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El timbre sonó dando a entender que la jornada escolar había culminado, pero lo que si no había cesado era la inminente lluvia que arrasaba contra el cemento de los andenes y el pasto de los parques, a su vez que muchas personas abrían sus sombrillas o corrían teniendo cuidado de no caerse para así correr rápidamente y no mojarse tanto.

Un pequeño azabache miraba desde la ventana de su cuarto, viendo cómo está se llenaba de pequeñas gotitas las cuales se deslizaban prontamente, su mente siendo ocupada por el pensamiento de que estaría haciendo cierto castañito en este momento.

Aquel castañito que tanto pensaba el joven azabache, estaba tirado en el suelo siendo rociado por las gotas de agua, al mismo tiempo en que sostenía su estomaguito con sus dos manos.

A pesar de que los golpes ya habían parado, Kim aún podía jurar que sentía como las patadas interminables aún seguían allí impactando duramente contra su pequeño cuerpito. Sus lindos orbes estaban cerrados, pero aquello no les prohibía soltar lágrimas que se filtraban por sus párpados para así salir al exterior y mezclarse con la lluvia que chocaba contra su carita. Y su mente sólo pudo recordar un nombre.

Kookie.

Le parecía extraño que a la hora del descanso no haya escuchado aquella voz que es capaz de alivianar todas sus penurias; la que es capaz de hacerle olvidar los suplicios que conllevan con sigo aquellos cinco días de la semana que tanto odia. Él quisiera ser como Garfield, sólo odiar los lunes, pero aquello lo veía muy lejos.

¿Por qué no se había presentado?

Se suponía que él era su amiguito imaginario ¿No? Un simple, aunque no tanto, producto se su imaginación que se había presentado a causa de su constante soledad día tras día. Se suponía que él iba a aparecer cuando Tae se sintiera solo.

¿Qué cambió?

Dudas, dudas y más dudas e inseguridades se pasaban como bólidos a través de aquella pequeña cabecita que comenzaba a preocuparse de que Kookie hubiera desaparecido por algo que él mismo había provocado. Tenía miedo de que fuera así.

Ya harto de derramar más lágrimas, ya fuera en vano o no, decidió pararse de aquel sucio piso con las últimas fuerzas que le quedaban. Sus manitas se apoyaron en aquel suelo para así poder coger sólo un poco de estabilidad, una vez estuvo de pie, a lo lejos (aunque no tanto) presenció su linda maleta que portaba aquellos lindos colores que tanto le gustaban.

Pero ahora eran feos, estaban ocultando su belleza tras aquella capa de barro, al igual que él. Se sentía feo, se sentía sucio. Se sentía mal. Desde que comenzó todo aquello dejó de sentirse bonito, pero cada vez que hablaba con Kookie, por alguna razón se volvía a sentir bonito, aquello era lo único que le ayudaba a sobrevivir de alguna manera.

Con sus manitas un poco temblorosas debido al frío que producían sus húmedos ropajes, abrió su maleta para asegurarse de que Tigry estuviera allí sano y salvo, a lo cual al ver que sí, una sonrisita se asomó por su boquita.

Cerró su maleta y fue a la salida para encontrarse con su madre, quién al verlo con aquellas pintas, abrió sus ojos en sobremanera.

ㅡ Tae, mi vida ¿Que te pasó?ㅡ preguntó poniendo la sombrilla sobre el más bajo para así evitar que se siguiera mojando, a su vez que con la palma de su mano quitaba un poco de barro de la mejilla de Taehyung.

 𝐼𝑚𝑎𝑔𝑖𝑛𝑎𝑟𝑦 𝐹𝑟𝑖𝑒𝑛𝑑 // 𝐾𝑜𝑜𝑘𝑡𝑎𝑒 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora