CAPÍTULO VEINTITRÉS: Tomoe

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Kyoto, 5:40 am

Quedan dos horas y veinte minutos para el fin del mundo


Esta es mi oportunidad para superar a los demás alumnos, para destacarme con los resultados y para conseguir ingresar a una escuela secundaria de renombre.

Paso a la siguiente página del libro. Ya la he leído casi diez veces en las últimas doce horas, pero no voy a desperdiciar ni un instante. El examen es mañana y sé que muchos de mis compañeros han salido a divertirse o se han rendido por culpa de la alarma. La primaria a la que asisto ha cerrado hoy por precaución, pero mañana abrirá, justo a tiempo para el examen. Estoy convencida de ello.

Si en realidad no ocurre nada —estoy segura de que es una ridiculez el asunto del fin del mundo—, seré una de las pocas personas que habrán estudiado. Tendré ventaja por primera vez en mi vida escolar.

Bostezo. El té que me había preparado ya se enfrió, pero bebo algunos sorbos de igual forma ya que calentarlo o hacer otro significaría desperdiciar el tiempo.

A ver, a ver... sí, en el período Edo...

Mis ojos están un poco borrosos, anoche no dormí, tampoco pienso hacerlo hasta haber terminado el examen. Luego, en dos días será fin de semana y podré levantarme un poco más tarde que de costumbre.

¡Menos mal que papá ni se entera! Desde que mamá murió, él trabaja hasta muy tarde y a veces se va a jugar pachinko o a beber con extraños hasta la madrugada.

Me evita. Y yo lo evito a él. Es como que la presencia del otro nos recuerda a la persona que perdimos y que no podremos superar hasta dentro de algún tiempo. Porque mamá lo era todo en esta familia. Sin ella, es como si el pilar que sostenía el techo se hubiese derrumbado. Quedamos a la deriva.

Por eso es que quiero mejorar mis notas, ir a un secundario en Tokio, lejos de este apartamento, y empezar mi propia vida.

Asami, mi prima, me dijo que podría vivir con ella y buscar un empleo de medio tiempo para dividir los gastos.

Necesito lograrlo. Tengo que posicionarme entre los primeros cinco puestos del ranking del curso para obtener la oportunidad.

"Tú puedes, Tomoe", me doy ánimos a mí misma.

Sacudo la cabeza varias veces para despabilarme, bebo lo que queda del té frío con la esperanza de que eso me brinde energías y regreso la atención al libro.

La alarma no es real. Si lo fuera, tendríamos más información sobre qué es lo que ocurre. ¿Un meteorito? Ya se vendría venir. ¿Una catástrofe natural? No afectaría al mundo entero. ¿Un arma nuclear fuera de control? Dudo que exista algo tan poderoso como para acabar con el planeta completo. Y, si es así, ¿no deberíamos notar señales antes de tiempo?

Qué ilusos son aquellos que desperdician el tiempo por confiar en una tontería tan grande. Pero... ¿de qué me quejo? Mejor para mí.

Esta es mi gran oportunidad de cambiar el modo en el que vivo y forjar un mejor futuro. No la dejaré pasar. No hay pruebas ni información que verifiquen el final del mundo, después de todo.

Entonces, ¿en qué estaba? Ah, sí, durante el período Edo...


GRACIAS POR LEER :)

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Voces del fin del mundo (coautoría con @uutopicaa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora