Todos tenemos un secreto bajo llave.
Calíope.
Ella estaba más loca que yo, si, lo estaba. Pero para mí eso era una ventaja, ella sería culpable, yo no lo sería más.
Habíamos vuelto a los salones de clase luego del receso, mis ojos iban a Selene de forma nerviosa, pero ella no se percataba y estaba concentrada en la clase.
Yo pensaba que nadie podía fingir mejor que yo, pero al parecer Selene podía llegar a ser terriblemente fría, terriblemente cruel.
No me percaté de que me perdí en ella y que ella también me estaba mirando, una sonrisa se dibujó en sus labios y yo por mi parte también sonreí. Las personas como yo somos peligrosas para los de nuestra misma clase, sabía que Selene ocultaba oscuridad en su alma y un fuerte rojo en sus manos, pero...
—Jóvenes. — La voz del director se escuchó y la del maestro se nublo a costa de ello.
Era la voz de un hombre, más bien de un oficial de policía. Era la voz de él.
Mi cuerpo se enfrió al momento, aquel rostro nunca lo podría olvidar. Aquel oficial de veintitrés años había sido la persona que investigo la muerte de mi madre, de la gran señora Urriaga.
Él me miró y una sonrisa junto a una expresión de sorpresa se posaron en su rostro, su piel morena yacía más limpia, su corte genuino y la miel intensa en su mirada, su altura y sus hombros marcados hacían que me quedase en blanco, pero eso no quitaba que él podía hundirme en la cárcel.
—Jóvenes, este es el oficial James, dará un anuncio. Sé que será doloroso para algunos y por eso he decidido que las clases sean suspendidas por hoy. Mis condolencias para los amigos cercanos. —Aquel anuncio que fue más bien una declaración de muerte hizo que todos en el salón miraran a los lados.
—Saludos estudiantes. —Su voz gruesa lleno la habitación. —Soy el oficial James como su director ya dijo, estoy aquí para anunciar la muerte de su maestra de literatura y la de su compañero Ángel. —Un grito sorprendió a todos, era desgarrador y estaba lleno de sentimientos, de dolor, sufrimiento y melancolía.
—Ángel... —Selene gritaba. —Mi Ángel. —Mi cuerpo se levantó por si solo yendo hasta ella, abracé su cuerpo por detrás, fingiendo dolor por ella, y por quien era mi mejor amigo.
Pero James me miraba, de forma tan intensa que quemaba, él lo sabía.
El tiempo había pasado tan lento como mis mentiras.
El día se había vuelto tan pesado como mi mente, actualmente caminaba al baño. Al llegar dejé mi bolso sobre el lavamanos, entrando a uno de los baños cerré la puerta y suspire.
Mis manos habían ido al cierre de mi falda, pero los pasos de alguien hicieron que me quedase quieta sobre mis pies, la abierta abrupta de la puerta del espacio donde estaba hizo que mis labios se entreabrieran.
Su cuerpo se acercó al mío y sus manos tomaron mi cintura, era delicada, como si yo fuese una flor cuando en realidad no era más que una espina, sus labios tomaron los míos sin siquiera decir una palabra. Yo acepté su toque de forma tranquila y sentí la desesperación en sus manos, en la forma en que quitaba mi ropa, en la forma que trataba de verme desnuda una vez más.
Mi cuerpo quedó desnudo una vez más frente a un hombre, mientras me hacía suya. Sentí repudio de mí, de cómo sus labios húmedos besaban mi cuerpo y daban placer a mis senos, si, no, si... no sabía si me gustaba.
—Una vez más he tenido para mí a quien llaman inalcanzable. —Mi mirada fría fue hacia él y sentí ver el pasado a través de sus ojos.
Lo había conocido en mis quince, cuando mi madre murió, o más bien cuando yo la maté, pero había más engaños, había algo más allá.
Mi familia era tan disfuncional como mi estabilidad mental.
—Sigo siendo inalcanzable. —Él se carcajeo con burla y el deja vu de la primera vez me abrazo.
Mataste a tu madre, ¿con que crees que puedes pagar mi silencio?
Mi cuerpo fue la paga de su silencio, pero él nunca se sentía conforme.
—Inalcanzable era la luna en el cielo y el hombre ya la ha pisado. —Nuestros ojos se encontraron, mientras que en los suyos había burla, en los míos había odio.
—Nadie se burla de mí, James. Nunca más.
Mis manos empujaron su cuerpo haciendo que resbalara y que su cabeza chocara con el retrete del baño, abrí la puerta enojada y por poco me sorprendo por ver ahí de pie a Jaxon.
—¿Vas a matarlo? —Su pregunta resonó en mi cabeza.
—¿Crees que lo dejaré vivo después de tocarme y tratar de humillarme? Nadie me humilla y vive para contarlo, y tú lo sabes. —Lo vi sonreír.
—Así que... ¿admites que solo estoy en tu cabeza? —Mis manos seguían arrastrando el gran cuerpo de James.
—Si por mi fuese estuvieses en lo más profundo del infierno, siendo la perra personal del diablo. —Él se carcajeo.
—Oh cariño, cuando asumas tu trono seré tu perra con gusto. —Aun en ropa interior y con tacones seguía arrastrando el cuerpo de James.
Llegando a ella fui hasta donde estaban los cuchillos, al tener uno en mis manos apuñalé su cuerpo, sus ojos se abrieron tan grandes como mi sed de sangre, su mirada de sorpresa y gélida hizo que me carcajeara. —Espero que te guste haber alcanzado la muerte. Nadie se mete conmigo, James y tú no solo hiciste eso, te metiste en mi como una plaga, llenándome de ti como una inmundicia, tú... morirás a manos de Calíope Urriaga.
Mis manos estaban manchadas de sangre otra vez, después de tanto tiempo, me volví a sentir viva...
¿Qué que se sentía follar con una persona y luego matarla? Se sentía un buen final.
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Caliope.©
Mystery / ThrillerCaliope Urriaga, era quién parecía no haber hecho nada, era quién parecía la persona más inocente de la escuela, parecía ser una víctima. Las personas a su alrededor sabían de la condición de su padre, sabían lo que había pasado con su madre, sabían...