CAPÍTULO VEINTISÉIS: Alice y Max

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Nueva Zelanda, 14 de junio de 2022, 12:30 pm.

Queda una hora y media para el fin del mundo.


De: alicebrennin

Para: max.merryl.1997@itsmail.com

Asunto: Mi confesión

Max, sé que te sorprenderá recibir este correo electrónico en un momento de semejante urgencia. Tal vez ni siquiera te enteres de que lo he enviado porque tienes mejores cosas que hacer con tus últimas horas de vida que revisar la bandeja de entrada.

Desde ya, me disculpo por haber tomado tu dirección de e-mail de una cadena que mandó el profesor de Química Avanzada el semestre pasado, que fue la última vez que cursamos juntos. Fue un atrevimiento que espero no te resulte ofensivo.

Te preguntarás por qué he decidido escribir. A decir verdad, hace tiempo intento juntar el valor para decirte que me gustas.

No, mejor dicho, me atraes. Me tienes atontada desde hace bastante. No sé qué has hecho para generar este sentimiento en mí. Entiendo que no es correcto, que me rechazarías y que no vale la pena ponerlo en palabras ahora porque ya es tarde para tener cualquier posibilidad de pensar en un futuro a tu lado. Sin embargo, no quisiera llevarme las emociones que me asfixian a la tumba.

Antes de que la cuenta regresiva llegue a su fin, necesito que sepas lo que siento.

Expresarme es complicado. No soy buena para relacionarme con otras personas, me cuesta forjar amistades y sé que, a primera vista, parezco esnob e inaccesible. Por eso siempre ando sola. Por eso es que te observo desde lejos.

Me pregunto si ubicas siquiera quién soy. Por si acaso, me describo como la muchacha alta, de cabello corto y claro que usa lentes de borde púrpura. Suelo llevar faldas largas y blusas oscuras. Mi silueta no es la gran cosa, la ropa que lleva los maniquís en las vitrinas de las tiendas nunca me queda bien. Pocas veces me coloco maquillaje porque me genera alergia, y los que puedo colocarme son costosos, así que los guardo para ocasiones especiales... como el día que ambos tuvimos que volver a rendir el examen de Anatomía II porque lo habíamos reprobado. Sabía que no habría más alumnos esa tarde, por eso intenté verme bien para ti.

Seguro que ni lo notaste.

¿Recuerdas mi rostro? ¿Mi nombre? Lo dudo.

Tampoco importa.

Toda esta verborrea es solo resultado de mi nerviosismo y de mi nula capacidad para hablar con otros. ¿Estoy siendo demasiado formal? ¿Demasiado informal?

En fin...

Si lees este correo, tal vez creas que es un chiste. Quizá hagas una mueca de asco al recordar quién soy. Es posible que te rías de lo tontas suenan mis palabras y que le cuentes a tus amigos sobre este correo electrónico para humillarme.

¿Qué más da?

Me gustas. Me atraes. Y quiero que lo sepas.

Una vez estuve a punto de decírtelo. Ambos esperábamos por el último tren del día en la estación. Me detuvieron dos factores:

Creo que no notaste que yo estaba allí. O que no me reconociste. O que preferiste fingir que no podías verme.

Escuché a tu ex llorar con una de sus amigas en el baño de la universidad. Decía que la habías engañado ya tres veces... y, a decir verdad, me asusta mucho la idea de vivir con el corazón roto.


Siempre me he dicho que prefiero ahogarme en inseguridades y silencios antes que arriesgarme y salir herida.

Ahora, sin embargo, que parece que el mundo se está por acabar, creo que por fin ha llegado el momento de sincerarme contigo. Y conmigo.

Me encantas. Eres mi tipo de chico. Adoro tu cabello oscuro y desprolijo, el modo en el que fumas y tu expresión se pierde en la distancia o en alguna reflexión interna. Me encanta tu forma de vestir, amo el modo en el que te conduces por la vida como si cada instante fuera importante. Te veo y pienso en libertad, en sinceridad, en felicidad. Creo que eres de las personas que buscan vivir la vida, no solo transitarla. Y envidio un poco esa actitud, por eso es que me atrae.

Quisiera estar a tu lado y que me enseñaras a ser un poco más como tú.

Uy, estoy escribiendo demasiado.

Sinceramente espero que no leas este correo electrónico, que no pierdas el poco tiempo que nos queda en una tontería. En mí.

Así que... bueno. Solo eso. Me gustas. Me atraes. Y quería decírtelo de alguna forma, aunque nunca te enteres. Y por escrito me expreso mucho mejor que hablando.

Con amor, Alice.

De:

Para:

Asunto: RE: Mi confesión

Alice preciosa.

Yo no sirvo para expresarme con palabras, tampoco para entenderlas

Quieres mostrarme cuanto t atraigo y te gusto? Dame tu dirección y estaré ahí en menos de media hora. Dudo que vivas lejos la ciudad es pequeña.

Aprovechemos el tiempo que nos queda para conocernos un poquito mejor... jeje

;)

Max


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GRACIAS POR LEER :)

Voces del fin del mundo (coautoría con @uutopicaa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora