Capítulo 2

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Desperté sin abrir los ojos aún, acompañado con un fuerte dolor de cabeza. Al abrir los ojos creí que estaría en un hospital, pero me extrañó ver un cuarto con una elegancia única, que ni en los mejores hoteles se podrían encontrar. Claramente esto no era un hospital, pero ¿dónde estaba?.

Al preguntarme eso recordé lo que había pasado la anterior noche, el ladrón apuntando me con el cuchillo y mi madre advirtiendo me que el peligro no había acabado. El dolor continuaba y no sesaba, y la situación no ayudaba.

En un intento de levantarme mis ojos se nublaron haciendo que vuelva a caer sobre la suave cama. Intentándolo de nuevo, pero con más lentitud, logré sentarme.

La desesperación no tenía tiempo de llegar a mi mente, estaba hipnotizada por el lugar, parecía sacado de un cuento de princesas, o de un cuadro de la época del Renacimiento.

De frente vi un pequeño escritorio con un espejo, mis piernas bajaron a un lado de mi cama y caminé lentamente hacia ese bello material de madera.

Acerqué el espejo a mi rostro, no conocía a quien tenía enfrente, tenía vendas sobre mi cabeza, un suave cabello color castaño caía sobre mi rostro, que estaba decorado con dos brillantes ojos color esmeralda junto con un lunar serca de los labios. Puse mis manos en mi cara y estiré mis cachetes, creyendo que era un sueño. Toda la desesperación que ignoré al principio llegó al sentir el dolor en mis mejillas.

¡Mi madre! que fue lo que pasó con ella, ¿estará en este mismo lugar? Pero...

- ¿Donde estoy? ¿Que es este lugar? - esas preguntas fueron lo primero que salieron de mis labios desde que desperté, pero luego una pregunta más amenazó con salir - ¿Quien se supone que soy?

El rostro se me hacía tan familiar, pero no lograba recordar donde lo había visto.

La puerta de la habitación se abrió, una mujer vestida de sirvienta traía una bandeja con nuevos vendajes, que supongo eran para mí, pero soltó lo que traía en sus manos al verme, y llevó sus manos a la boca.

-Señorita, ¡Señorita!, ¡La señorita despertó, la Señorita despertó! - salió disparada de la habitación gritando e informando a todo el lugar. ¿Soy alguien importante aquí?

De pronto, un hombre de gorda figura entró en la habitación con una cara de vistosa preocupación, junto con una mujer muy  parecida a la dueña de éste cuerpo.

- ¡Hija! - Gritó el hombre para acercarse a mi, dándome un fuerte abrazo, ¿ Dijo hija? - ¿Como te sientes, estás bien, te duele algo?

- Penélope, ¿como es que estás en camisón y descalza? ¡Jazmín, vístela! Una princesa no puede estar así. - Dijo la mujer con tonos de soberbia.

Rápidamente una de las sirvientas buscó un conjunto de vestidos y zapatos.

- Esposa, ella acaba de despertar, necesita descansar.

- Si ella quiere ser la emperatriz del imperio, debe verse bien sin importar las circunstancias. - ¿Emperatriz?, ¿Penélope? ¿Que es todo esto?

- Disculpen, ¿Quienes son ustedes? - Un silencio reinó toda la habitación, los dos adultos me miraron en shock, como si hubiera preguntado lo más obvio del mundo. La mujer fue la primera en reaccionar.

- ¿¡Que es lo que acabas de decir!? ¿¡Como es que no sabes quiénes somos!? ¡Pronto, llamen a un mago! - nuevamente una sirvienta salió corriendo de la habitación.

- Somos, Somos tus padres ¿no nos recuerdas? - preguntó el hombre con más tranquilidad, pero con gran desesperación.

- ¿Que? Ustedes no...- de pronto me interrumpió un hombre con una bata larga.

- Sienten la en la cama, debemos revisarla.

Las sirvientas me tomaron de los brazos y me llevaron de regreso a la cama. El hombre se acercó y sus manos resplandecieron, me asusté tanto que retrocedí y lo empujé.

- Está teniendo una conducta agresiva, sostengan la.

- ¡No, aléjese!¡Sueltenme! - ponía fuerza para que me soltaran, pero me sostuvieron de brazos y piernas.

- ¡Penélope, porfavor! ¡Solo queremos ayudarte! - Gritó la elegante mujer. -¿Que es lo que le sucede a mi hija?

- Es extraño- dijo el de la capa - su salud está perfectamente, ella había tenido una fuerte caída, ¿verdad?

- Si, cayó de un caballo, estuvo inconsciente durante una semana.- explicó el que se hacía llamar mi padre.

- Debo revisar su mente, lo demás está bien- paso sus manos a mi frente y me causó un gran dolor.

Grité de agonía mientras seguía forcejeando, golpeé a los sirvientes pero estos no me soltaron. Cuando de sus manos desapareció el brillo el dolor cesó.

-Esto... esto es- el mago retrocedió y se llevó su mano a su cabeza- es como si fuera otra persona, no hay ningún recuerdo, y su maná es casi nulo, ¿cómo es esto posible?

- ¿Un golpe en la cabeza puede causar tanto daño?- preguntaron los dos mayores.

- Nunca hubo un caso así de severo, normalmente son solo las pérdidas de algunas memorias no relevantes. Pero... demos gracias que fue solo eso, con un golpe así pudo quedar paralítica, o incluso muerta.

La mujer con la mano en la boca se le salieron lágrimas, y corrió a mi a darme un abrazo.

- Mi niña, yo soy tu madre, ¿no me recuerdas? Dime que lo haces pequeña, porfavor.

Mi madre, ¿ella mi madre?

- No te recuerdo, ¿Donde estoy?¿Que es este lugar?

Mis palabras parecieron como si una daga les hubiera clavado, y el hombre regordete se acercó para responder.

- Estamos en el Imperio de Obelia, y esta es nuestra mansión, la mansión del Conde.

Obelia, ¿donde escuché de este lugar?

No puede ser.

Yo... estoy.

- ¿Cual es mi nombre completo? - pregunté con miedo.

Esto no es posible. Yo...

- Penélope Judith












































































Yo reencarné.

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Hola, soy la escritora, espero que les esté gustando, la verdad no creo que la historia se lea mucho pero no podía dejar de pensar en la posibilidad de que esto ocurriera,  y de saber qué hubiera pasado si Penélope no era malvada.

Acompañenme a ver que es lo que pasará.

Debo ganarme el favor de mi prometido | Princesa EncantadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora