primera parte

958 81 52
                                    

Samanta

Al final llegamos al carrete que fui invitada.

El Flyn resalta entre todos los que están, y no solamente porque es mino, sino que su estilo y confianza se nota a kilómetros. Además todos los chicos lucen iguales con el típico estereotipo de vestimenta cuica, menos el Flyn.

Siento que su mirada no se despega de mi a medidas que vamos avanzando. Yo lo tomo de la muñeca y lo jalo entre toda la gente, dejando que ambos nos sintiéramos los putos reyes de la fiesta. Cada paso que dábamos gritaba confianza y poder. Las miradas curiosas, asombradas y disgustadas eran obvias, pero aún así mi querido acompañante no se permitió sentirse menos por no encajar.

Y a pesar de que yo sí tengo dinero y me muevo en el mismo círculo que todos aquí, yo sé que tampoco encajo de la misma forma que todos creen.

Paro al lado del bar, pensando en qué tomaré esta noche.

—Ey, Reyes, préstame atención que te haré un mini tour —pido.

—Si te has llevado toda mi atención desde que te vi, princesita—sonríe de lado.

Yo sonrío mínimamente y murmuro un "es obvio", que lo hace reír.

—Aquí siempre tienen de los mejores copetes—anuncio, festejando.—Pero por allí, se mueve la droga en nuestro mundo—apunto una esquina donde existe un pasillo que lleva a más habitaciones.

Él eleva sus cejas, no sé si realmente sorprendido o no.

—Qué malotes, la cagó—suspira, negando con la cabeza.

—Pero si se enteraran los papis ahí si quedaría la cagá—río imaginado una escena así.

—Tú no le hacís a eso—asegura, confiado.

—Qué inteligente—lo molesto, asintiendo.—No me interesa meterme ahí, pero tampoco creas que soy tan buenita como aparento.

—¿Quién te mintió tanto para que creas que aparentas ser buenita?—ríe.

—¿Y qué aparento para ti, Flyn Reyes? Dilo en tres palabras.

—Elegancia, fuego y poder—responde, totalmente seguro y de inmediato.—Y mi lady, cuando eres una mina que arde tan intensamente, también consumes todo lo que quieres porque puedes hacerlo, porque erís capaz y lo sabes. El poder mueve personas y mentes, sobretodo cuando lo maneja una rubia que detona elegancia por donde camine—se encoge de hombros, tomando de su vaso con una sonrisa danzando en sus labios.

—Admito que pensé que me dirías hija de papi—murmuro, pensativa.

—Descripción aburrida que solo hace gente aburrida para personas aburridas—bufa.—Y ni tú ni yo somos aburridos, rubia.

—Tú estás lleno de confianza, por donde camines y como te miren, mantienes tu actitud del rey del mundo. Y claramente tienes la inteligencia y rapidez como para hacer de las tuyas sin ser descubierto, pero también tienes ese toque de fuego. Donde te metas, hay un incendio. Sin olvidar tu coqueteo que hace derretir corazones y temblar piernas.

Él sonríe, satisfecho. Se acerca a mi oído y susurra lentamente, pero divertido:

—Entérate que mi mayor incendio serás tú.

Y se separa, tomando de su vaso.

Si llegara a ser así, yo no lo apagaría, sino que lo intensificaría, porque si me quemo yo, no lo haré sola.

—¿Y de estos quiénes son tus juntas?—pregunta, alzando una ceja.

—¿Algún problema, ladroncito?—río.—No tengo amigos aquí, muy falsos e interesados la mayoría, pero acostumbro a carretear acá.

princesita pero no de disneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora