capítulo 11

542 98 10
                                    

...Me equivoqué

Al llegar, bajamos del carruaje y él como todo un caballero me tomó de la mano y me bajó del carruaje delicadamente. Al tocar el suelo, me observó directamente a los ojos.

- Debo de estar muerto, o ¿porqué acaso estoy viendo un ángel?

Su cortés halago me aceleró el corazón nuevamente.

- ¿Como puedes decir eso tan de repente? Aunque me haya halagado, no debería de exagerar  demasiado su majestad.

- Así que crees que exagero, soy un hombre de palabra mi señorita, mentir no es parte de mi persona.

La mano que sostenía la llevó a sus labios y dejó un delicado beso en el dorso, que extrañamente empezó a arder.

- Muy bien, Princesa, ¿Entramos?

Ofreciéndome su brazo nos dirigimos hacia la entrada, yo aún distraída por lo que acababa de pasar, solo me concentraba en no tropezarme al caminar. Los guardias custodiaban la entrada, al ver al príncipe se abrieron paso rápidamente.

Las miradas de todos los invitados se dirigían hacia nosotros, se escuchaban cuchicheos entre los nobles, más entre las damas quienes cubrían sus comentarios sisañosos con sus elegantes abanicos.

- Todos están mirando hacia nosotros...

- No me sorprende, después de todo estás hermosa esta noche.

- Creo que me lo haz dicho muchas veces.

- Y estoy preparado para decirlo mil veces más y a los cuatro vientos, que mi prometida, es la más bella de todas.

- Y también la que está en boca de todos - volteo a un lado viendo como dos jóvenes damas sueltan risitas de burla ante mí- temo que este baile no salga como lo planeamos.

- Deverías relajarte un poco, en un momento empezará el baile y nos dejaremos llevar, sin que los demás importen.

Su suave mirada pudo sosegar mi pánico.

- No somos los únicos que llaman la atención aquí... - siguiendo la mirada de Claude pude notar una multitud hacia un lado del salón, y entre cabezas pude distinguir una cabellera rubia brillante, junto con unos ojos azules como el cielo.

Era el príncipe heredero, quien era acompañado por varias doncellas en busca de un momento de su atención, también varios hombres panzones y con la mano llena de anillos de oro, lanzando algún que otro alago.

Llevaba un traje blanco perla, decorada con pequeños encajes dorados y botones del mismo color, junto con unos gemelos semejantes a sus ojos.

Sin haberme dado cuenta tras perderme en los detalles de su vestidura, sus ojos se habían posado en los míos, con una mirada intensa la cual solo podría comparar con la de un cazador observando a su presa.

Rápidamente desvíe la mirada hacia Claude, que aparentemente no se había dado cuenta de la situación.

- Solo no te acerques a él, ¿De acuerdo?

Sin espera asentí en señal de aprobación, pues luego de lo ocurrido ni siquiera volteare a verlo.

- No me acercaré, no te preocupes.

- Bien, entonces podemos...

- Oh alteza! A pasado mucho tiempo desde la última vez que nos encontramos.

Un señor bastante mayor se acercó a Claude, tenía un monóculo en el ojo izquierdo, el cual lo hacía ver elocuente.

- Así es Vizconde, como a estado la zona de Whishton, me informaron sobre una sequía en la zona este.

- De eso mismo quise hablarle, si no es mucha molestia... Princesa, ¿podría darnos un minuto?

El anciano hombre volteó hacia mí y luego hacia Claude nuevamente.

- Creo que no debería...

- No hay ningún problema Vizconde.

- Estás segura, si no lo deseas puedo decirle que hablaremos en otro momento - me susurró al oído.

- No te preocupes, iré a respirar aire fresco al balcón.

- De acuerdo, solo ten cuidado.

- Lo tendré, los dejo solos.

Me alejé sintiendo la mirada preocupada de Claude sobre mi nuca, pero no puedo privarlo de sus labores.

Abrí las puertas del balcón para luego cerrarlas detrás de mí, el ruido fue disminuyendo a mediada que avanzaba al borde, desde ahí se podía apreciar el hermoso jardín de la mención. Observando el cielo se distingue el arte de las estrellas, las cuales iluminan mi silencio.

El cual fue interrumpido por las puertas abriéndose y cerrándose volteando a ver quien era crucé miradas con una de las personas por las cuales no quería venir en un primer lugar.

Mi primo.

- Vaya, no pensé que Penélope Judith, la flor de la sociedad, estaría  sola en un balcón mientras la fiesta está en su máximo esplendor.

- Y eso es algo que te incumbe?

- Jaja querida prima, no tienes idea de lo poco que me importa, pero las personas preguntan, y hablan.

- Entonces ¿qué haces aquí?

- No eres la única que necesita un poco de aire fresco ¿sabes?

Así como yo lo hice, observó el jardín y lo contempló, en sus ojos pude notar un sentimiento melancólico, el cual no me sorprendió, pues cada uno tiene sus propias batallas que lidiar, no soy tan tonta como para no saberlo.

- Roger...

- ¿Que?

- Feliz cumpleaños.

Un momento de silencio nos inundó, no fue uno incómodo o algo por el estilo, sino reconfortante.

- ...Gracias, Peni.

Peni, debe ser el apodo que le puso a Penélope cuando era joven, quizás no se llevaban tan mal.

Una música alegre y elegante empezó a sonar dentro del salón.

- El baile está empezando, debo volver, nos vemos Penélope. - y ahí volvió el Roger que conozco.

Alejándose mientras se acomodaba el cabello y el traje, entró al salón con una falsa sonrisa en la cara.

- Creo que ya es tiempo de que vuelva.

Al entrar cada persona tenía un compañero de baile, a lo lejos pude ver a Claude, bailando con una señora, un poco mayor, y en su rostro se podía notar que fue obligado, noté como su mirada me buscaba, pero no podría notarme, estaba del otro lado del salón.

Solté una risitas al ver su cara de incomodidad, aún así se veía muy lindo.

- Disculpe...





















































- ... Me concedería esta pieza?















Dejo esto y me voy, chaoo.
















Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 05 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Debo ganarme el favor de mi prometido | Princesa EncantadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora