CAPÍTULO DOS

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Año 2006, presente.

– ¿cómo fue que me llamaste, imbecil? – Musito la chica con rabia, alzo el puño para golpear la mejilla del chico una y otra vez. – Dilo. –

– Perra. – Dijo el muchacho desconocido poco antes de escupir en la ropa de ella. La de cabellos negros lo puso de pie frente a ella, levantó la pierna en alto para golpear justo en el pecho y mandarlo hasta la pared.

A sus espaldas estaban su hermano y mejor amigo acabando con el resto de idiotas, se supone que iban a tener una tarde tranquila, encontrarse todos, después ir a comer, tal vez luego a los videojuegos pero no, estaban en medio de aquella pelea solo porque el tipo la tuvo la brillante idea de tocarle el trasero.

– Hermano, ya está, vámonos. – Dijo ella, Matsuno estaba a su lado parado después de terminar con uno de ellos, Harashi descansaba la cabeza sobre su hombro mientras ambos esperaban a que Keisuke se dignara a pararse.

Los tres individuos se alejaron de aquel lugar tranquilamente, hablando tan normal de como golpearan también a Kazutora por demorar tanto en llegar.

– ¡Chicos! – Él antes mencionado venía corriendo por la calle moviendo su mano en señal de Saludó. Se paró frente a los tres notando los golpes que tenían. – Vaya, parece que se divirtieron esparando. –

La chica no dudo en levantar la mano  para darle justo en la parte trasera de la cabeza. Aquel chico de cabellos amarillos solo la miró dispuesto a devolverle el golpe pero se vio interrumpido por la voz de su amigo.

– Solo matabamos el tiempo, después de todo demoraste más de media hora en llegar. – Baji desataba la liga que agarraba su larga cabellera y suspiró para caminar siendo seguido por todos.

Si hay algo que sin duda ella amaba era pasar el tiempo con su grupo de cercanos, su querido hermano Keisuke, su mejor amigo Chifuyu y el torpe de Kazutora. Aunque todos eran grandes amigos ese último era un extraña excepción, Harashi suele siempre molestarlo diciendo que lo detesta y viceversa todo se debe a cierta rivalidad por una persona, Baji.

– ¿te molesta, cierto? – Susurraba la niña a un Kazutora molesto. – Mi hermano me quiere tanto que incluso me trae a sus reuniones. – Harashi de tan solo diez años provocaba a su amigo, mirándolo con una gran sonrisa de satisfacción en el rostro al lograr su cometido. – A ti jamás te invita a salir con nosotros, bobo. –

La tarde del lunes Harashi esperaba en la entrada a su hermano quien desde que empezaron a ser amigos venía por ella, al divisar la figura de aquel corrió para abrazarlo pero frenó de golpe al ver a un Kazutora sonriendo con maldad.

– Invite a tora a venir a recogerte. – Ambos empezaron a discutir, amenazando con pelear ahí mismo por quien se quedaría con Baji, este lo único que hizo fue abrazar ambos por los hombros y caminar mientras sus dos buenos amigos se dedicaban toda clase de insultos.

Presente.

– ¡GANÉ! – Gritó Matsuno con la boca llena después de terminar todos los Dangos que estaban en su plato. Aquel grupito de idiotas habían echo el plan de quien lograba comer 30 dangos en menos de 10 minutos, así es, para esos idiotas eso es una tarde tranquila.

– ¡Hiciste trampa! – Exclamó Baji mientras apuntaba a Chifuyu quien disfrutaba enormemente de su Victoria.

– Creo... creo que voy a vomitar..  – Kazutora estaba tendido en la banca a punto de reventar y sintiendo como esos dangos en cualquier instante volvían.

– Dios no hables de vomi.. – Harashi sólo pudo tapar su boca sintiendo como todo empezaba a regresar, los demás al verla también corrieron buscando donde expulsar la estupidez que habían cometido. Tora logró llegar al baño, Baji salió corriendo de la tienda para hacerlo en una de las paredes, Chifuyu permanecía quieto intentado que eso le ayudara a no expulsarlo y Harashi no tuvo tiempo de hacerlo.

El dueño de aquel local empezó a maldecirlos y amenazar con ir a golpearlos por lo que en cuanto Kazutora salió, los cuatro huyeron del lugar tan rápido como les fue posible. Dos de ellos estaban tendidos en el suelo y el otro par descansaba intentado recuperarse.

– Demonios, ¿por qué siempre nos convences de hacer esas cosas? – Chifuyu miraba a la chica quien solo le devolvía una sonrisa inocente.

– Bien, deberíamos irnos a los videojuegos ya, después tenemos la reunión. – Los ojos de Harashi brillaron cual dos perlas al escuchar esas últimas palabras.

– ¿De la toman? – Los tres cayeron en cuenta del gran error que cometieron al soltar eso. – ¿Puedo ir? –

– No. – Dijo Baji.

– Es solo para miembros. – La mirada de Tora al pronunciar era de satisfacción al saber cómo enojaba eso a la chica.

– No soy miembro porque ustedes temen que una chica sea mucho más fuerte que toda su torpe pandilla. – Si bien ella era amiga de todos en Toman pero nunca la habían dejado formar parte porque era algo "peligroso" lo que Harashi tomaba como machismo.

– Ya, mocosa. Mejor vamos a los videojuegos. – Baji se acercó acariciar sus cabellos y dedicarle una pequeña sonrisa en modo de disculpa, él solía llevarla a veces a pesar de todo pero esta era una de las ocasiones donde no estaba a consideración.

La chica miró la hora en su teléfono y negó, ya era bastante tarde y aún tenía una cosa muy importante que hacer sin falta. – Debo irme. –

Su hermano sabía muy bien de qué hablaba, aunque todos eran unidos era el único en conocer el gran secreto de Harashi, además de Emma claro. Pero el resto jamás supo que ella estaba perdida por Shinichiro.

La joven corrió sin antes despedirse de sus fieles idiotas para ir hacia el puesto de su abuela. Demoro un poco en llegar aún cuando intento ir lo más rápido posible, pero el aroma le hizo saber que estaba cerca. El puesto de su abuela siempre estaba lleno, todos amaban sus deliciosos platillos y sobre todo a la dulce anciana.

– Se te hizo tarde. – Habló la abuela Konoe, con su cabeza señaló la parte trasera. En una de las mesas hacia el clásico pedido que la abuela solía preparar para que aquella joven fuera quien lo entregara. Una vez tomó la bolsa se despidió de su abuela, volviendo a correr hacia su destino.

Al estar en la entrada una enorme sonrisa se formó en su rostro, abrió la puerta y fue hasta la parte trasera donde escuchaba ruidos.

– Hola, Shinichiro-kun. –

𝐀 𝐦𝐢𝐬 𝐨𝐣𝐨𝐬. || Shinichiro Sano. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora