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Diez minutos fue lo que le tomó llegar a la base y dejar el vehículo en el estacionamiento. Miró hacia atrás para ver a su pequeño y este se había quedado dormido.

Soltó aire de sus pulmones y bajó primero y dejó las llaves en el tablero, sacó la mochila y al menor al estilo princesa y caminó hasta su oficina. Eran las ocho de la noche, por lo que estaba oscuro y no había gente cerca, y como lo va a haber, si todos estaban ocupados con la nueva misión. Abrió  la puerta de su oficina, y entró cerrándola detrás de sí con el pie, dejó caer la mochila en uno de los sillones y llamó al menor que aún estaba en sus brazos mientras se dirigía a su habitación.

— Pequeño... — llamó. — Pequeño... Despierta cariño, tienes que darte un baño — dijo viendo como el castaño abría lentamente los ojos.

— Eso es... Debes bañarte y cambiarte de ropa — habló bajando a su pequeño de sus brazos.

Una vez que Yibo estuvo lo suficientemente despierto, lo guió hasta el baño y abrió las llaves de agua fría y caliente para que saliera tibia 

— Espérame aquí — el pelinegro salió y se acercó al pequeño armario que tenía.

Sacó un calentador, una camisa, ropa interior y una toalla, caminó hasta el baño y dejo la ropa sobre la taza.

— Usa esto... Báñate tu primero ¿Sí? — Yibo asintió y Zhan se acercó para dejar un delicado beso en la frente y salir para darle privacidad.

Posteriormente, salió de la habitación y fue hasta su escritorio para sentarse en su silla y sacar su celular del bolsillo. Suspiró aliviado al encontrar un mensaje de su mano derecha diciéndole que no preocupara por armar su equipo ya que ellos lo habían hecho por él.

Dejó su teléfono a un lado y sacó del primer cajón lápiz, papel y un sobre. Y aquí empezaba que más detestaba sobre tener que irse a una misión, comenzó a escribir su carta de despedida por si le pasaba algo en combate y no regresaba. Y en vez de escribir lo que normalmente escribiría, palabras totalmente diferentes con un diferente contexto fueron plasmadas en el papel.

Al terminar, dobló la hoja y la guardó en el sobre el cual posteriormente selló y dedicó. Escuchó la puerta del baño cerrarse y se levantó para volver a entrar a la habitación para ir a tomar un baño.

Cuando abrió la puerta su mente voló, su pequeño usando su ropa era algo  diferente y nuevo para él.

"Por Dios, no puede ser que estés  pensando en babosadas Xiao Zhan" se abofeteó mentalmente.

Vio al menor sentarse en la cama y tomó su toalla y entró rápidamente al baño. Luego de unos minutos salió con la toalla en su cintura, no sabía dónde estaba su mente, pero había olvidado entrar su ropa.
Sintió la mirada del menor sobre él, algo que puso un poco nervioso.

— ¿Qué le pasó ahí?

Zhan giró el rostro para ver al menor señalar con su dedo, sabía que se refería a la cicatriz en su espalda cerca de su hombro.

— Voy a contarte un secreto... Tal vez no tan secreto para los soldados que llevan tiempo aquí, pero es un secreto para el mundo... — se dispuso a buscar su ropa. — Soy capitán... Pero de un grupo elite de asalto de las fuerzas especiales, yo dirijo el grupo Comando Alfa... Hace unos años en una misión, salvando a un grupo de personas al cual tenían de rehenes, hubo una explosión, el edificio comenzó a derrumbarse y un pedazo de un pedazo de viga cayó sobre mí, tenía una bara de metal sobresaliente y cuán logré apartarme, la bara me cortó — dijo mientras suponía su ropa interior seguido de su calentador.

Quitó la toalla de su cintura una vez tuvo ropa que cubriera sus partes íntimas y tomó su camiseta para ponérsela.

Comando Alfa... ¿Tuvo miedo?

— En toda profesión hay un poco de riesgo y claramente, existe el miedo. Tuve un poco de miedo, pero ese miedo era a no poder salvar a las personas que estaban en ese edificio. Sobreviví a muchas cosas, y con el pasar del tiempo, aprendí que a veces el miedo puede ser un arma mortal, aunque sea un sentir natural, y aunque en ocasiones también sea un impulso, principalmente el miedo bloquea y no te permite continuar. Por eso he dejado de tener miedo.

