Llega la hora de irnos a casa, y por fin entro al coche. Un viaje tranquilo, mi madre intenta sacarme algún tema de conversación, creo que sospecha que algo hay en mi mente que no me deja estar cómo de normal; y así es. No cabe duda de por qué, mejor dicho, por quién. Después de tanto tiempo sigo pilladísima, y la verdad es que no quiero sentir nada, y me desespero.
Abro la puerta de casa, de pronto siento un sueño terrible entre todos estos pensamientos que hoy en día son los únicos que hay en mi mente. Por un momento se me ha pasado por la cabeza escribirle una carta anónima a Gonzalo, diciéndole lo que le quiero, pero pienso que es una idea bastante inmadura, pues algo me da que él sabe perfectamente que me atrae. Debido a mi cansancio, acabo dormida en una profunda siesta de dos horas.
Al despertarme, cojo mi móvil y veo los mensajes, cómo de costumbre me han hablado las personas con las que típicamente hablo. Pero algo me sorprende cuándo veo que un número que no tengo cómo contacto me ha escrito. Lo abro sin duda y me río ante el mensaje; "Eh, te recuerdo que se dice anion, que no sabes". Vaya, este chico está resultando ser majo, a pesar de las dos o tres broncas que nos echan los profesores diariamente por hablar en clase. Me quedo unos minutos mirando a la pantalla sin saber qué contestar, finalmente le digo; "¿Tú eres Sergio no?".
Hoy tengo que ir a la academia, es el primer día, y no sé con quién me habrán puesto este año. Me visto con mis mallas negras y un jersey y salgo. Cojo el móvil, Sergio me ha respondido. Un "sí, hola, ¿qué tal?" dice. Decido no mentirle ante su pregunta, pues bien no estoy, el hecho de no hablar con Gonzalo prácticamente nada de nada me frustra. Y cada vez son más las ganas de mandarle esa carta de la que he hablado antes, por muy mal que pueda llegar a quedar. Así que tras reflexionar un poco, "Estoy bien, vaya, ¿tú?". No tarda en contestarme y me dice que él está muy bien, acompañado de un, "¿y ese vaya?¿a quién hay que matar?", me hace gracia que me haya dicho eso, pero en realidad no me apetece explicarle mis líos y, ciertamente borde, le contesto que da igual.
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Un clavo en lo más profundo del corazón.
RomanceEl cambio que dio mi vida sin apenas enterarme.