Capítulo 1. El principio, digamos.

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Voy a empezar. En un día de éstos de calma. Por fin calma y tranquilidad. Lo necesitaba después de todo el agobio que me genera la rutina y sobre todo, exámenes. Hace ya algunos años que cambié y eso de llevar los estudios bien, no va conmigo. Bueno quizás me vea obligada a confesar el por qué, porque está claro que no fue de un día para otro; yo conocí a personas. En este momento es en el que me quedo parada, mirando a un punto fijo de mi habitación, sin saber continuar, para ser sincera me han entrado unas ganas terribles de echarme a llorar, pero, sé que no servirá de nada, sólo para desahogarme básicamente, sí, eso es justo lo que me repito una y otra vez a mí misma cuándo estoy jodida y me derrumbo. Y ahora comienza la parte por la que mi vida dió un giro de ciento ochenta grados.

Es Miércoles por la noche, el verano ha llegado a su fin, han sido unas grandes vacaciones y me he relajado muchísimo, me hubiera gustado estar más tiempo en mi pueblo, la verdad que me encanta ir allí, pero no ha habido remedio y me he tenido que quedar la mayor parte de los días con la costumbre de bajar a la urbanización, mañana y tarde, pasábamos las horas haciendo lo que fuera. Pero estoy segura de que lo echaré de menos. A ésto hay que sumarle que este verano me ha empezado a gustar, atraer o algo así, un vecino, él tiene cuatro años más, pero estamos muy juntos, eso me encanta, y siempre me había atraído, yo nunca me había sentido así por un chaval. Supongo que será obsesión, cómo un quiero y no puedo, algo así.

Sigo, y cómo digo, se acaban las vacaciones y empiezan las clases. Estoy nerviosa, muy nerviosa, antes me gustaba ir al colegio y encontrarme con compañeros y etcétera, pero este año tengo miedo. Y sí, miedo porque el cambio es de primaria a la eso, y no quiero que me separen en clase de mis amigas, sería horrible realmente, cada vez que lo pienso es aún peor.

Me preparo la ropa para el día siguiente, en el que simplemente tenemos que ir y los profesores nos dirán en qué clase vamos. Le suplico a mi madre que me alise el pelo, siempre me gusta más así. Habíamos pensado en ir a comer algunos juntos después de ir a lo del colegio, es buena idea. Así que, el Jueves llega, me visto y me miro unas cuántas veces para ver si voy bien; pues hoy veré al chico que me gustaba el curso pasado, después de tres meses. Mis nervios siguen ahí, pero por fin pasa la charla del coordinador y todo, y nos dividen por clases. Me ha tocado en primero B, genial, menudo peso me quito de encima cuándo me entero de que voy con una de mis mejores amigas a clase. Llegamos para la presentación de la tutora, nos sentamos por orden alfabético, y me toca en segunda fila. Mientras miro hacia no sé qué parte, me doy cuenta de que falta uno por entrar, que los profesores están hablando para ver dónde va. No me suena ese chico, será repetidor, pienso. No le doy importancia, y miro hacia la izquierda dónde mi compañera de al lado está observando todos los sitios de nuestra nueva clase, va a estar bien estar sentada con ella, es una chavala majísima. Decido hablarle y preguntarle qué tal las vacaciones, así es cómo entramos en una conversación larga y es la causa por la que no me doy cuenta de mi alrededor. Ese chico del que he dicho antes, resulta que está sentado ahora detrás, me he debido quedar mirando fijamente a los dos compañeros que se sientan atrás, nunca se me ha dado bien eso de mirar disimuladamente a la gente. Carmen, la que se sienta conmigo, me dice que cree que conoce al de la derecha, que ha repetido este curso, cómo bien había imaginado yo. Es más suelta que yo así que no tarda dos segundos en preguntarle el nombre, éste se queda parado y dice, Sergio. Sin más, seguimos en nuestra charla. Mientras la profesora habla y habla, siento que ese chico que no conozco de nada, me empieza a dar golpecitos en la mochila, cómo cogiéndola y soltándola. Me daban ganas de girarme y decirle que pare, pero en realidad no es que me moleste. Después de unas dos horas de explicaciones y demás sobre el nuevo curso, salimos por la puerta de clase, y en seguida pierdo de vista a ese chico que me resulta un poco raro.

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