capitulo 4

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El último mes de Aledis y Harry con los Dursley no fue divertido. Es cierto que Dudley les tenían miedo y no se quedaba con ellos en la misma habitación, y que tía Petunia y tío Vernon nolos encerraban en la alacena ni los obligaban a hacer nada ni les gritaban.

 En realidad, nisiquiera les dirigían la palabra. Mitad aterrorizados, mitad furiosos, se comportabancomo si sus sillas que ocupaban estuviera vacía. Aunque aquello significaba unamejora en muchos aspectos, después de un tiempo resultaba un poco deprimente. 

Aunque solo en momentos dado que se tenían el uno al otro, el único problema era cuando la pequeña salía de la casa y desaparecía dejándolo solo horas.

Harry en esas situaciones se quedaba en su habitación, con su nueva lechuza por compañía. Decidióllamarla Hedwig, un nombre que encontró en Una historia de la magia. Los libros delcolegio eran muy interesantes. 

Por la noche leía en la cama hasta tarde al igual que la aledis solo que ella ya iba unos libros mas adelantada que el, mientrasHedwig entraba y salía a su antojo por la ventana abierta. Era una suerte que tía Petuniaya no entrara en la habitación, porque Hedwig llevaba ratones muertos los cuales se comía annubis. 

Cada noche,antes de dormir, Harry marcaba otro día en la hoja de papel que tenía en la pared, hastael uno de septiembre.El último día de agosto pensó que era mejor hablar con sus tíos para poder ir a laestación de King Cross, al día siguiente. Así que bajó al salón, donde estaban viendo latelevisión. Se aclaró la garganta, para que supieran que estaba allí, y Dudley gritó ysalió corriendo. 

—Hum... ¿Tío Vernon?

 Tío Vernon gruñó, para demostrar que lo escuchaba. 

Hum... necesito estar mañana en King Cross para... para ir a Hogwarts. 

Tío Vernon gruñó otra vez.

 —¿Podría ser que nos lleves hasta allí? 

Otro gruñido. Harry interpretó que quería decir sí.

 —Muchas gracias. 

Estaba a punto de volver a subir la escalera, cuando tío Vernon finalmente habló. 

Qué forma curiosa de ir a una escuela de magos, en tren. ¿Las alfombrasmágicas estarán todas pinchadas?

 Harry no contestó nada. 

¿Y dónde queda ese colegio, de todos modos? 

No lo sé —dijo Harry; dándose cuenta de eso por primera vez. Sacó del bolsilloel billete que Hagrid le había dado

—. Tenemos que coger el tren que sale del andén nuevey tres cuartos, a las once de la mañana —leyó.Sus tíos lo miraron asombrados. 

—¿Andén qué? 

—Nueve y tres cuartos. 

No digas estupideces —dijo tío Vernon—. No hay ningún andén nueve y trescuartos. 

Eso dice mi billete. 

Equivocados —dijo tío Vernon—. Totalmente locos, todos ellos. Ya lo verás. Túespera. Muy bien, los llevaremos a King Cross. De todos modos, tenemos que ir aLondres mañana. Si no, no me molestaría. 

¿Por qué vais a Londres? —preguntó Harry tratando de mantener el tonoamistoso.

 —Llevamos a Dudley al hospital —gruñó tío Vernon—. Para que le quiten esamaldita cola antes de que vaya a Smeltings. 

Harry Potter Y Aledis  Bythesea En La Piedra FilosofalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora