Capítulo 10.

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-¡¡Yamaguchi!!- grito perdiendo todos mis sentidos. Había abierto la última puerta en donde se encontraba Kageyama sentado en la cama.

-ja eres tú estúpido rey de la cancha- me lo encaro.

-no pensé que te gustaran las fiestas- se levanta de la cama y se acerca a la puerta.

Había mucho ruido y se distorcionaban las voces, apenas podía escuchar la voz de Kageyama.

-¿dónde está Yamaguchi?- digo con tono firme.

-¿porque lo sabría yo?

-solo un estúpido contesta con otra pregunta; dime donde está.

-no lo sé- sabía que mentía, su rostro y la posición de sus manos lo delataban, después de eso me percaté de un celular en el suelo, así que tomé mi teléfono y busqué el número de Yamaguchi.
Este se dió cuenta del pequeño detalle del celular y me quiso distraer.

-no se de quien sea, solo entré a la habitación por algo que necesitaba-

Llamé y el celular del suelo vibró. Tobio y yo nos miramos fijamente, no era buen mentiroso, lo había descubierto, colgué la llamada y entré a la habitación, agarré el teléfono del suelo y vi la puerta del baño, mi cuerpo me decía que me acercara y la abriera, sentí como si me gritaran desde dentro de la misma, gritos de agonía.

-¡Yams!- estaba tirado en el suelo, su cuerpo débil sin fuerza se encojia para cubrirse, su pelo enredado cubría sus ojos pero podía ver aún sus pecas llamativas.

No lo dudé ni un segundo, lo tomé en mis brazos y con cuidado lo cargué, era fácil cargarlo ya que últimamente saltaba comidas y su peso no era el ideal para un chico de su edad. Salí del baño y para mi sorpresa Kageyama se había ido, en ese momento no me importaba nada más que la salud de Tadashi, salimos de la ola de gente hasta finalmente llegar a la calle y abrir camino para llegar a casa; no lo dejaría solo, lo iba a cuidar, porque no fue suficiente con que haya llegado tarde, no fue suficiente que aunque haya llegado no estuve ahí para cuando me necesitaba, el tuvo que luchar solo, me costaba eso porque el que lo lastimaran es igual como si me lastiman a mi.

Me preocupaba el frío que hacía para el chico, así que me detuve en una tienda de conveniencia, me quité la sudadera y se la puse; él aún parecía estar consiente ya que se mantenía al tanto de todo aunque su cuerpo y sus ojos no se movieran. Cuando estuve a punto de cargarlo para volver su voz cortó el silencio.

-Tsuki...- la voz muy tenue salió de su boca.

-¿dime que pasa?¿Como te sientes?- era paranoico, pero si necesitaba algo, lo que sea querría saberlo.

-yo...- volteó a un lado previniendo una pequeña tragedia, el había vomitado, era una combinación extraña de azul, el olor era muy fuerte. Yo solo le di palmadas en la espalda.

-sueltalo todo, está bien- tengo que admitir que me daba asco eso, pero supongo que era algo que tenía que suceder -espera aquí.

Entré a la tienda y compré una botella de agua, compraría unas pastillas también pero no cargué nada de dinero al irme a prisa.

-ten- le extiendo la botella -llegando a casa te doy medicamento.

-gracias... Tsuki- lágrimas, era lo que me decia lo avergonzado que se sentía.

-ey no pasa nada, eso hacen los... amigos, ¿cierto?

Extrañado me mira a los ojos -amigos- recalca esa palabra.

Lo somos y nada va a cambiar eso, nada cambiará el hecho de que lo quiero y no me imagino perderlo.

Todo lo que pudimos ser. (Tsukishima x Yamaguchi) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora