El mundo al otro lado del estanque

Capítulo 29: El agente doble

Pasaba del mediodía en el Gran Comedor.  Los cielos nublados colgaban fuera de las ventanas con paneles, iluminando la habitación desde el piso hasta las vigas y perfilando el enorme reloj de arena que se alzaba donde la Mesa Principal normalmente estaría en un suave resplandor.  Cada quinto año en Hogwarts se sentaba en un escritorio frente a la ornamentada figura, igualmente espaciados en ordenadas filas uniformes y encorvados sobre folletos y pergaminos como gremlins.  Las púas arañaron cada vez más rápido mientras la arena subía en espiral desde la campana inferior hasta la parte superior del reloj de arena, un recordatorio cada vez menor de su inminente perdición.

El propio Harry había comenzado a ignorar la ornamentada figura hacía mucho tiempo.  Se sentó en medio de la asamblea, hizo una pausa sobre la misma pregunta de ensayo sobre la diplomacia goblin por quién sabe cuánto tiempo y luchando por mantenerse concentrado.  Le dolían los dedos, le dolían las nalgas y le picaban los ojos por los días de lectura casi constante.  Un aturdimiento caía sobre él hasta que el cercano taconeo de los tacones del profesor Flitwick hizo que se enderezara en su silla.

Harry se frotó los ojos y pasó la página, abandonando los detalles de la historia de los goblins como una causa perdida.  Pasó al último mensaje del folleto, una pregunta sobre los factores principales que influyeron en la caída de los aquelarres locales como órganos dirigentes en el siglo XII.  Harry se clavó los nudillos en la sien, pensando en meses atrás cuando habían cubierto el período de tiempo en clase.  Expandir el desarrollo muggle era una respuesta obvia, pero Zacharias lo distrajo de su escritura mientras envolvía sus nudillos contra su escritorio en un lugar más.  Parvati estaba sentada detrás de él, y podía escucharla maldiciendo para sí misma con creciente vulgaridad.

Tragándose su frustración, Harry comenzó a escribir su mejor intento de respuesta.  Recordó una parte que tenía que ver con un grupo ruidoso de duendes, ¿o eran gnomos?  Ahora que lo pensaba, había algo sobre la propagación de una plaga de verrugas ...

Un estruendoso chirrido de vidrio contra metal gritó como clavos en una pizarra.  Todo el mundo sintió una punzada de dolor cuando las dos bombillas del reloj de arena giraron en su carcasa y cambiaron de lugar.  El profesor Flitwick avanzó arrastrando los pies durante la conmoción y agitó su varita, levantando papeles y plumas lejos de las manos de sus dueños derrotados.

"¡Es hora, todos!"  él llamó.  "¡Quills up - sí, tú también Goyle!"

Harry suspiró y se levantó de su asiento, agradecido de tener otra prueba detrás de él.  Neville todavía estaba sentado frente a él, desplomado en su silla con el brazo levantado con nostalgia hacia sus papeles mientras se alejaban flotando.  "No había terminado todavía ..."

Ron apareció al lado de Harry y juntos salieron al vestíbulo de entrada.  "Tonterías, esa prueba fue. No podría terminar lo suficientemente pronto", gruñó.  "Sin embargo, al menos es sólo Historia de la Magia. ¿Cuál es el próximo de nuevo?"

"Astronomía, y es esta noche", gimió Harry.  Era extraño pensar que ya tenían cuatro días en sus O.W.L.s con la forma en que las pruebas constantes hacían pasar el tiempo.  Sin embargo, el desgaste de los estudiantes comenzaba a notarse, y casi todos los de quinto año se veían en algún lugar entre un ataque de nervios y un coma de un mes.  Incluso ahora, pensar que el próximo examen estaba a solo unas horas de distancia hacía que Harry quisiera colapsar en su cama y no levantarse nunca.

Ron se detuvo a medio paso de las escaleras entre el tercer y cuarto piso, mirando a la distancia y ajeno a la multitud que se movía a su alrededor.  "Oh, la barba de Merlín."

Su mirada afligida era familiar.  "Lo olvidaste, ¿no es así?"

"¡Encantos!"  gritó, con las manos en su pelo rojo con un pánico floreciente.  "Los encantamientos prácticos mañana, ¡pensé que era el último!"