catorce

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Flyn

Rapunzel debe de estar de encerrada en su torre y custodiada por el dragón feroz. Ni siquiera hay un dragón en ese cuento, pero a lo que me refiero es que la rubia no me ha hablado ni para saber cómo estoy.

Ella me comió igual a mi cuando como completos y después ni si estoy vivo me pregunta. Qué malita esa mujer.

Hoy es el gran día donde voy a visitar a unos viejos amigos, aparte que necesito que me ayuden en un asuntito. Son como mi vía de emergencia que siempre está disponible. Gracias al poderoso Tony.

Toco la puerta de la dirección nueva, por lo que me dijeron tuvieron que cambiarse de casa porque una mina descubrió el lugar. Primera vez que les pasa si no me equivoco.

El que me abre es el Tony, recibiéndome con un pequeño abrazo y una gran sonrisa.

—¿Ya te nos vas a unir? ¿O aún te haces de rogar? —pregunta, aunque ya sabe la respuesta.

—Ya quisieras, eh —río. —Aún no le caigo al corte mafioso hermanito mío.

El Tony siempre me ha invitado a que me una a su equipo de trabajo, pero aunque agradezca la oportunidad, le he dicho que no quiero desviarme de mis objetivos.

—Y uno es idiota que sigue haciéndose ilusiones —lamenta. —¿Te acordai que te dije que tenía que hablar urgente contigo?

—Por eso mismo vine a verlos, además de querer apreciar sus hermosas caras. ¿Pero me vas a contar ahora o....?

—Pasa, que todos te explicaremos —me da la pasada.

Camino por el pasillo que no tiene ni una decoración, y lo entiendo ya que estos se cambian de casa como cambiarse de calzones.

Veo a todos los cabros sentados en los sillones y pillo un lugar al lado de el Dayker, de mis favoritos.

—Wena, wena, bellezas mías —sonrío felizmente, saludándolos. —¿Cómo andan mis malotes favoritos?

El Dayker es el primero en responder.

—Se puede estar mejor si el Tony me dejara pasar la línea, pero no me deja —bufa.

—Es que el Dayker tiene en la lista negra a uno del grupo de el Queno —ríe el Gary, contándome.

Al escuchar eso y recordar que el Dayker es el que se encarga de los asuntos físicos, se me alumbra la ampolleta.

—Oye, hablando de listas negras, yo te podría dar un datito de un cuico que...

—Flyn, no lo entusiasmes, que este como es de rastreador no se va a cansar hasta completar la pega —me dice el Tony.

Yo hago puchero, lamentándome.

—Igual si me hablas al priv...

—Dayker —lo corta el Tony.

—Ya, jefecito —gira los ojos.

Pasa por mi lado el Benny con una bandeja llena de galletas recién hechas, poniéndomelas en una mesita frente mío.

—Por eso me gusta visitarlos, siempre me siento como en casa —sonrío, agarrando una altiro.

—Es para endulzar las noticias amargas que se te vienen, querido —sonríe el Zair.

—¿Qué me tienen de nuevo? Tírenlo nomas que ando con chaleco antibalas —aseguro.

—Nos encargamos del llamado de urgencia que me pediste —comienza el Tony. —Y nos encontramos algunas sorpresas. Gary, comienza tú.

princesita pero no de disneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora