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La vida de Hanma siempre fue aburrida, todo era demasiado corriente para él, había intentado muchas cosas y sus padres le habían apoyado en todos los pasatiempos que pudo tener. Nada era suficiente, nada era especial, nada podía dejar de ser monótono después de un tiempo practicando cualquier actividad.
Siempre fue fuerte, practicar algunos deportes le ayudó a mejorar aquella fuerza, al principió la usó para ganar algunas competencias, Judo, Karate, Taekwondo... se hizo aburrido contenerse contra sus rivales, obteniendo una victoria fácil. Descubrió que era más entretenido golpear con fuerza bruta a las personas sin ningún tipo de contención, el olor a sangre, los moratones en su contrincante, las plegarias para que parase de golpear sin piedad, todas esas emociones hicieron que su corazón latiese de manera vertiginosa.
Todo el aburrimiento que alguna vez sintió desapareció cuando empezó a meterse en bandas, agrupaciones o peleas clandestinas, su reputación no tardó en subir como la espuma, fue conocido como un monstruo que llegó de la nada para dar palizas brutales, se hizo un nombre en ese mundo, llegando a aterrorizar a sus enemigos sólo con su presencia.
Después de algunos años disfrutando de la sensación de ser invencible empezó el ciclo de nuevo, todo se volvió aburrido, nadie parecía tener la valentía de querer enfrentarse a él y si la tenían, Hanma terminaba con ellos de manera casi instantánea. Entonces llegó Kisaki, lo único que este quería era usar a Hanma como un arma, un guardián y su mano derecha, no le importó ser visto como tal, la retorcida mente de Kisaki le hizo que volviera a ver los colores de la vida de nuevo, fue muy entretenido trabajar mano a mano con el adolescente.
Pasaron un par de años más, llegaste tú, no había algo que le gustara más Hanma que meterse con las personas, fue muy fácil contigo y le pareció divertido que te preocupases por dos idiotas que se dedicaban a hacer de todo menos buenas acciones. Por mucho que ambos chicos quisieran negar sus sentimientos hacia ti por la cantidad de tiempo que habían gastado molestándote, ambos no podían negar que tu amabilidad y terquedad había hecho crecer algo en sus corazones. Claro, algo mucho más en Shuji que en Kisaki, este tenía su propio enamoramiento, pero eso no evitó verte como alguien cercano, al fin y al cabo seguía siendo un adolescente que necesitaba relacionarse con gente en un rango de edad cercano y alejado de problemas.
Fuiste una carta blanca en su juego macabro sobre joderle la vida a otros adolescentes, como si fueras un espacio seguro al que acudir cuando estaban demasiado cansados de las peleas y las bandas.
Sin quererlo Hanma terminó demasiado apegado a ti, no le harías cambiar nada de su rutina ni sus malos hábitos por su puesto, pero siempre estarías ahí siempre que estuviera en problemas, siempre ofreciendo una mano para ayudarlo cuando estaba cansado de toda la mierda que tenía a las espaldas. Nunca pensó en los daños colaterales de todo lo que hacía por Kisaki, todas las peleas, los asesinatos... nunca pensó en qué pasaría después hasta que tu persona comenzó a inundar sus pensamientos.
El hecho de involucrarte en su estilo de vida no le gustó nada, agradeció que no querías relacionarte con este tipo de ambiente, pero sabía más que nadie que hay personas que guardan tanto rencor como para atacar a personas que están relacionadas con él. Lo sabía muy bien porque él mismo estuvo implicado con la muerte de la hermana de Mikey, aunque sus manos ya estaban manchadas mucho antes de todos estos sucesos, muchas veces se preguntaba si realmente se merecía tu preocupación o siquiera tu presencia.
Definitivamente erais personas de mundos distintos, Hanma era un completo monstruo sin resentimiento, a su lado eras una persona ordinaria que no merecía meterse en su mundo, no estaba buscando desarrollar este tipo de sentimientos pero a veces el corazón actúa antes que el cerebro y ahora no quería envolverte en sus problemas.
En cierta parte se alivió cuando te encontró el otro día en mitad de la noche, no le gustó tu estado, pero después de enterarse de que te irías a otra ciudad a un colegio privado de monjas se alegró, por supuesto que era una completa mierda hacer eso por parte de tus padres y por supuesto que no pudo evitar sentirse un poco molesto por no poder verte, pero al menos, ya no tendría que lidiar con que te usaran como una carta contra él.
─Supongo que así es mejor, las cosas empeoraran de aquí en adelante.
Murmuró para sí mismo, dando la última calada a su cigarrillo, lo tiró por el balcón en el que estaba apoyando, sin importarle si las cenizas o el cigarro caían encima de cualquier persona que pasase por allí.
Agarró su chaqueta, deslizándola por sus brazos, mirando la hora en su móvil, contestando un mensaje de Kisaki rápidamente, hoy tenían una misión interesante, pero antes de apagar el teléfono presionó en la lista de contactos, dudando un poco, sus dedos se movieron ágilmente para borrar el contacto con tu nombre.