— Pudo haber muerto.

— Pero no es así... Estoy aquí, y seguiré estando, contigo — dijo volteándose.

Se acercó a la cama donde su pequeño se había sentado, con la toalla en sus manos, comenzó a secar el pelo del contrario.

— Yibo... Ahora que conoces un poco mejor mi verdadero trabajo... Tengo que decirte. Tengo que irme mañana a primera hora... Asignaron a mi equipo a una misión de reconocimiento y rescate y no sé... No sé que tanto me vaya a tardar — dijo aún sin dirigirle la mirada.

Yibo detuvo las manos del mayor y lo miró a los ojos.

— Me abandona — afirmó con su ojos acuosos. El pelinegro negó.

Dejó la toalla a un lado y se quitó su cadena de placas y se la colocó al castaño, tomó una y la miró fijamente para luego sonreír.

— No, no, claro que no te estoy abandonando, tengo que volver por esto — señaló. — Y no te preocupes mi pequeño, te prometo que voy a regresar a tu lado... Mientras tanto, quiero que sigas comportándote como lo has venido haciendo, sin causar problemas, esforzándote en todo lo que haces, siendo un buen chico, ¿De acuerdo? — no recibió respuesta, solo bajó su mirada y comenzó a jugar con el borde su camiseta.

— Ven aquí pequeño — dijo abriendo sus brazos para recibir el cuerpo del menor.

— Le hablé a un amigo de ti, y él vendrá a ayudarte, pero tienes que permitirle darte esa ayuda ¿Está bien?... Te prometo que voy a cuidarte, te protege, y no importa en qué parte del mundo esté, voy a cuidar de que nadie vuelva a hacerte sufrir mi pequeño — dijo dejando un beso en la cabeza de su menor.

Sintió como su pequeño asentía apegándose más hacia él.

— Déjame terminar de secarte el cabello y luego vamos a dormir — habló alejándose un poco.

Volvió a tomar la toalla y empezó a secar el cabello ajeno nuevamente. Una vez terminó, miró el rostro del castaño y sonrió al ver que ese pequeño niño estaba dormitando.

Se levantó para dejar colgada la tela haciendo que Yibo vuelva a despertar. Caminó hasta sentarse en la orilla y acarició el rostro del castaño.

— A dormir — mandó con una pequeña sonrisa.

— ¿Puede quedarse conmigo? — preguntó Yibo mirándolo con un tono bajo, casi suplicante.

— Ya estoy contigo — negó.

— ¿Puede quedarse esta noche a mi lado?

— ¿Quieres que me quede? — Yibo asintió.

— Vamos a descansar ¿Sí? — le regaló una pequeña sonrisa.

Yibo se recostó esperando a que el pelinegro también lo hiciera, Zhan apagó las luces y en cuanto estuvo acomodado, un brazo intruso rodeó su abdomen y espalda, su pequeño lo estaba abrazando. No era la primera vez durmiendo con su pequeño, pero era la primera vez de Yibo estando sobrio, y abrazaba incluso antes de quedarse dormido.
El menor se dejó vencer por el sueño y el calor que le brindaba el cuerpo ajeno.

Se sentía tan bien tener a alguien que quisiera protegerlo, alguien que le brindaba calor, alguien que estaba a su lado. Si eso era un sueño, no quería despertar, quería seguir durmiendo y soñando que alguien verdaderamente lo quería.

Y Xiao Zhan no podía creer que aquel niño engreído, arrogante e irrespetuoso, iba a terminar siendo su talón de Aquiles, la persona por la cuál se arrepentía de asumir el cargo de capitán en las fuerzas especiales.
Pero estaba bien, como dicen por ahí, las cosas suceden por algo, si algo no se dio es porque no era tu tiempo, creyó que su tiempo había llegado cuando empezó a sentir algo más que empatía por aquel pequeño de ojitos negros y hermosa sonrisa.




















Yo No Sigo Ordenes Capitán • [ZhanYi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora