CAPÍTULO CUATRO.

9.6K 1.2K 364
                                    

Manjiro y Harashi se dedicaban miradas serias, fue ella quien se acercó a él. ¿La rivalidad de los abuelos había traspasado a la siguiente generación acaso?, la tensión entre ambos era tan incómoda como si en cualquier momento alguno de los dos fuera a lanzar el primer golpe..

– Tonto. – La pequeña se abalanzó sobre él para abrazarlo. Todos los presentes solo rodaron los ojos ante el infinito drama que les gustaba hacer.

Si bien en más de una ocasión de su niñez ambos se vieron metidos en peleas amistosas por sus abuelos, pero eso no hizo que alguno de los dos tomara algún recor contra el otro. Al principio existía una leve riña, pero conforme crecieron la amistad ganó lugar.

– Ya sueltame. – Manjiro forzajeaba con ella por quitársela de encima pero ella se negaba a hacerlo. Este dejó de pelear en cuanto la chica sacó de su bolsillo un  dorayaki para entregárselo. Supo de inmediato que era echo por la abuela Konoe y por ende ni siquiera se molestó en rechazarlo, él había probado de todo tipo pero los de la abuela eran sin duda alguna incomparables.

– Par de tortolitos, tenemos cosas que hacer. – Dijo Draken.

– ¡CIERRA LA BOCA! - Gritó el par al unísono.

Todos empezaron a reír por el repentino cambio de actitud de ambos, la vergüenza predominaba en sus mejillas y el enojo al recibir la misma tonta molestia que su grupo de amigos solía hacer. 

La reunión comenzó y todas las divisiones se reunieron, al parecer estaban por tener una pelea en los próximos días debido a una pandilla que creyó divertido mandar al hospital a uno de sus miembros. La decisión había sido tomada y el día de la pelea fue acordado, todos gritaban "Toman" con gran orgullo.


– Todos son idiotas. – Susurró Harashi a su fiel confidente.

– Tú siempre piensas que todos los hombres son idiotas. – Matsuno contestaba en susurró también.


– Es que lo son, pero eso me pasa por tener solo amigos hombres. – Arrugó un poco la nariz y ante ello recibió un tierno abrazo por parte de su mejor amigo. Baji, quien estaba enfrente de ellos les dedicó a ambos una mirada desafiante que al momento los hizo separarse.


– Baji-san es tan celoso. – Fue lo último que susurró su compañero.

La junta terminó después de unos minutos, los miembros se marcharon y en cambio sólo quedaban los capitanes y subcapitanes, todos estaban sentados en el suelo hablando de lo que pasaría, también sacaban algunos otros temas, Harashi incluso les contó la aventura que habían tenido el día de hoy y como los tres idiotas de sus amigos terminaron, cosa que hizo que el resto de sus acompañantes estallara en carcajadas, los tres participantes de la historia no lo encontraron muy gracioso.

– Cierto, Harashi, mañana es tu primer día en preparatoria. ¿Nerviosa? – Mitsuya siempre se preocupaba por ella, era tan dulce y sin duda a quien más apreciaba de todos ellos, claro que jamás lo decía.


– Tal vez en el pasado lo estaría, pero ahora no, tendré a Emma y Hina junto conmigo. –


Todos aquellos chicos empezaron a sentirse ofendidos porque la chica solo pensaba en sus dos amigas olvidando que ellos también estarían ahí, bueno, algunos un año arriba y otros dos, pero estarían ahí.
El grupo de chicos caminaba hacia las motocicletas que estaban bajo las escaleras, Harashi estaba trepada en la espalda de Manjiro quien se ofreció a llevarla puesto que la casa quedaba camino a la suya. Todos se despidieron y tomaron rumbos distintos a sus hogares.


– Oye tu abuela aún... –

– Vendio todos, ya no quedan. – Dijo Harashi interrumpiedolo.


Estaban ya frente a su casa a punto de despedirse pero el pequeño Manjiro tenía antojo de algo, fue un dolor en su interior oír que no había más.
Una sonrisa apareció el rostro de la chica y de su otro bolsillo sacó otro dorayaki, el cual iluminó por completo el rostro del rubio.


– Prometo llevarte más mañana. – El chico estaba tan feliz en ese momento por tener uno más de esos deliciosos bocadillos. – Oye.. Mikey.. –


Manjiro había arrancado y a lo lejos solo se escuchaba un "bye bye", Harashi maldijo esperando que lograra escucharla. Sabia muy bien que ella iba a pedirle por fin ser parte y por eso huyó, cobarde.

   ( .   .  . )


La mañana siguiente Harashi despertó más temprano de lo usual, debía llevar la comida a su amado y después verse con sus amigas para llegar juntas el primer día.
Vistió su uniforme, el cual para nada era lo que ella deseaba usar, una falda nunca la hizo sentirse ella misma por lo que se cubría con una gran sudadera gris - claramente propiedad de su hermano - pero eso era lo de menos, el punto era que al fin se sentía ella misma.

La abuela había salido aún más temprano para abrir el local y estaba segura que el abuelo la acompañó, así que sólo tomó su mochila y salió de la casa para ir donde ellos. Era una mañana tranquila, la gente empezaba a salir yendo al trabajo, algunos regresaban de él, podía escuchar incluso a los pájaros cantar bellas melodías que relataban tu mente.

– Pequeña, acá está el tuyo y este es el de Shinichiro. – Explicaba la abuela.

– Como es que aún después de años aún sigues detrás de ese delincuente, Hashira tú necesitas buscar quien eres, no un hombre. – La abuela puso un tazón de fideos delante de él para que callara.

– Ella también debe buscar un hombre, tal vez se encuentre a sí misma en el camino. –

Ambos ancianos tenían ideas distintas para el futuro de su nieta pero aún así siempre cuidaban de ella. La joven se alejó de ambos yéndose sin antes despedirse. Aún sobraba tiempo así que caminó a paso tranquilo hasta el taller de Shinichiro, sabia que estaría abierto puesto que él iba muy temprano cuando se emocionaba en algo, y claramente ayer lo estaba.

Entró por la puerta trasera que daba directo a la zona donde él trabaja, no estaba, en su lugar hacían los que supuso eran su grupo de amigos. La miraron algo extrañada por el lugar de donde entró.

– ¿Buscabas algo, mocosa? – Preguntó uno de ellos.

– A Shinichiro-Kun, le traigo su almuerzo. –

– Vaya, Chiro tiene una pequeña fan. ¿Como te llamas? – Cuestionó otro de los desconocidos.

– Harashi. –

– Harashi, vaya nombre. Parece que al no poder conquistar a una de su edad decidió irse por las menores. –

Todos estaban muertos de la risa por ello, al contrario de ella quien permanecía sería mientras los observaba.

– La diferencia no es solo en la edad. –

– ¿entonces en qué? Dime, Harashi, ¿te gusta Shinichiro? –

– Sí, y la diferencia es que no seré igual a todas las bobas chicas que rechazaron a Shinichiro-kun, confio en que algún día estemos juntos. –

𝐀 𝐦𝐢𝐬 𝐨𝐣𝐨𝐬. || Shinichiro Sano. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora