ＡＭ Ｉ ＶＡＬＩＤ? ♡ kazufuyu !

OO3

Chifuyu empezó a caminar rumbo a su casa, sintiendo los golpes que le habían pegado, y sangre corriendo de sus cicatrices. Hace poco se operó del pecho y sus heridas no habían sanado. Entre la paliza y el abrazo del chico había empezado a sangrar y la zona le punzaba. Pero no se había arrepentido de abrazar a aquel lindo muchacho.

Cuando empezó a marearse fue cuando supo que tenía que darse prisa en llegar a casa o se desmayaría ahí en medio. No le daba miedo precisamente eso, si no que los matones lo encontraran y volvieran a pegarle, o aún peor. Se apoyó en la pared más cercana, respiró hondo y siguió su camino.

Kazutora empezó a caminar rumbo a su casa. Ya no le dolían sus heridas, solo pensaba en el lindo chico que acababa de conocer. Y que probablemente no volviera a ver. Pero eso no parecía preocuparle demasiado.

Tan sumido iba en sus pensamientos que no se acordó de que le habían echado de casa. No hasta que su madre le pegó tremendo portazo en la cara cuando apareció por casa.

Toda la felicidad que traía consigo desapareció en cuestión de un segundo. Dónde dormiría esa noche? Estaba más que claro que su madre no le dejaría entrar, tampoco para dormir.

Recordó al chico que había conocido y corrió en la dirección por la que se había ido. Era lo único que podía hacer ahora si no quería dormir en la calle. Ese amable chico seguro que le ayudaría.

Paró en seco cuando le vio por fin, pero tirado en el suelo quejándose. Corrió rápidamente hacia él. Le agarró la cabeza intentando hacer que reaccionara.

-Eh eh, Chifuyu. Estás bien? Espera no, no lo estás. Donde está tu casa? Vamos te ayudo a ir-

Ayudó al rubio a levantarse del suelo y le sujetó para que pudiese andar. Chifuyu le fue indicando por dónde ir hasta que llegaron a su casa. Kazutora llamó al timbre.

-Aunque llames nadie te va a abrir- dijo ya un poco mejor el bajo

-Y cuando llegan tus padres? Me sabe mal dejarte así-

-Vivo solo. Mis padres no vendrán.- hizo una pausa al ver la expresión del contrario -Coge mis llaves, están en mi bolsillo

El de mechas atacó la orden y abrió la puerta del apartamento. Cuando abrió la puerta un dulce aroma a vainilla y cítricos inundó su nariz. No se distrajo y entró en la casa. Sentó al otro en el sofá.

-Donde tienes las cosas para curarte?- preguntó un poco nervioso. El rubio contestó y segundos después apareció con el botiquín

Empezó a curar al muchacho delicadamente, procurando no hacerle daño. Este simplemente miraba sonriente la cara de concentrado de Kazutora.

El nombrado se sintió observado y levantó la cabeza, encontrándose con la mirada contraria. Nervioso le sonrió de vuelta y volvió a lo que estaba haciendo.

Cuando le hubo curado le dio una palmadita en el muslo en señal de que había terminado. Sus miradas se volvieron a encontrar.

-Gracias, Kazutora- este solo asintió -Como agradecimiento, quieres charlar un rato más? Has comido? Quieres cenar aquí?- rió por las preguntas ansiosas del rubio

-Me encantaría hacer todo lo que me has dicho. Acepto-

Solo se habían conocido hace unas horas pero se llevaban muy bien. La química que había entre esos dos se palpaba en el ambiente. Platicaban animadamente en el salón de Chifuyu cuando ya se acabaron la cena. El de ojos azules se percató de la hora que era y avisó al otro chico.

-Oye, ya es tarde y creo que deberías volver a tu casa- al ver que el contrario no reaccionaba siguió hablando- Si te da miedo caminar tú solo tan tarde te puedo acompañar, si tú quieres-

-Si, sobre eso... no me dejan entrar en mi casa. Me han echado. Te lo dije pero supongo que se te olvidó, a mi también se me olvidó antes- rió ante su mala memoria

-Te quieres quedar? Si es así no hay problema. Entiendo que lo estás pasando mal y no me gustaría que pasaras la noche en la calle. Venga, vamos a la cama- le extendió la mano para que la tome y le encaminó hasta su cuarto

Era un cuarto espacioso y precioso también. Estaba todo tan ordenado. Era lo contrario al cuarto de Kazutora. Con solo ver su casa ya podía imaginar como era el chico con en el que estaba en ese momento.

Sé tumbó en un colchón que el bajo le dio para que no durmieran juntos e incómodos. Y no duró mucho en saber que no podía dormir. Daba vueltas pensando en todo lo que había sucedido en tan poco tiempo. Decidió respirar profundamente para tranquilizarse, hasta que se quedó dormido.

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